Un estudio desarrollado de forma conjunta por expertos del CIAT (Centro Internacional de Agricultura Tropical) y el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) en 177 países del mundo, concluye que los alimentos foráneos dominan el patrón de consumo y las prácticas agrícolas. Según los resultados obtenidos en el cálculo del nivel de interconexión de las dietas nacionales y las economías agrarias, casi el 70% de los alimentos que se consumen proceden de otros países. Este estudio tenía el propósito de proporcionar mayor comprensión sobre cómo ha afectado y afecta, la globalización alimentaria en la dieta de los consumidores de diferentes países del mundo.
En la investigación se analizó el consumo alimentario y el cultivo de 151 variedades alimentarias en 177 países, lo que equivale al 98% de la población mundial (hay que recordar que actualmente existen 194 países oficialmente reconocidos en la Tierra), y los resultados muestran que más de dos tercios de los alimentos corresponden a cultivos originarios de otros países del mundo. Gracias a esta globalización alimentaria, las patatas, los tomates, las judías, los chiles, etc., se puede encontrar en muchos países del mundo, son alimentos que se consumían hace cientos de años en determinadas regiones y gracias a la globalización fueron exportados a otras zonas convirtiéndose en productos habituales, pero con una historia relativamente corta.
Hablando de la patata, este alimento fue domesticado en el altiplano andino hace 8.000 años, pero fue introducida en Europa por los españoles hace apenas 500 años, poco a poco se fue extendiendo su consumo hasta convertirse en uno de los principales alimentos del ser humano, es uno de muchos ejemplos. Con esta investigación ahora se sabe con certeza hasta qué punto las dietas de cada país y los sistemas agrícolas de todo el mundo dependen de los cultivos que se originaron en otros lugares del planeta. Actualmente estos alimentos foráneos constituyen aproximadamente un 68,7% del suministro nacional de alimentos que tiene cada país, mientras que los cultivos acaparan el 69’3%.
También se destaca que las regiones que en la actualidad son las más importantes en lo que respecta a la diversidad alimentaria que contribuye al actual sistema de producción alimentaria, están produciendo alimentos originarios de otras regiones. En el caso de países que están relativamente aislados o que se encuentran a grandes distancias de las principales regiones con diversidad alimentaria, su producción nacional de alimentos se basa en casi el 100% de alimentos foráneos, como ejemplo se puede citar Nueva Zelanda, Australia o África del Sur entre otros.
En la investigación se ha encontrado que los alimentos de origen mediterráneo y del oeste asiático predominan en las dietas de los estadounidenses debido a la importancia de cultivos como la cebada, el trigo o la uva. La producción agrícola estadounidense es beneficiaria de los antiguos agricultores de Asia Oriental (soja), América central y México (maíz), pero se pueden citar otros muchos alimentos básicos. En definitiva, sin esta globalización la dieta y la economía asociada a la producción agrícola de muchos países sería bastante limitada.
Los expertos explican que en base a la homogeneización de la cadena alimentaria mundial, el desacoplamiento de la producción agrícola a nivel geográfico, el consumo alimentario y el mayor consumo de alimentos envasados y procesados, es mucho más fácil que se atribuya por error el origen de unos alimentos a otros países, por ejemplo, pensar que los tomates proceden de Italia, o que los chiles son originarios de Tailandia. Consideran que se puede llegar a perder la conexión de los cultivos con su verdadero origen geográfico, claro, que esto no sucede porque cada país reivindica sus alimentos ancestrales y demuestra su verdadera procedencia.
Los resultados obtenidos proporcionan una perspectiva sobre cómo ha afectado la globalización en los sistemas alimentarios del mundo, los investigadores consideran que a medida que esta globalización avanza, es más importante la identificación y protección de las regiones clave como cuna de nuestros alimentos, será algo necesario para garantizar la seguridad alimentaria a largo plazo. El uso creciente de cultivos foráneos refuerza la justificación para considerar la diversidad genética subyacente de las variedades alimentarias más importantes como un bien común global, y el planeta debe realizar un mayor esfuerzo para conservar la diversidad de los cultivos, ya que de lo contrario los beneficios que ofrecen, se podrían perder para siempre.
Merece la pena recordar que a pesar de la gran variedad alimentaria de la que disponemos, sólo son algo más de 100 especies las que se cultivan mayoritariamente, entre el arroz, el trigo, y el maíz se alcanza más del 60% de la producción mundial, si dos de ellas tienen un mal rendimiento, esto se podría traducir en hambrunas, de ello hablábamos aquí. De ahí que sea tan importante proteger la diversidad genética alimentaria y no dejar que sigan desapareciendo alimentos porque la industria no le saca el rendimiento esperado. Los investigadores comentan que variedades de cultivos tradicionales y sus parientes silvestres, que se encuentran sólo en pequeñas zonas del planeta, podrían tener un enorme potencial y ser utilizadas por los demás países para garantizar la seguridad alimentaria, se trataría de introducir estos alimentos en la globalización.
La globalización ha tenido y tiene un enorme y complejo impacto en las cadenas de suministro alimentario, los expertos explican que ahora hay otras implicaciones importantes, como por ejemplo mejorar la seguridad alimentaria y hacer frente a todos los retos que plantea el cambio climático en la producción de alimentos. Con este estudio se espera una mejor comprensión de la relación existente con las principales regiones que cuentan con una gran diversidad de cultivos, esto contribuirá a ayudar a cambiar la percepción que se tiene sobre la agricultura y los alimentos que se producen, todos estamos estrechamente vinculados a través de la alimentación.
El estudio es muy extenso e interesante, podéis consultarlo al completo a través de este artículo de la revista científica Proceedings of the Royal Society B.
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