Las bebidas azucaradas con impuestos añadidos es la nueva medida que acaba de anunciar en Nueva York el famoso alcalde Michael Bloomberg como parte del plan iniciado en la lucha contra los altos índices de sobrepeso y obesidad. Recordemos que ya son varias las medidas que se aplican en esta ciudad estadounidense para mejorar la salud de sus habitantes.
Podemos nombrar por ejemplo la prohibición de la utilización de grasas hidrogenadas en la restauración, el intento de obligar a los fast foods norteamericanos de informar sobre las calorías que contienen los menús que comercializan, decimos intento porque la norma que debía ser aplicada fue aplazada, ya que parece ser que era inconstitucional. También podemos citar la medida que se aplicó a principios de año en la que se concedían 1.000 permisos de venta ambulante de frutas y verduras, aplicar impuestos a las bebidas azucaradas es otro ejemplo más.
Ahora, la nueva iniciativa pretende afectar a los bolsillos de los neoyorquinos a fin de que reduzcan el consumo de bebidas azucaradas, por ello, los refrescos azucarados serán gravados con un impuesto de un 15% del coste total. Se calcula que las arcas del ayuntamiento recaudarán unos 400 millones de dólares, dinero que posiblemente no se invertirá en nuevas iniciativas contra el sobrepeso y la obesidad, a pesar de las declaraciones realizadas desde el ayuntamiento indicando que sí. Parece que la medida en realidad servirá para aligerar un poco el déficit de las arcas municipales que se sitúa en unos 15.000 millones de dólares.
Algunos neoyorquinos creen que se ha utilizado la excusa de mejorar la salud de los consumidores simplemente para recaudar fondos adicionales e indican que el problema del sobrepeso y la obesidad es muy complejo y las medidas adoptadas hasta el momento se podrían tachar de insignificantes. Si realmente se desea mejorar la salud de los consumidores, se deberían aplicar una larga lista de medidas que afectarían a un buen número de empresas.
Gravar las bebidas azucaradas, la bollería industrial o el fast food con impuestos adicionales lleva varios años barajándose en algunos países, ya en el 2003 se pretendía aplicar en el Reino Unido ante el incremento significativo de la obesidad que sufría este país. La última propuesta la conocíamos el verano pasado, esta vez era el Gobierno francés el que pretendía gravar con nuevos impuestos aquellos alimentos que presentaran un contenido graso más elevado, bebidas ricas en azúcar, hamburguesas, pizzas, sándwiches y fast food en general. La subida era similar a la que se aplicará en Nueva York, un 14,1 %, pero ante la grave crisis económica en la que nos encontramos, se ha pospuesto la medida hasta que la inflación baje.
Los gobernantes pretenden mostrar la preocupación por mejorar la salud de la población con medidas como aplicar impuestos en los refrescos, pero para que nos lo creamos deben invertir todo el dinero recaudado en nuevas iniciativas que permitan, por ejemplo, reducir el precio de frutas y verduras (no estaría mal una subvención), la creación de una asignatura de nutrición en todas las escuelas, y mil y una medidas más que seguramente todos podríamos citar. Pero en ningún caso se deberían desviar los fondos obtenidos al pago de otras cuestiones, esto delata claramente la ausencia de preocupación por la salud del consumidor.
Vía | New York Times