Hoy se celebra el Día Internacional de los Derechos del Consumidor, esta celebración tiene su origen en el anuncio que realizó un 15 de marzo de 1962 el Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, sobre los derechos de todos los consumidores, invitando a que se convocara este día como Día Internacional de los Derechos del Consumidor con el propósito de aumentar la conciencia a nivel mundial sobre los derechos que tienen los consumidores. Pero la celebración a nivel mundial no se realizó hasta el 15 de marzo de 1983, día en el que la Asamblea General de Naciones Unidas adoptó las Directrices para la Protección de los Consumidores.
Desde entonces se han ido sumando países a esta celebración, llevando a cabo todo tipo de actividades e iniciativas relacionadas con la promoción y protección de los derechos de los consumidores. Con motivo de esta celebración, la OCU (Organización de Consumidores y usuarios) ha puesto en marcha la campaña ‘No tires la comida’, su cometido es el de intentar acabar con los desperdicios alimentarios que se generan en nuestro país. Cada día se tiran miles de kilos de alimentos a la basura y por ello, se pide que se orqueste una ley que contribuya a acabar con ello.
La OCU considera que el despilfarro de alimentos en la cadena alimentaria debería ser objeto de una política voluntarista como camino para reducir el desperdicio de alimentos, pero quizá algunos no estéis de acuerdo con el carácter voluntario, en muchas ocasiones se ha demostrado que las acciones voluntarias terminan siendo un fiasco y sólo la puesta en marcha de una legislación firme puede alcanzar el objetivo deseado. Por otro lado, muchas de las soluciones que se proponen para aprovechar los alimentos y reducir el desperdicio son complicadas de ejecutar, como por ejemplo el traslado de los alimentos a punto de caducar a un banco de alimentos, y que este banco cuente con las instalaciones adecuadas para poder mantener los alimentos en buenas condiciones.
Para aprovechar los alimentos es necesario poner en marcha un sistema que lo permita, que un excedente de un determinado alimento pueda ser llevado a los mercados próximos para su comercialización a un precio más económico, que sea trasladado para que sea aprovechado por alguna empresa ganadera, etc. En todos estos casos actualmente se depende de la voluntad, pero ¿y si se pusieran en marcha medidas como las que se van creando en Francia?, como por ejemplo la Ley sobre el desperdicio alimentario, o la norma que obliga a los restaurantes franceses a proporcionar bolsas para que los comensales se lleven sus sobras para evitar que se tire la comida a la basura. En opinión de muchos consumidores es más factible una legislación que un carácter voluntario en estas cuestiones.
En el Reino Unido cada vez más supermercados ponen en marcha la venta de frutas y verduras imperfectas, alimentos que no cumplen con los estándares de mercado habituales en cuanto a color, forma, tamaño u otras ‘imperfecciones’, pero que no les restan ni aroma ni sabor. Recordemos que en este post comentábamos que los supermercados españoles deberían comercializar frutas y verduras imperfectas siguiendo el ejemplo de cadenas de supermercados e hipermercados de otros países, sin embargo, no parece que exista mucha concienciación sobre el desperdicio alimentario y se obvian este tipo de soluciones.
La comida no es basura y no se debe tirar, es lamentable que se desperdicien alimentos sabiendo que muchas personas no tienen recursos para poder llenar su plato. Por ello, la OCU pide la colaboración de todos los consumidores para pedir una ley que acabe con el desperdicio de alimentos, se solicitan los siguientes puntos:
Se establezcan medidas para que todos los agentes implicados en la producción, generación, distribución y comercialización de alimentos puedan donar la comida que desechan a bancos de alimentos, alimentación animal o abonos, en este orden.
Se prohíba cualquier práctica que implique estropear los alimentos haciéndolos inservibles para su consumo.
Se incentiven las donaciones mejorando los beneficios fiscales.
Se establezcan las fechas de consumo preferente y caducidad siguiendo criterios de calidad y seguridad alimentaria, no intereses económicos.
Se fomente la reutilización y el reciclado de los productos alimentarios sobrantes no aptos para consumo humano para otros usos, alimentación animal, compostaje o producción de biogás.
La OCU quiere acudir a las administraciones con una propuesta sólida que esté respaldada con la firma de los consumidores para acabar con una situación que no tiene ningún sentido. Según la información proporcionada en la campaña, cada semana se tiran 1’3 kilos de comida por habitante, teniendo en cuenta que hay más de 46 millones de habitantes, el volumen de desperdicio alimentario es brutal.
Según la OCU, el mayor desperdicio se genera en los hogares con un 42% del volumen, le sigue la industria alimentaria con un volumen de desperdicio cifrado en un 39%. Claro, que se habla de restaurantes, comercio y distribución, si sumáramos los desperdicios generados en todos los eslabones de la cadena alimentaria, es posible que ese 39% se incrementase considerablemente. Recordemos que el agricultor ya hace un cribado de lo que produce, una parte se tira a la basura, no se le permite comercializarlo. Posteriormente el producto es enviado a un mayorista que realiza un segundo cribado, y este envía la mercancía a otro almacén donde también se lleva a cabo una nueva selección. Finalmente la mercancía llega a lugares como Mercabarna y de nuevo los alimentos son sometidos a una selección. Todas aquellas frutas y verduras que no cumplen con los estándares de mercado habituales en cuanto a color, forma, tamaño… son desechadas, una pequeña mancha en la piel basta para eliminar un producto.
La OCU pide que se tomen medidas como las que se han tomado en Francia, también podemos añadir otras medidas interesantes como abrir establecimientos que comercialicen los excedentes alimentarios a un menor precio, un ejemplo lo tenemos con el supermercado que comercializa los excedentes alimentarios de otros supermercados que se abrió recientemente en Dinamarca con el nombre de Wefood. En nuestro país algunos supermercados ponen productos próximos a caducar un 50% más económicos, pero podemos comprobar que son muy pocos los productos disponibles (algo difícil de creer), es como si se tratase de algo testimonial que permita decir que se contribuyen a la reducción del desperdicio alimentario.
También hay que citar la educación, la concienciación y la responsabilidad de los consumidores, nadie se libra del desperdicio alimentario por mil y una razones. Los hogares deben organizarse y planificar la despensa, aprovechar las sobras, asegurarse de que un alimento esté caducado o no antes de tirarlo, etc. El desperdicio alimentario es un problema de todo el mundo, por ello, quien esté de acuerdo con impulsar una ley que lo evite, puede firmar la petición propuesta por la OCU, Porque… Es comida, no basura #StopDesperdicios.
Foto | Jeanne Menjoulet & Cie