Advertencias nutricionales en los envases y envoltorios de los alimentos que ofrecen en los fast food mexicanos, este es el objetivo que persigue un partido político mexicano, para ello ha presentado un proyecto de reforma de la actual Ley General de Salud en la Cámara de los Diputados de México. Parece ser que la iniciativa norteamericana es secundada, hace aproximadamente un mes conocíamos también que se pretendía concienciar a los neoyorquinos sobre los riesgos calóricos asociados al fast food mediante la inclusión de leyendas calóricas en los envases y envoltorios de los productos que se comercializan en los restaurantes de comida rápida de la ciudad.
Mensajes como “abusar de este producto provoca obesidad”, “la obesidad reduce la calidad de vida”, etc., serán algo cotidiano si la reforma es aprobada. Además, se va a prohibir toda aquella publicidad asociada a los sorteos, promociones y regalos tan utilizada por las cadenas de comida rápida para potenciar el consumo de sus productos. La iniciativa mexicana es mucho más contundente que la americana, recordemos que en este post titilado La obesidad es un problema muy ligado a la educación y al nivel socioeconómico, podíamos conocer unas previsiones que preocupaban seriamente a los nutricionistas y especialistas de la salud mexicana. En ellas se manifestaba que en unos años, México se convertiría en el país del mundo con mayor incidencia de obesidad.
Por ello también se pretenden instaurar otro tipo de actuaciones, la prohibición de publicitar fast food en radio y televisión en determinadas franjas horarias, prohibir la inclusión de este tipo de anuncios en las salas de cine y, algo que valoramos notablemente, la prohibición de la venta de este tipo de productos en las escuelas. Quizás queda pendiente (como en España) incluir la asignatura de nutrición en los centros escolares, una iniciativa que ya es solicitada en algunos países europeos.
La Ley General de salud mexicana define al fast food o “comida basura” como un producto procesado e industrial que contiene determinadas sustancias no naturales, como pueden ser colorantes, potenciadores de sabor, conservantes, etc., con un bajo aporte nutricional. También se debería incluir en la definición “más barato”, de hecho este es uno de los puntos que realmente permite un mayor consumo de fast food. El poder adquisitivo de una buena parte de la población mexicana es bastante bajo y es una razón por la que el acceso a los alimentos saludables está vetado, al ser estos mucho más caros. La alternativa para poder comer de forma acorde al poder adquisitivo es el fast food.
Es interesante esta reforma, pero si no se acompaña de una posibilidad para la población mexicana de adquirir alimentos saludables a un coste menor, el fast food seguirá consumiéndose del mismo modo que se sigue fumando a pesar de los mensajes contenidos en las cajetillas de tabaco y las previsiones de obesidad no variarán.
Vía | El Universal