Investigadores del laboratorio Cold Spring Harbor (CSHL) y del Instituto Médico Howard Hughes (HHMI), han modificado genéticamente una planta de tomate para convertirla en un arbusto productor de tomates, es decir, una planta de poco crecimiento y muy ramificada que produce los tomates como si fueran racimos de uva. Los expertos creen que la nueva variedad sería ideal para huertos urbanos y plantaciones en misiones espaciales, donde existe una limitada disponibilidad de zonas para cultivar.
La investigación tenía como principal objetivo diseñar diferentes tipos de cultivos para entornos urbanos y otros lugares no aptos para la producción, los expertos comentan que con la nueva variedad de planta de tomate no hace falta tanta tierra, se limita el uso de fertilizantes, se ahorra agua y la huella de carbono resultante es menor que la de los tomates convencionales. Al ser una planta compacta se puede producir en espacios reducidos y durante todo el año para obtener tomates si las condiciones climáticas están controladas.
Los expertos han llevado a cabo ediciones genéticas en dos genes, uno que controla el tamaño de la planta y otro que controla el crecimiento reproductivo, con ello lograron que la planta de tomate dejara de crecer, convirtiéndose en una especie de arbusto capaz de florecer y fructificar mucho antes. Con el control de estos genes se podía hacer que las plantas crecieran y fructificaran mucho antes, pero esto sólo podría acelerarse mucho antes de que el sabor y el rendimiento se vieran afectados, algo que se evitó manipulando los genes mencionados y también un tercer gen que controla la longitud de los tallos, utilizando igualmente las herramientas moleculares CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats), que se emplean para editar o corregir el genoma.
Merece la pena recordar que en la edición genética se “cortan y pegan” secuencias específicas de ADN de la misma especie, mientras que con la modificación genética se incluye la transferencia de genes de otras especies. Los investigadores comentan que al combinar los tres genes manipulados, han logrado crear plantas de tomate compactas, con tallos cortos y con una mayor capacidad de floración y fructificación. De momento, los investigadores están perfeccionado la técnica y esperan que su trabajo inspire a otros científicos para que desarrollen un modelo similar en otros cultivos, por ejemplo, el kiwi.
Los expertos creen que con este cambio la agricultura puede alcanzar nuevos horizontes, ya que se puede producir mucho más en espacios reducidos como las azoteas, balcones o pequeños jardines de entornos urbanos, y en misiones espaciales donde el espacio es muy limitado y se ha de lograr maximizar la producción, como en las misiones previstas a Marte. Como podéis ver en la fotografía, la nueva planta o arbusto del tomate no se parece en nada a la tomatera tradicional cuyos tallos son largos, se parecen a enredaderas y los frutos se reparten en toda su longitud. Da la impresión de que sean tomates cherry que tienen la capacidad de madurar rápidamente, los expertos aseguran que en 40 días se obtiene una cosecha y que los tomates están listos para su consumo.
Sobre las cualidades organolépticas, uno de los investigadores asegura que tienen buen sabor, pero esto es algo que depende de las preferencias personales, lo que nos induce a pensar que quizá tienen un sabor que podría ser aceptable, pero que no tiene nada que ver con el que ofrecen los tomates de producción convencional. Apuntan como dato importante que se trata de tomates ecológicos, recordemos que desde hace algunos años, cada vez más científicos combinan la producción ecológica y transgénica, asegurando que se trata de un modelo agrícola más productivo y sostenible, algo de lo que hablábamos aquí.
La idea es interesante, pero surgen algunas dudas, por ejemplo, ¿este exceso de productividad puede afectar a la maduración haciendo que no sea uniforme?,¿se producen modificaciones en la cantidad de pulpa, en el contenido nutricional, etc? Tampoco se aclara si las cualidades organolépticas son óptimas y habría sido interesante que un panel de cata hubiera dado su opinión sobre el sabor, no se aclara si son viables para un modelo de cultivo en ausencia de tierra, etc. Quizá hubiera sido interesante trabajar con la planta de tomates de colgar o penjar por sus características. Es de suponer que se llevarán a cabo nuevas investigaciones y darán a conocer los resultados, así que estaremos atentos, pero, de moomento, podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en Cold Spring Harbor (CSHL).
Foto 2 | TimOller
1 comentarios
Si, porque yo tengo derecho y quiero comer tomates (o lo que sea), cuando sea, como sea y donde sea, aunque el parecido con un tomate autentico, no ya el sabor o su genuinidad genetica, brillen por su ausencia.