Para quien se pregunta si el agua del grifo y el agua mineral son lo mismo, vamos a responder intentando aportar información útil y didáctica, porque nos parece un tema relevante y de interés común, empezando por decir que el agua del grifo y el agua mineral son dos tipos diferentes de agua en varios aspectos.
Así que vamos a analizar brevemente el agua del grifo vs. agua mineral y a señalar qué debemos saber sobre cada una de ellas empezando por las principales diferencias, que se pueden encontrar en el origen, en la composición y en el tratamiento que reciben.
Agua del grifo vs. agua mineral: ¿Qué debemos saber?
El agua del grifo es agua potabilizada, por lo que también se conoce como agua potable. Procede de fuentes superficiales, como ríos o embalses, pero también puede tener origen subterráneo, de acuíferos. En la Comunidad Europea hay una directiva que establece las normas relativas a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano.
Así que antes de tener acceso a esta agua simplemente accionando el grifo, el agua se somete a un tratamiento en plantas potabilizadoras, donde se purifica, se eliminan sustancias contaminantes y perjudiciales para el ser humano, así como cualquier rastro de olor y sabor. Aunque… sobre el sabor del agua se puede hablar largo y tendido, pero será en otra ocasión.
La composición del agua del grifo es muy diferente en las distintas regiones españolas y además, es cambiante. Puede variar considerablemente dependiendo de la fuente de la que procede y del proceso de tratamiento. En general, es agua con cantidades variables de calcio, magnesio, sodio y otros minerales, pero superiores a las del agua mineral.
El agua mineral proviene de manantiales o pozos profundos, es lo que se denominan fuentes subterráneas naturales. Obviamente también están sujetas a normativas específicas con las que se controla su pureza microbiológica y su contenido mineral, entre otras cosas.
Pero no se somete a un tratamiento como al agua del grifo, ni se le añaden químicos como el cloro, se embotella en la misma fuente y su procesamiento es el mínimo para mantener su composición mineral natural.
La composición del agua mineral es más constante y está determinada por las características geológicas del área de la que se obtiene. Puede ser rica en minerales como calcio, magnesio, bicarbonatos, sulfatos, entre otros, y así debe constar claramente en la etiqueta de la botella o garrafa.
¿Y el agua de manantial?
A estos dos tipos de agua, el agua del grifo y el agua mineral, se puede añadir una tercera, el agua de manantial. Esta también proviene de fuentes naturales subterráneas y posee características de pureza que permiten su consumo, pero es necesario señalar que su composición es menos estable y constante que la del agua mineral.
El agua de manantial se origina a partir de la infiltración de agua de lluvia (o de nieve derretida) que se filtra a través del suelo y las rocas, se acumula en acuíferos subterráneos y puede fluir a través de grietas y fisuras en la roca hasta encontrar una salida natural en la superficie, dando lugar a un manantial.
Su composición puede variar significativamente según la geología y las condiciones del área, pudiendo contener una variedad de minerales y oligoelementos disueltos. Hay manantiales con aguas más ricas en minerales, otros con aguas más puras y en general, su calidad suele considerarse excepcional debido a su origen subterráneo.
Aunque también puede variar dependiendo de factores como la contaminación del suelo, la actividad humana en la zona y la presencia de microorganismos. Es por ello que el agua de manantial es analizada regularmente para garantizar su seguridad y calidad.