El consumo de leche cruda o leche no pasteurizada, ha generado un intenso debate en las últimas décadas, mientras algunos consumidores defienden sus supuestos beneficios nutricionales, las investigaciones científicas y las advertencias de las autoridades sanitarias que se realizan desde hace algunos años, señalan los graves riesgos asociados a su consumo. Como información previa, merece la pena retomar la lectura del post ‘Consideraciones sobre la leche cruda‘.
Entre octubre del año 2023 y mayo del año 2024, un brote generalizado de Salmonella Typhimurium en Estados Unidos puso de nuevo en evidencia los riesgos y peligros de consumir leche cruda. Este brote asociado a productos de la empresa Raw Farm afectó a 171 personas de las cuales un 65% enfermaron en octubre de 2023. La mayoría de los pacientes eran niños con una edad media de 7 años, y el 40% tenía menos de 5 años. De los casos con información clínica disponible, un 14% fueron hospitalizados y afortunadamente no se produjeron muertes.
Este brote no se limitó sólo al Estado de California donde se registraron 167 casos, también se detectaron infecciones en otros Estados como Nuevo México, Pensilvania, Texas y Washington. Según las investigaciones el 93% de los afectados había consumido leche cruda de la empresa Raw Farm. Tras identificar el problema, la empresa retiró voluntariamente sus productos el 24 de octubre de 2023, reanudando la producción el 31 de octubre tras implementar las medidas de seguridad oportunas, sin embargo, las consecuencias para la salud pública fueron notorias.
Las investigaciones concluyeron que incluso la leche cruda certificada y controlada puede ser peligrosa, ya que su consumo conlleva el riesgo de infecciones alimentarias graves como las causadas por E. coli, Listeria y Salmonella. Además, se confirmó que los productos derivados de la leche cruda como los quesos, no son necesariamente seguros. Pero esto no acaba aquí, recordemos que en el presente año entró en juego otro factor alarmante, la propagación del virus de la gripe aviar H5N1 en el ganado lechero de Estados Unidos.
Aunque este virus se inactiva con la pasteurización, varias muestras de leche cruda de Raw Farm dieron positivo para H5N1 (recordemos que se le cambio el nombre por Virus de la Influenza A Bovina), lo que inevitablemente incrementa los riesgos para los consumidores. Las autoridades federales reforzaron los controles, pero también emitieron advertencias para evitar el consumo de leche no pasteurizada ya que suponía correr un grave riesgo, especialmente en un contexto donde la mutación del virus podría facilitar su transmisión a los seres humanos.
La realidad científica sobre los riesgos de la leche cruda
Estudios epidemiológicos han demostrado que quienes consumen leche cruda tienen hasta 840 veces más probabilidades de desarrollar enfermedades transmitidas por los alimentos, y hasta 45 veces más posibilidades de ser hospitalizados, en comparación con las personas que consumen leche pasteurizada. Además, algunas investigaciones recientes han apuntado que la leche cruda puede contener bacterias con genes de resistencia a antibióticos. Estas bacterias no sólo son más difíciles de tratar en caso de que se produzca una infección, además pueden transferir sus genes de resistencia a otras bacterias, lo que supone una amenaza sanitaria aún mayor.
Un estudio realizado en 2020 por la Universidad de California en Davis, analizó más de 2.000 muestras de leche cruda y pasteurizada, encontrando que la leche cruda dejada a temperatura ambiente contenía niveles significativamente altos de bacterias resistentes a antibióticos. Esta realidad junto con la tendencia al alza de infecciones resistentes a los fármacos en Estados Unidos, refuerza la necesidad de mantener prácticas de procesamiento seguras, como la pasteurización.
Uno de los argumentos más utilizados para defender el consumo de leche cruda es que conserva bacterias probióticas y nutrientes que supuestamente se pierden durante la pasteurización, sin embargo, numerosos estudios han desmentido estas afirmaciones. El valor nutricional de la leche pasteurizada es prácticamente idéntico al de la leche cruda, y no existen pruebas concluyentes de que las bacterias probióticas presentes en la leche cruda sobrevivan al sistema digestivo en las cantidades suficientes y necesarias para proporcionar beneficios significativos.
El consumo de leche cruda está regulado de forma diferente en todo el mundo, en Estados Unidos está prohibida su venta en 20 Estados, mientras que 30 Estados permiten su comercialización bajo ciertas condiciones, como la venta directa en granjas. Sin embargo, el riesgo para los consumidores sigue siendo elevado y especialmente en aquellas regiones donde la legislación es más laxa.
En España, por ejemplo, la comercialización de leche cruda se prohibió en los años 90 debido a los riesgos sanitarios. Sin embargo, algunas comunidades autónomas como Cataluña, permitieron no hace mucho su venta para diversificar la producción láctea y apoyar a los ganaderos locales. Esta decisión fue objeto de críticas, ya que se consideraba que ponía en riesgo la salud de los consumidores y especialmente la de niños, embarazadas y ancianos. Hay que tener en cuenta que un informe elaborado en el año 2015 por el Comité Científico de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, apuntaba que la leche cruda y los alimentos derivados, podían provocar que los consumidores sufrieran enfermedades como la brucelosis, la E. Coli o la listeria.
Aunque las normativas exigen que la leche cruda sea hervida antes de su consumo, la falta de conocimiento y control sobre estos procedimientos puede derivar en infecciones graves. A esto hay que añadir que los sistemas de etiquetado no siempre informan adecuadamente a los consumidores sobre los riesgos. La popularidad de la leche cruda se debe en parte a la desinformación y también a las creencias pseudocientíficas, que idealizan lo “natural” como sinónimo de más saludable. Sin embargo, la evidencia científica es aplastante, el consumo de leche cruda conlleva riesgos significativos y van desde las infecciones graves hasta la propagación de bacterias resistentes a antibióticos.
Los expertos comentan que el auge del consumo de leche cruda no es únicamente una cuestión de elección personal, también refleja los fallos en la educación de los consumidores, la regulación de los mercados y la priorización de los intereses económicos sobre la salud pública, algo que últimamente parece ser una constante.
Aunque hervir la leche cruda puede reducir algunos riesgos, lo cierto es que no elimina otros peligros asociados como son los virus o las bacterias resistentes. Por ello, la pasteurización sigue siendo la medida más eficaz hasta la fecha para proteger la salud de la población. Como explican aquí, ahora la preocupación se centra en la gripe aviar H5N1 que afecta al ganado lechero, ya que varios lotes de leche cruda de Raw Farm dieron positivo al virus de la gripe aviar, lo que ha obligado a la empresa a retirar algunos lotes de leche cruda.
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