Cualquier medida que tomemos para prevenir problemas de salud nunca estará de más, hablamos especialmente sobre la salud relacionada con la alimentación, y en este caso no nos referimos a comer saludable, sino a cuestiones de higiene y seguridad alimentaria. Empezó de forma muy silenciosa el problema del brote de botulismo que estaba afectando a varias personas de distintas provincias españolas, y que relacionaban con el consumo de tortilla de patatas de un fabricante que distribuye con distintas marcas a varias cadenas de supermercados.
En este post os informábamos sobre las marcas y supermercados que habían retirado las tortillas de patata como medida preventiva impulsada por el propio fabricante, pero hay que decir que, después de más de una semana desde que se inició esta alerta alimentaria, sigue sin conocerse la verdadera causa del brote de botulismo. ¿Contenían esporas de la bacteria Clostridium botulinum las tortillas al salir de fábrica? ¿Se han manipulado inadecuadamente después de comprarlas en el supermercado, por ejemplo, no refrigerándolas?
Dado que todavía no tenemos la respuesta, vamos a señalar qué podemos hacer los consumidores para prevenir enfermedades transmitidas por los alimentos. De hecho, en Gastronomía y Cía tenéis mucha información sobre las buenas prácticas en la manipulación, conservación y preparación de los alimentos, de todo tipo de productos alimenticios, hortalizas, frutas y verduras, pescados, carnes, comidas preparadas…
Pero, quizá, hay un detalle que a veces se pasa por alto, y es cómo mantenemos la cadena de frío de los alimentos desde que salimos del supermercado hasta que llegamos a casa. Normalmente se tiene en cuenta cuando se compran productos congelados, ¿cuántos de vosotros lleváis estos productos en bolsas isotérmicas? Aunque, basta con mirar a quien tengamos delante cuando realizamos la compra, para comprobar cuántos hacen uso de las bolsas que mantienen el frío de los alimentos congelados.
Y si éstos son pocos, qué decir de cuando compramos productos que son refrigerados, es decir, que se deben conservar en nevera o frigorífico. Desde que los sacamos de la nevera del supermercado hasta que lo metemos en la nevera de casa puede pasar demasiado tiempo, ¿lo habéis calculado? No vamos a ejemplificarlo, hacedlo cada uno según vuestras costumbres, y a esto sumad que las temperaturas de este verano están siendo muy muy elevadas, imaginad una tortilla de patatas envasada, que está medio cuajada, o medio cruda, y que pasa más de una hora a unos 30-40º C. Un festín para las bacterias.
Podemos poner solución, nosotros la hemos encontrado con un carro de compra con función de refrigeración que se adapta a nuestras necesidades actuales, y consideramos que es muy necesario para mantener la cadena de frío de los productos alimenticios, especialmente en verano. Claro, también sirven las bolsas isotérmicas de los supermercados, pero tienen menos capacidad, y es que estamos proponiendo utilizar las bolsas o carros para todos los productos que necesiten frío, no sólo para los congelados.
El carro refrigerado que podéis ver en las fotos es de Lidl, y tiene una buena relación calidad-precio, su capacidad aproximada es de 40 litros, soporta un máximo de 14 kilos (quizá a algunos se os queda corto) y su función de refrigeración tiene una duración de cuatro horas. El material del carro de compra isotérmico de Lidl es poliester y EVA, y su estructura es de aluminio, además, es plegable, lo que se agradece para poder guardarlo en cualquier pequeño espacio en casa.
Si queréis conocer más detalles y características del carro de la compra para conservar el frío, como sus medidas desplegado, plegado, del mango telescópico, así como los colores que hay para elegir, podéis acceder a la página de Lidl pulsando aquí, y su precio es de casi 25 euros.