En California se espera pacientemente que lleguen las elecciones del próximo día 6 de noviembre, fecha en la que se va a votar la denominada Proposición 37. Este es el resultado de la campaña ‘Derecho a Saber’ que trabajó para reunir las firmas que permitieran que el proyecto para etiquetar los alimentos transgénicos pudiera ser sometido a votación, de ello hablábamos en el post Legislación transparente e informativa sobre los alimentos transgénicos. Pues bien, como ya indicamos en su momento, la industria alimentaria se opuso a esta medida indicando que de salir adelante, posiblemente el precio de los alimentos se incrementaría, amenaza que ahora se ve reforzada con la firme oposición que plantea la Asociación de Fabricantes de Alimentos de Estados Unidos. Esta asociación declara que su principal prioridad es lograr el fracaso del etiquetado transgénico, es decir, que la Proposición 37 fracase.
La GMA (Asociación de Fabricantes de Alimentos de Estados Unidos) está formada por los productores de alimentos más importantes del país, Kellogg’s, PepsiCo, General Mills, productores de todo tipo de cereales… a ella también pertenecen compañías biotecnológicas como Monsanto, no es extraño por tanto, que se hable de guerra abierta contra el etiquetado para identificar alimentos transgénicos. Parece ser que la GMA ya ha gastado miles de dólares en campañas que se oponen a la Proposición 37, este dinero ha sido donado por varias de las empresas que pertenecen a la asociación. En estas campañas pretenden hacer creer a los consumidores que se trata de una medida fraudulenta, muestran plena convicción de ello y airean que están firmemente unidos contra lo que consideran una política alimentaria incoherente e injusta que no debe aplicarse ni a nivel estatal ni nacional.
Claro, que sus antecedentes dicen mucho, ya en el año 2005 formaron coalición contra cualquier intento de restringir la publicidad del fast food orientada a los niños, la denominada Alianza para la Publicidad de América era un esfuerzo para evitar la regulación del Gobierno del país o de cualquier otro tipo de intervención en este campo. Se amparaban bajo el derecho de poder anunciar libremente los productos que comercializaban (asociados por los críticos al alto índice de sobrepeso y obesidad infantil), buscando la defensa de las grandes corporaciones. Esta alianza negaba los problemas de salud planteados, indicando que no existía relación entre la publicidad orientada a los niños y la obesidad infantil. Propusieron como alternativa a la regulación del Gobierno, la autorregulación voluntaria, pero como sabemos, este tipo de acciones voluntarias no son todo lo efectivas que debieran.
El caso es que estas grandes empresas, que intentan aprovechar al máximo el espacio que ofrecen las etiquetas de sus productos alimentarios para brindar todo tipo de información y así convencer a los consumidores, se niegan a incluir si el producto contiene transgénicos o no. Si defienden su inocuidad y seguridad, si son tan buenos y seguros, ¿por qué se oponen a informar a los consumidores? Incluso el Gobierno federal reconoce que en materia de etiquetado alimentario la situación está fuera de control y por ello se han solicitado varios informes para dar con las mejores soluciones al problema.
Por poner un ejemplo, podemos citar el caso de los alimentos transgénicos etiquetados como alimentos naturales, como un alimento transgénico es equivalentemente en composición y características nutricionales a un alimento tradicional según la actual legislación, se solicita una definición clara del término natural. Recordemos que Monsanto define que ‘los alimentos transgénicos se han obtenido de plantas o animales a los que se les ha alterado su composición genética para que incluyeran rasgos que de forma natural no tendrían’, ellos mismos lo dicen.
El caso es que la GMA no parece estar dispuesta a tolerar la intervención del Gobierno del país, esa actitud sólo la puede tener quien tiene una gran influencia y poder. Se pueden citar más casos, la FDA pretendía poner en marcha una directiva en la que se especificaba que en las etiquetas alimentarias delanteras de los productos debían identificar los valores nutricionales, sin embargo, la GMA ha estado promoviendo otro formato de etiquetado denominado «Facts Up Front», indicando la cantidad de azúcar, grasas, calorías, vitaminas, etc., pero puede ser confuso para quienes no tienen formación al respecto, pues no establece los valores diarios recomendables. Este tipo de etiquetado es definido por la GMA como un sistema nutricional que se basa en un resumen de las características nutricionales más importantes que cualquier consumidor puede entender fácilmente… pero si no conoce los valores idóneos, de poco sirve.
Con estos ejemplos podemos ver que la evasiva es una constante y los intentos de oscurecer la información que se facilita a los consumidores es la tónica dominante. Ahora muchos fabricantes de alimentos de Estados Unidos luchan contra el etiquetado transgénico y han puesto todo su empeño en ello, parece que la amenaza de subir el precio de los alimentos no ha sido suficiente y buscan nuevas estrategias como las mencionadas campañas. Posiblemente saben que no tienen mucho que hacer y menos sabiendo que el 90% de los consumidores californianos están de acuerdo en incluir el etiquetado transgénico, la asociación teme que la victoria en California sea un paso previo a la instauración de este tipo de etiquetado a nivel nacional. Os recomendamos leer el artículo de Michele Simon sobre este tema.