Hace unas semanas, la Unión Europea aprobó el uso de nuevos insectos para la elaboración de ingredientes alimentarios, concretamente productos derivados de grillos y larvas de escarabajo foráneo que se alimentan del moho de los granos. Según la reglamentación, si en un producto alimenticio se utilizan insectos, estos deben reflejarse en la lista de ingredientes nombrándose por sus nombres científicos y cotidianos, a fin de que los consumidores lo sepan y puedan decidir si quieren o no adquirir los productos. Pero parece que últimamente se ha generado mucha desinformación sobre este tema.
Recordemos que anteriormente se aprobó el uso del Tenebrio molitor o gusano de la harina, convirtiéndose en el primer insecto aprobado para el consumo humano en la Unión Europea. Los nuevos ingredientes procedentes de los insectos citados se podrían incluir en panadería, bollería, pizzas, platos vegetales, dulces y barritas de chocolate, o productos de pasta, entre otros. También es interesante saber que llegarán más productos, ya que se están revisando actualmente otras ocho solicitudes de ingredientes derivados de los insectos.
Tras la entrada en vigor del reglamento europeo sobre nuevos alimentos en 2018, la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) recibió muchas solicitudes para la evaluación y aprobación de una gran variedad de fuentes alimentarias nuevas y tradicionales, y entre ellas estaban los insectos. Tras las oportunas evaluaciones de seguridad, la agencia ha clasificado a los insectos citados como inocuos para la salud, pero dada la posibilidad de alergia en personas sensibles, es obligatorio que los alimentos que contengan insectos en sus ingredientes sean etiquetados con advertencias de alérgenos.
Como ya explicábamos en su momento, los investigadores de la EFSA informaban que los insectos son organismos complejos, donde es necesario comprender su microbiología, por lo que era todo un desafío caracterizar la composición de los productos alimenticios elaborados con ellos. Y es que, la apuesta por los insectos se hace cada vez con mayor énfasis, basta recordar que en la Estrategia del Campo a la Mesa enmarcada en el Pacto Verde Europeo (The European Green Deal), se clasificó a los insectos como fuente alternativa de proteínas a tener en cuenta, para respaldar la transición hacia un suministro de alimentos más sostenible.
La CE destaca los beneficios de la cría de insectos destinados a la alimentación humana como, por ejemplo, que generan menos gases de efecto invernadero, que generan poco desperdicio alimentario o que requieren muchos menos recursos como la tierra y el agua, en comparación con otras proteínas como la carne. A esto sumamos que desde hace años, organismos como la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), han promovido incluir los insectos en la alimentación por ser fuente de proteínas, vitaminas, minerales, altos niveles de grasas, fibra, etc.
Parece que a partir de la aprobación del uso de los productos derivados de grillos y larvas de escarabajo foráneo, se ha creado mucha desinformación especialmente a través de las redes sociales, donde se están haciendo afirmaciones engañosas y erróneas, como que no existen requisitos para el etiquetado, asocian determinadas enfermedades con la ingesta de alimentos que contienen ingredientes derivados de los insectos, e incluso se habla de una teoría de conspiración de una élite global que busca sacrificar a la humanidad.
Algunos políticos se hacen eco de información que no es veraz, como decir que los consumidores comerían insectos sin su conocimiento, y ya hemos visto que hay reglas muy estrictas y claras para que los consumidores sepan de la inclusión de los insectos en los alimentos. Como explican aquí, desde el año 2021, la UE ha autorizado la venta de productos derivados del grillo doméstico, de la langosta migratoria y de dos clases de larvas de gusanos de la harina, y en todos los casos se rigen por los mismos criterios y requisitos en materia de etiquetado y controles sanitarios y, por supuesto, se han aprobado previo estudio realizado por la EFSA.
Hay que tener cuidado con la información que se puede encontrar en internet y en especial en las redes sociales, los bulos, los errores y la desinformación están a la orden del día, y no sólo con este tema, con casi todo tipo de cuestiones.