Preciclar es pensar antes de comprar para evitar los residuos superfluos, os lo comentamos hace unos meses en el post Preciclar es mucho más económico y ecológico que reciclar, y os lo queremos recordar aprovechando que hemos encontrado un vídeo interesante que nos ilustra sobre la importancia de preciclar.
Si no controlamos nuestro carro de la compra, podemos llenar la cesta con más residuos que alimentos. Estamos en una sociedad cada vez más consumista y con ella aumenta la fabricación de productos para conquistar mercado, por ejemplo el de los “singles”, personas que viven solas y que se quejan (muchas veces con razón) de que los paquetes de todo tipo de alimentos no están pensados para ellos, sino para familias con varios miembros.
Comentamos esto porque hace un tiempo conocimos un embalaje destinado a este colectivo, era el jamón cocido La Selva, que contenía tres lonchas de jamón envasadas individualmente. Pesaba más el plástico que el alimento, y acusaban a esta empresa de embutidos de cometer un delito ecológico.
Pues como esto, muchas cosas. Unas simples magdalenas del supermercado, además de estar contenidas en una gran bolsa, después están envasadas individualmente. Naturalmente las magdalenas se conservarán mejor, pero ¿son más importantes que nuestro planeta?
En el vídeo podemos ver que si compramos pensando en nuestra comodidad, estaremos aumentando los residuos formados por materiales no biodegradables. Para evitarlo, sólo tenemos que, preciclar, pensar antes de comprar para llevarnos a casa los mínimos residuos posibles.
Esto podemos hacerlo comprando a granel en lugar de en paquetes ya preparados, adquiriendo envases retornables cuando sea posible, y si no, envasados con materiales fáciles de reciclar. Debemos buscar los productos que van en paquetes con los mínimos envoltorios posibles y si hablamos de productos de larga duración, escoger los formatos grandes.
En la práctica de preciclar entra también evitar el uso de las bolsas de plástico que nos dan o nos venden los comercios, mucho mejor tener nuestra propia cesta. Y siempre que sea posible, comprar los alimentos que se produzcan en nuestra zona, pues los transportes de otras regiones y de otros países también contaminan.
Todos podemos preciclar, después reutilizar y finalmente reciclar.