El atún de aleta azul es uno de los pescados que más se cotizan en Japón, presenta una increíble carne de textura suave y un sabor tan intenso, que los amantes de este producto marino prefieren degustarlo crudo. Durante los últimos años se ha ido desarrollando notablemente el gusto por este manjar en otros países, la carne del atún se utiliza especialmente en el sushi y el sashimi, y como sabemos, estas preparaciones se han extendido en todo el mundo, siendo preparaciones embajadoras de la gastronomía japonesa.
Como ocurre con otras especies marinas, el atún azul o Kuromaguro, como se denomina en japonés, se encuentra en peligro de extinción aunque ya lo estaba hace algunos años, pero la situación se ha agravado notablemente debido a la fuerte demanda y a las excesivas capturas, dos hechos que han propiciado que la población de atunes sufriera un grave varapalo. Recordamos que hace algo más de un año ya se discutía de qué manera se podía reflotar la especie, se barajaron varias posibilidades, pero las conversaciones no prosperaron, se podría decir que cayeron en saco roto.
El atún en el sushi es una verdadera delicia, los amantes de esta delicia culinaria no dudan en pagar hasta 255 euros por kilo por una pieza cuyo peso alcanza los 300 kilos, es decir, el atún resulta por unos 76.500 euros. Los investigadores que denuncian la peligrosa extinción indican que es necesario que se llegue a un acuerdo internacional que pueda preservar la especie y permita seguir disfrutando del atún de aleta azul, aseguran que se puede evitar la extinción, los estudios realizados muestran que es incluso posible recuperar la población.
La clave está en mejorar tecnológicamente las flotas pesqueras de los países en vías de desarrollo, ya que los medios precarios que utilizan provoca la captura de ejemplares grandes y pequeños. Como alternativas existen otras especies de atún que, según los expertos, serían una buena opción para el mercado japonés del sushi, como por ejemplo el atún amarillo.
Cada vez son más las especies en peligro de extinción, especies que enriquecen nuestra gastronomía y que es necesario preservar y respetar para después no tener que lamentar. Habría que modernizar las flotas pesqueras de aquellos países en vías de desarrollo que viven del atún, se tendría que alcanzar un acuerdo con un tope de capturas de ejemplares grandes y compartir entre todos los países las capturas.
Además, se debería realizar una vigilancia extrema que permitiera frenar el mercado negro del atún ya existente y que indudablemente aumenta poniendo en peligro todos los esfuerzos que se realicen.