Con un análisis de ADN del aceite de oliva virgen se lograrían evitar supuestos fraudes como el que denunciaba COAG hace unas semanas, recordemos que la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos denunciaba que Alcampo etiquetaba aceite de oliva refinado como aceite de oliva virgen extra, algo que por supuesto Alcampo desmentía indicando que se trataba de un error en el etiquetado. Sin embargo, no es el primer caso en el que se denuncia la mezcla de aceite lampante con aceite de oliva virgen extra para comercializarlo como aceite de categoría superior.
Recordemos que según la legislación europea, esta práctica es admitida pero sólo para la categoría aceite de oliva, el aceite de oliva virgen y el virgen extra son aceites extraídos de aceitunas sanas en su punto óptimo de maduración y no superan determinados parámetros de acidez. Para evitar fraudes o confusiones, un grupo de investigadores de la Universidad de Córdoba en colaboración con expertos del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC, ha establecido un protocolo para analizar el ADN del aceite de oliva y poder determinar su autenticidad y la ausencia de mezclas.
El trabajo de investigación se titula Establecimiento de las bases de la trazabilidad del aceite de oliva, y se enmarca en un proyecto europeo del Programa Marco de Investigación y Desarrollo con el que la Unión Europea los financia. El estudio pretende identificar todas las variedades de aceitunas con las que se elabora el aceite y de la región de la que proceden, sin duda, un trabajo largo y laborioso.
La adulteración de los productos, el fraude o los errores, obligan a desarrollar nuevas técnicas que puedan acreditar la calidad del producto e inspirar confianza en los consumidores. Los propios investigadores argumentan que el fraude está a la orden del día hasta el punto de que se ha mezclado aceite de oliva con otros tipos de aceite de semilla. El ADN es una de las pruebas que pueden determinar con veracidad la calidad de un producto, recordemos algunos trabajos al respecto como el realizado por investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), mediante el análisis genético ahora se puede identificar la carne de caza una vez cocinada para evitar que piezas como la codorniz, la becada o la pintada sean sustituidas por otras carnes de aves de valor inferior.
También se puede nombrar el trabajo del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo en el que se pone a disposición de la industria alimentaria una biblioteca genética de los peces de nuestro país, hasta 300 especies han sido secuenciadas para evitar los fraudes, de ello hablábamos en el post Información genética del pescado para detectar fraudes. Como último ejemplo también debemos citar el marcador genético del mejillón de Galicia, un trabajo desarrollado por la Consellería de Pesca, el Consello Regulador do Mexillón de Galicia y la Universidad de A Coruña para poder identificar claramente los mejillones y acabar con el fraude, sea en mejillones frescos o enlatados.
Parece evidente que la única manera de asegurar que no nos den gato por liebre es utilizar marcadores genéticos, de ahí que sea cada vez más habitual la aparición de nuevos análisis de ADN como sello de garantía de calidad. Con respecto al análisis de ADN del aceite de oliva virgen, hay que decir que los investigadores indican que se trata de un proceso complicado, ya que el número de genes conocidos es limitado, sería quizá necesario desvelar el genoma de todas las variedades de aceitunas para poder hacer un trabajo más efectivo (una buena ayuda sería el Proyecto Oligen. Sin embargo, los expertos trabajan en un nuevo protocolo que permitiría, incluso con información genética limitada, desvelar la verdadera composición y origen del aceite de oliva virgen que sea sometido al análisis.
Los investigadores se han centrado en estudiar cómo aplicar los marcadores moleculares o secuencias concretas de cada genoma ,analizándolas mediante una técnica que logra amplificar exponencialmente el material genético, la reacción en cadena de la polimerasa o PCR, técnica biológica molecular con la que se obtiene un gran número de copias de un fragmento de ADN. El resultado es que resulta más fácil identificar con un grado de probabilidad elevado el tipo de aceite de oliva analizado.
Como decíamos, el proceso es largo y es necesario comprobar la eficacia de los sistemas de extracción de ADN y certificar que no se degradan pudiendo alterar el resultado. Los expertos, tras realizar las pruebas oportunas, indican que la reacción en cadena de la polimerasa es la técnica más eficiente para aislar el ADN. Finalmente concluyen que el protocolo establecido no sólo determinará el aceite de oliva, también su calidad.
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