Según un análisis realizado por Environmental Working Group (Grupo de Trabajo Ambiental) que se dedica a la protección de la salud humana y del medio ambiente, se han descubierto bacterias resistentes a los antibióticos en casi el 80% de la carne que se comercializa en Estados Unidos en el canal minorista (supermercados). Se ha constatado que las bacterias presentes en la carne eran resistentes al menos a uno de los 14 antibióticos probados por el Sistema Nacional de Monitoreo de la Resistencia a los Antimicrobianos (NARMS), sistema de vigilancia de la salud pública de Estados Unidos que analiza la resistencia a los antibióticos en las bacterias transmitidas por los alimentos y otras bacterias entéricas.
Según el Grupo de Trabajo Ambiental, los consumidores necesitan saber más sobre la posible contaminación que sufre la carne que consumen, ya que de este modo pueden extremar medidas para mejorar la seguridad alimentaria, especialmente si se trata de alimentos cárnicos destinados a los niños, las mujeres embarazadas, las personas inmunodeprimidas o las personas mayores. Las cifras del estudio muestran que se detectaron bacterias resistentes a los antibióticos en un 79% de la carne de pavo picada, en un 71% de las chuletas de cerdo, en un 62% de la carne de vacuno picada, y en un 36% de pechugas, muslos y alitas de pollo que se comercializaban en los supermercados en el año 2015.
Los datos del estudio corresponden al 2015 porque es el último año del que se tienen datos disponibles, por lo que quizá, estas cifras varían en la actualidad, pudiendo ser el porcentaje de carne afectado tanto mayor como menor. Lo cierto es que estos datos no nos sorprenden. Recordemos que en el año 2011, un estudio realizado por el Translational Genomics Research Institute, mostraba que el volumen de carne contaminada con patógenos resistentes a los antibióticos era del 25% en los diferentes tipos de carne que se comercializaban en cinco ciudades estadounidenses. La carne estaba contaminada por una cepa de una bacteria del Staphylococcus aureus o estafilococo áureo que era resistente a los fármacos.
Posteriormente hemos conocido otras investigaciones más concretas que muestran que el nivel de contaminación en la carne por patógenos resistentes a los antibióticos es elevado, otro ejemplo es este estudio de Consumer Reports, en el que se concluía que el 69% de la carne de cerdo que se comercializaba en seis ciudades estadounidenses estaba contaminada por Yersinia enterocolitica y un 47% por Staphylococcus aureus, de este último patógeno, un 52% eran cepas resistentes a los fármacos. Según los datos de este nuevo estudio, se puede decir que existe una clara progresión y que el problema va a más, la presencia de estos microorganismos resistentes en la carne es generalizada y pone en mayor riesgo la salud de los consumidores.
Claro que, aunque se habla de la carne, no hay que olvidar que las bacterias resistentes a la acción de los antibióticos están presentes en alimentos listos para el consumo como las frutas, las verduras. los productos lácteos, la harina de pescado, etc., siendo un problema que, además, está presente en muchos otros países del mundo. Es por ello que recientemente la OMS o la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) han realizado llamamientos solicitando que no se utilicen los antibióticos en animales de granja con fines no terapéuticos, ya que se está poniendo en serio peligro la seguridad alimentaria y la salud de las personas.
Los expertos comentan que las bacterias transfieren sus genes de resistencia a otras bacterias a través de unos elementos móviles denominados integrotes, por lo que cada nueva generación de bacterias es más resistente a la acción de los antibióticos. Estos microorganismos entran en contacto en el medioambiente y en el tracto gastrointestinal de personas y animales, dificultando seriamente el tratamiento efectivo contra las infecciones. A pesar de tener conocimiento de todo esto, el gobierno estadounidense sigue permitiendo a los productores de carne que administren antibióticos con fines no terapéuticos a los animales, con el propósito de compensar las condiciones estresantes, abarrotadas o insalubres en las granjas industriales y reducir posibles pérdidas económicas.
Esta es una de las razones por las que la EWG (Environmental Working Group) recomienda el consumo de carne ecológica que ha sido criada sin antibióticos, pues además de disfrutar de un mejor sabor, se contribuye a ralentizar la propagación de la resistencia a los antibióticos. La EWG ha emitido una serie de consejos que podéis consultar en este documento (Pdf) sobre cómo pueden evitar los consumidores este tipo de bacterias por ejemplo, comprobando que en las etiquetas alimentarias aparece la leyenda “carne obtenida a partir de animales que no han sido tratados con antibióticos”. También se ofrece un recurso online, un decodificador de etiquetas alimentarias de la carne que informa sobre las afirmaciones comunes que aparecen en las etiquetas señalando las que son o no confiables por contener afirmaciones engañosas.
A todo esto, hay que añadir que se ha enviado una carta a la FDA (Agencia de Medicamentos y Alimentación de Estados Unidos) llamando la atención sobre este problema creciente para que se tomen las medidas oportunas, ya que no hay por qué esperar a que termine siendo contaminada con estos microrganismos el 100% de la carne antes de tomar medidas enérgicas. Lamentablemente, la política de la FDA sobre el uso de antibióticos en los animales se basa en una serie de recomendaciones que son de carácter voluntario, cuando lo que en realidad se necesita,es poner en marcha una legislación que prohíba el uso de los antibióticos con fines no terapeuticos.
Podéis conoce el informe del estudio realizado por la EWG a través de este artículo publicado en su página web.