Hoy conocemos un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis (Estados Unidos), en el que se concluye que el consumo de jarabe de maíz de alta fructosa favorece el crecimiento de los tumores y la aparición de otras enfermedades como los trastornos metabólicos. Según la investigación, este endulzante utilizado en muchos alimentos ultraprocesados, podría ser un factor clave en el crecimiento de los tumores y concretamente de algunos tipos como el melanoma, el cáncer de mama y el cáncer de cuello uterino.
Los expertos también sugieren que el consumo excesivo de fructosa podría ser responsable del aumento de enfermedades como la diabetes, la hipertensión y otros trastornos metabólicos, lo que convierte a este ingrediente en un enemigo silencioso para la salud pública. Recordemos que ya en el año 2009, un estudio del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado (Estados Unidos), concluyó que el consumo en exceso de jarabe de maíz de alta fructosa aumentaba el riesgo de hipertensión.
La fructosa es una forma de azúcar que se encuentra en grandes cantidades en el jarabe de maíz de alta fructosa, que afecta al metabolismo celular de forma que favorece el crecimiento tumoral. En vez de ser metabolizad0 por todo el organismo como ocurre con la sacarosa (azúcar común), la fructosa se procesa casi en su totalidad en el hígado, lo que favorece la producción de lípidos que pueden alimentar a las células cancerígenas. Estos nutrientes que son generados a partir de la fructosa, facilitan que las células tumorales crezcan y se multipliquen de forma más rápida, lo que inevitablemente acelera la progresión de diversos tipos de cáncer.
El jarabe de maíz de alta fructosa (JMAF) empezó a utilizarse ampliamente por la industria alimentaria en la década de los 70 por su bajo coste y por sus propiedades conservantes, siendo esta industria la principal responsable del aumento del consumo de fructosa en la alimentación actual. Este edulcorante se encuentra en diferentes alimentos y bebidas, refrescos, salsas, cereales, golosinas, etc., lo que hace que la fructosa sea un ingrediente omnipresente en nuestra alimentación.
El alto consumo de este tipo de endulzante ha coincidido con un alarmante aumento de las enfermedades metabólicas y los trastornos relacionados con el estilo de vida, como la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión y ciertos tipos de cáncer. En la nueva investigación se sugiere que las personas menores de 50 años, o lo que es igual, las que han crecido en una era dominada por los productos procesados, son cada vez más propensas a desarrollar diferentes tipos de cáncer, lo que ha generado preocupación entre los expertos en salud.
Lo cierto es que la relación entre el jarabe de maíz de alta fructosa y el cáncer no es una novedad, pero los recientes descubrimientos proporcionan una comprensión mucho más profunda de los mecanismos moleculares que subyacen a esta relación. Según el equipo de investigadores, la fructosa desencadena una serie de reacciones metabólicas que contribuyen al daño celular y la inflamación crónica, dos factores que juegan un papel fundamental en el desarrollo del cáncer. Recordemos que en estudios previos realizados por la Universidad de Utah, se demostraba que la fructosa es más tóxica que otros azúcares como la sacarosa, y que su consumo en grandes cantidades, podía reducir la esperanza de vida y la capacidad reproductiva en el ensayo realizado con roedores de laboratorio.
Como hemos comentado antes, el jarabe de maíz de alta fructosa también se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión. Profundizando en la citada investigación de la Universidad de Colorado, los expertos explicaban que el consumo excesivo de fructosa puede alterar la función vascular y aumentar la presión arterial, lo que a su vez contribuye a la aparición de enfermedades cardíacas. Estos efectos no se limitaban sólo a los animales de laboratorio, ya que el aumento en la prevalencia de hipertensión en las últimas décadas en los seres humanos podría estar relacionado con el cambio hacia dietas más ricas en fructosa, y en parte debido al jarabe de maíz de alta fructosa presente en los alimentos procesados y ultraprocesados.
El impacto de la fructosa no se limita a su capacidad para inducir el cáncer y otros trastornos metabólicos, también tiene implicaciones significativas para la salud de la población. Con el consumo de productos ultraprocesados en constante aumento y la prevalencia de enfermedades crónicas también en aumento, los expertos en salud pública han empezado a llamar la atención sobre la necesidad de que se apliquen regulaciones más estrictas sobre el uso del JMAF en los alimentos. Además, sugieren que reducir el consumo de alimentos que contienen fructosa y especialmente en formas como el jarabe de maíz de alta fructosa, podría ser una medida efectiva para prevenir distintas enfermedades.
Este estudio abre nuevas posibilidades para la investigación médica, se está trabajando en la idea de desarrollar tratamientos terapéuticos que puedan bloquear el metabolismo de la fructosa, evitando así que esta forma de azúcar impulse el crecimiento tumoral y otras patologías asociadas. La comprensión de los mecanismos biológicos involucrados en el procesamiento de la fructosa, puede facilitar a los científicos diseñar nuevas intervenciones que frenen los efectos negativos de esta forma de azúcar en la salud humana.
Así que ya lo sabéis, la fructosa y especialmente en su forma concentrada (JMAF), es un ingrediente que afecta al peso corporal y a los niveles de glucosa en sangre, y también podría estar jugando un papel importante en el desarrollo del cáncer y otras enfermedades crónicas. Dada la creciente evidencia de sus efectos dañinos, es importante seguir investigando sobre su impacto y buscar soluciones dietéticas y médicas para proteger la salud de sus efectos adversos. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Washington en St. Louis, y en este otro publicado en la revista científica Nature.
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