En todas las cocinas con historia y tradición hay platos tan humildes como el que os vamos a comentar a continuación, ya habéis visto en el título que se trata del Aigo Boulido, una sopa muy antigua y tradicional de la Provenza francesa, y en cuanto conozcáis su composición os va a resultar familiar.
Hay un refrán que dice ‘L’aigo boulido sauvo la vido’, y su significado es ‘El agua hervida salva la vida’, y es que este plato, uno de los más antiguos de la cocina Provenzal, no es más que una simple sopa con agua hervida como base, y para aportar sabor y textura se añade, ajo, hierbas aromáticas, pan y aceite de oliva virgen extra.
Así es que el Aigo Boulido (o aigo bollido), aunque se traduce como ‘agua hervida’, es una sopa de ajo, también muy tradicional en la gastronomía española y de la que hay muchas variantes según la región, siendo la más popular la de Castilla y León, también merecen reconocimiento las sopas de ajo de Andalucía, de Aragón, de La Rioja, del País Vasco… de ahí que os habláramos de que os resultaría familiar.
Parece ser que el Aigo Boulido era un plato tradicional de la cena de Navidad, pero ahora es mucho más habitual prepararla para el día después de grandes comilonas o celebraciones, puesto que es reconfortante, digestiva, descongestionante, neutralizante de la mucosa estomacal…
Aunque esta sopa de ajo provenzal ha evolucionado desde sus inicios, sigue conservándose una receta bastante clásica en la que básicamente participan el agua hervida, los ajos, la salvia, el laurel, el tomillo, el pan duro y el aceite de oliva virgen extra. Luego se pueden añadir otros ingredientes como los huevos, una yema para ligar o huevos escalfados para hacer un plato más nutritivo, tomates o queso rallado, entre otros.
Seguro que vosotros tenéis algunas otras variantes de las sopas de ajo, ¿cuál es vuestra favorita?
Foto | NRK
2 comentarios
¿y la receta, por favor? He comido esta sopa en Francia muchas veces y me gustaría poderla hacer correctamente. Gracias
Mira, en casa de mis padres siempre se ha tomado «sopas de ajo», sobretodo en invierno. Y, francamente, eran las sopas más simples que he visto en mi vida. Y, sin embargo, son las que mejor sientan. Sólo pan duro o «de ayer», un ajo cortado en láminas o como quieras, sal y agua hirviendo sobre esto, que estará en un «perolico» y ya está. No tengo palabras.