La acelga (Beta vulgaris var. Cicla) es un vegetal de la familia de las Amarantáceas, como las espinacas o la remolacha, originaria de Europa y África, zonas templadas del Mediterráneo, aunque se ha extendido su cultivo en países como Asia y América, donde además se están recuperando algunas variedades de acelgas de color que se conocen desde el siglo XVI. Los países que encabezan el cultivo de acelgas son España, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda, Estados Unidos y Canadá.
La acelga es una verdura de invierno, aunque la podemos encontrar todo el año en el mercado. Sus grandes hojas y sus pencas forman la parte comestible de esta planta bianual de la que se conocen distintas variedades, siendo las más apreciadas la Amarilla de Lyon, de hojas grandes, verdes y onduladas, con pencas blancas y bien anchas, la Bressane, de hojas más rizadas, color verde más oscuro y pencas blancas y anchas, la variedad francesa Carde Blanche y entre otras, destacan, aunque son menos habituales las variedades coloreadas, rojas, naranjas o amarillas.
No es una de las verduras más apreciadas en la actualidad, aunque en el curso de su historia encontramos que ha sido una planta muy apreciada por sus propiedades medicinales y nutricionales. Su fácil cultivo y su particular sabor, algo amargas, insípidas según la cocción proporcionada… son quizá los culpables de su poco ‘glamour’ culinario, aunque tanto sus pencas carnosas como sus grandes hojas proporcionan muchas posibilidades en la cocina.
La acelga es una verdura muy vinculada a las dietas de adelgazamiento, ya que resulta muy poco energética. Siendo más del 90% de su peso agua, proporciona en torno a las 25 kcal. por 100 gramos, discreta en carbohidratos, proteínas y grasas y rica en vitaminas y minerales como los folatos, beta caroteno, potasio, magnesio, sodio, calcio, hierro, yodo…
Las acelgas debemos comprarlas bien frescas, con las hojas tersas y brillantes y las pencas crujientes y duras. Son muy perecederas, deben conservarse en el frigorífico pero no más de dos o tres días.
Seguro que todos conocéis muchas recetas de cocina para hacer las acelgas, se pueden consumir en crudo en ensaladas aprovechando más sus nutrientes, sobre todo si son bien frescas. Es muy habitual prepararlas hervidas o cocinadas al vapor, como otras verduras, acompañadas de patatas, zanahorias, cebolla… resultan muy sabrosas rehogadas o fritas, rebozadas, y como parte de distintos rellenos y/o acompañamiento de pescados y carnes. Hay que tener en cuenta que las pencas necesitan más tiempo de cocción, así que dependiendo de la receta que se quiera elaborar, convendrá cocinarlas por separado.
Podemos encontrar la acelga fresca, como ya hemos comentado, pero también congelada, en conserva o envasada y lista para su consumo como producto de cuarta gama. Es muy habitual actualmente encontrar las acelgas baby, hojas pequeñas y tiernas, que se pueden cultivar en macetas en el hogar.
Foto | Lisa h