El brócoli (Brassica oleracea itálica) es un vegetal de la familia de las crucíferas, actualmente denominadas brasicáceas, como la coliflor, la col, el romanesco y más de 3.000 especies, pero estas mencionadas son las que más se parecen. Proviene de una especie silvestre de col que fue domesticada hace miles de años y su origen se encuentra en los países Mediterráneos, concretamente de Oriente Próximo. En la época del Imperio Romano llegó a la Península Itálica y fue a mediados del siglo pasado cuando su cultivo y producción creció en Europa.
Actualmente el brócoli se cultiva en varios países europeos, en Estados Unidos y en Asia, y según un informe de la FAO de 2008, España es el cuarto país productor de brócoli, por delante de Italia y detrás de China, India y Estados Unidos.
Como todos sabéis y podéis ver en la imagen, el brócoli se presenta como un ramillete, un conjunto de influorescencias (flores carnosas) verdes, aunque según la variedad de brócoli los tonos y la forma de las flores varían, no hay que confundirlo por el color con el romanesco y su particular forma fractal.
El brócoli se desarrolla bien en climas frescos, invierno y primavera son sus mejores meses para consumir esta verdura de temporada. Conviene comprar las piezas no muy grandes, con los racimos compactos y firmes desde el tallo y el color vivo. Si muestra ramilletes que empiezan a amarillear es que está sobremadurado, su textura y su sabor no serán tan agradables.
Como nos comentaba Fernando del Cerro en Madrid Fusión, después de comprar el brócoli o cualquier verdura de la familia, si no la vamos a consumir al momento conviene guardarlas en el frigorífico sin limpiar.
Otra forma de conservar el brócoli por más tiempo puede ser la congelación. Si dispones de muchas piezas que no vas a consumir pronto, puedes separar los ramilletes y limpiarlos, escaldarlos unos minutos en agua hirviendo y después dejarlos enfriar. Así puedes congelar el brócoli y disponer de él cuando te apetezca.
Esta verdura se suele consumir hervida o cocinada al vapor, resulta mucho más sabrosa (para los que no son amantes de las verduras) si después se saltea en aceite de oliva con ajos, jamón, bacon, frutos secos… también gratinada con bechamel y queso es más aceptada por todos los paladares. Pero también podemos incluir el brócoli en muchos platos en crudo, cortando sus pequeñas flores pueden formar parte de una ensalada o como guarnición de carnes y pescados.
Es bueno saber que el brócoli, que algunos conoceréis más como brécol, es una de las verduras de mayor valor nutritivo, bajo en calorías y con un alto contenido en agua, es rico en vitaminas, destacando el ácido fólico y la niacina, la provitamina A, la vitamina C entre otras, además de un importante aporte de minerales.
Cabe destacar que sobre el brócoli pesan varios estudios y continúan con ellos, pues le han otorgado propiedades antioxidantes, efectos anticancerígenos (próstata, vejiga, ovarios, mama…) y efectividad contra la bacteria Helicobacter Pylori (causa de úlceras y gastritis), entre otros beneficios para la salud.
Obviamente, no hay ningún superalimento que evite o sane enfermedades de tal gravedad, pero un consumo adecuado de ciertos alimentos, participa en la prevención y en un mejor estado de salud.
Foto | Darwin Bell