Durante nuestra estancia en Valladolid estamos conociendo algunas poblaciones de la provincia que hasta el momento no habíamos visitado, y con ello también descubrimos algunos productos gastronómicos tradicionales, como ejemplo, las Almendras de Villafrechós, unas almendras garrapiñadas muy apreciadas con motivo.
Villafrechós es una pequeña localidad vallisoletana (poco más de 500 habitantes), tienen producción de legumbres, embutidos, quesos y las famosas almendras garrapiñadas que según nos contaron, tienen una tradición de más de 200 años.
Las almendras garrapiñadas de Villafrechós son creación de una familia de confiteros, la familia Cubero, y aunque esta nutritiva ‘golosina’ se sigue encontrando en comercios de esta localidad y mantiene su nombre tradicional, la familia se trasladó a Medina de Rioseco y a Valladolid. Son las ciudades en las que en la actualidad se pueden encontrar estas almendras, quizá también se distribuyan a algunos municipios colindantes más.
Quizá os preguntéis por qué son tan famosas estas almendras garrapiñadas, lo cierto es que son una delicia, ligeramente crujientes y aromáticas, dulces en su justa medida, con mucho equilibrio entre el fruto seco y la fina película de caramelo.
Cuentan que las almendras garrapiñadas empezaron a elaborarse porque había excedente del fruto seco, el artesano confitero decidió endulzarlas con azúcar para aprovecharlo. El proceso de elaboración que se conoce es, partiendo de la misma cantidad de almendra y azúcar, y la mitad de agua, se incorpora todo en un recipiente de cocción y se va cocinando, dando vueltas sin parar con una cuchara u otro utensilio de madera, hasta que el azúcar y el agua se convierten en caramelo y éste recubre las almendras, quedando bien impregnadas, brillantes y sueltas. Para terminar, se extienden bien para dejarlas enfriar.
Es así de sencillo, aunque no es tan fácil conseguir estos resultados, ¿verdad?. La mayoría de almendras garrapiñadas que se elaboran en otros lugares tienen una excesiva capa de caramelo y muchas veces demasiado dura, es rugosa…
Parece ser que el reconocimiento de este producto en Valladolid y provincia es más que suficiente para la familia que dio nombre a las almendras de Villafrechós, si se menciona la idea de que se amparen bajo una marca de calidad, afirman que no hay ningún interés en ello. Igual que cuando a nosotros nos comunicaron que íbamos a visitar un pueblo en el que hacían unas almendras garrapiñadas deliciosas, enseguida quisimos probarlas, seguro que muchos de vosotros, si pasáis por Valladolid, Medina de Rioseco o Villafrechós, os acordaréis de este producto y lo buscaréis para probarlo.
Se convierten en un regalo gastronómico con el que fácilmente se agasaja tanto a los golosos como a los que no lo son tanto, el riesgo es que probar las almendras de Villafrechós invita a seguir degustándolas, es difícil parar.