Actualmente en los supermercados podemos encontrar una variada gama de productos proteicos, yogures, batidos, quesos, gelatinas, panecillos, barritas de cereales, helados, etc. Se trata de productos alimenticios que se presentan como ideales para ganar masa muscular, para ayudar a adelgazar o a mantener la línea, o para quienes tienen déficit proteico en su alimentación, entre otros. Seguro que conocéis algunos de estos productos y también sabéis que son más caros que los que no están enriquecidos con proteínas, y también tenéis que saber que su consumo puede resultar innecesario, ya que las necesidades proteicas pueden ser cubiertas perfectamente con una dieta variada y equilibrada.
Si no conocéis estos productos, la próxima vez que vayáis al supermercado podéis hacer comparativas con los homónimos convencionales, comprobaréis que algunos productos alimenticios enriquecidos con proteínas son caros y como ya hemos comentado, además innecesarios. Hoy nos hacemos eco de un estudio realizado por Foodwatch, una organización independiente de defensa del consumidor que opera en algunos países europeos, en el que concluye que los alimentos proteicos son un gran negocio para las empresas alimentarias, pero una estafa flagrante para los consumidores.
La organización ha analizado productos alimenticios proteicos alemanes, pero es evidente que los resultados serían similares en el mercado español y en otros mercados comunitarios, en este caso, no estará mal que alguna organización de consumidores pusiera en marcha un estudio en profundidad, porque algunos nutricionistas divulgadores de nuestro país ya lo han hecho y muestran conclusiones similares.
Volviendo al estudio, podemos ver algunos ejemplos como el Muesli Proteico Seitenbacher, que resulta un 86% más caro que el Muesli Fitness de la misma marca, el pan proteico de Mestemacher es hasta un 145% más caro que un pan homónimo, y como caso más aberrante, Foodwatch destaca pudin de vainilla rico en proteínas de Dr. Oetker, cuyo coste es de un 224% más caro que el producto básico del fabricante.
Según la organización de consumidores, la proteína añadida es completamente innecesaria, comenta que la Sociedad Alemana de Nutrición (DGE) recomienda una ingesta diaria de 0,8 gramos por kilo de peso corporal en adultos, cantidad que perfectamente se puede obtener a través de una dieta variada, sana y equilibrada, en la que no falten las legumbres, el pescado, la carne y los frutos secos. La sociedad alemana apunta que incluso las personas que realizan regularmente ejercicio (ver aquí artículo), pueden satisfacer sus necesidades de proteínas a través de la alimentación y sin tener que recurrir a esos alimentos enriquecidos con proteínas que se pueden encontrar en los supermercados.
Foodwatch explica que en un estudio presentado por el Ministerio Federal de Alimentación (MRI), se concluía que en Alemania los consumidores tienden a abusar de las proteínas, sin embargo, la industria alimentaria explota el nicho de mercado y ofrece a los consumidores lo que se consideran productos proteicos inútiles y excesivamente caros.
El mercado de los alimentos proteicos crece y en el caso de Alemania, según los estudios de algunas consultoras, los consumidores del país gastan más de mil millones de euros al año en este tipo de alimentos, destacando que en sólo dos años, el consumo se ha incrementado en un 50%. La organización apunta que las empresas alemanas se valen de las redes sociales (lo mismo ocurre en España y en otros países) para promocionar los productos proteicos ultraprocesados. Como ejemplo, cita el pudín rico en proteínas de la empresa Ehrmann, producto que se presenta en redes sociales, como Instagram, consumido por personas jóvenes y en forma, y sugiriendo que dicho pudin debería estar presente en el menú de quienes realizan deporte regularmente.
Según la organización de consumidores, el problema es que la industria alimentaria de repente actúa como si un helado, un pudín, un arroz con leche u otros productos, fueran saludables por el simple hecho de haber incluido un poco de proteína en polvo que, según su procedencia, es muy barata. Pero el helado sigue siendo helado y el pudín sigue siendo pudín, independientemente de si contiene proteínas añadidas o no. Y es que siguen siendo alimentos ultraprocesados, cierto es que en comparación con sus homónimos, suelen contener menos grasa y azúcar, pero eso no los convierte en saludables, ya que contienen edulcorantes y otros aditivos, pocas vitaminas y minerales.
En este sentido, no hay que olvidar que varios estudios señalan a los alimentos ultraprocesados con un impacto negativo para la salud, como el mayor riesgo de tener una peor salud mental, aumento del riesgo de sufrir cualquier tipo de cáncer, enfermedades cardíacas, diabetes, etc. También hay que recordar que sobre la inclusión de los edulcorantes, la Organización Mundial de la Salud recomienda no utilizar edulcorantes no calóricos para el control del peso corporal, ya que estos alimentos proteicos ultraprocesados también se consumen pensando en mantener el peso corporal.
Por último, destacar que el precio más elevado de un alimento ultraprocesado proteico no puede justificarse con el argumento de que posee una materia prima más cara porque no es así. Foodwatch comenta que lo que solía ser un producto de desecho como, por ejemplo, el suero resultante de la producción de queso, ahora es una materia prima que puede utilizarse para ganar mucho dinero, se agrega al producto y se comercializa al triple de su precio, una pura estafa.
Os recomendamos acceder a este artículo de Foodwatch y conocer más detalles sobre el análisis que ha realizado sobre los productos ultraprocesados enriquecidos con proteína.