La Agencia Nacional de Seguridad Alimentaria, Ambiental y de Salud Ocupacional (ANSES) de Francia ha propuesto un etiquetado similar al NutriScore para clasificar el grado de bienestar animal como respuesta a la creciente preocupación de los consumidores por las condiciones de vida de los animales productores de alimentos. De hecho, un estudio realizado por expertos de la Universidad de Portsmouth (Inglaterra) concluye que los consumidores valoran más el bienestar animal que la sostenibilidad.
El NutriScore del bienestar animal clasificaría los estándares de bienestar en cinco grados (A, B, C, D y E) adoptando un enfoque más holístico, ya que las actuales etiquetas de bienestar animal sólo consideran los métodos de crianza y los medios implementados para mejorarlos, y según los expertos del ANSES, esto no es suficiente. Por ello, la agencia francesa quiere evaluar el bienestar animal según indicadores científicos medidos directamente en los animales y no centrarse únicamente en las condiciones de crianza.
En 2018 el bienestar animal fue definido por la ANSES como “el bienestar de un animal es su estado físico y mental positivo, relacionado con la satisfacción de sus necesidades fisiológicas y conductuales y sus expectativas. Este estado varía según la percepción que tiene el animal de la situación.” Es en esta definición en la que quiere centrarse la agencia, además, considera que deben realizarse evaluaciones del bienestar de los animales no destinados a la producción de alimentos, así como de los animales de granjas de cría y reproducción selectiva, con el propósito de mejorar las características genéticas y poder suministrar mejores animales destinados a la producción de alimentos.
Como decíamos, la ANSES recomienda adoptar un sistema con cinco niveles de bienestar, siendo el grado A el nivel óptimo y el grado E el más bajo, y correspondería al cumplimiento exclusivo de los requisitos impuestos por la legislación europea en materia de bienestar animal, ya sea para la vida en la granja, el transporte o el sacrificio. Se cree que este sistema clasificatorio sería fácilmente comprensible para los consumidores, y debería ayudar a que los productores mejoraran progresivamente su consideración sobre el bienestar animal.
Los expertos de la agencia han identificado diferentes factores que pueden afectar al bienestar de los animales en cada etapa de su vida, características genéticas, técnicas de crianza, prácticas y entrenamiento de los criadores, alojamiento, alimentación, medidas adoptadas para garantizar la buena salud de los animales, limitaciones en el uso de prácticas dolorosas, reproducción, transporte y sacrificio.
Para cada factor se ha propuesto un protocolo de evaluación basado en criterios científicos asociados con indicadores mensurables, así como formas de mejorar el bienestar animal. Por ejemplo, si se habla de alimentación, los criterios propuestos son que el animal disponga de alimentos de fácil acceso adaptados a su especie y edad, que pueda satisfacer sus necesidades de comportamiento vinculadas a la actividad alimentaria, como por ejemplo el pastoreo para los rumiantes o picotear y rascar el suelo para las aves de corral.
La agencia explica que en algunos sectores, los animales reproductores se crían en el extranjero y se sabe poco sobre sus condiciones de vida, esto requiere que los sectores se organicen para asegurarse de disponer de esta información. Otra cuestión es el hecho de que no se puede afirmar que un proceso de producción respeta el bienestar animal, sobre todo si no se sabe nada sobre las condiciones de vida de la generación anterior, cuya cría está sujeta a limitaciones específicas y en particular sanitarias.
La Unión Europea establece unos estándares mínimos de bienestar animal, pero cada país miembro puede ampliar los estándares si así lo desea, y siempre y cuando se cumpla con el estándar mínimo establecido por la UE.
La ANSES cree que su propuesta mejorará los estándares de bienestar animal, ya que aquel operador que cumpla únicamente con la legislación comunitaria, recibirá la calificación E y como ya hemos comentado, es la más baja, lo que en cierto modo obligaría al operador a ir más allá de los requisitos mínimos para obtener una mejor calificación. Con un NutriScore del bienestar animal, los consumidores con un simple vistazo podrán tomar una decisión de compra rápida y asociada a sus preocupaciones sobre las condiciones de vida que tuvo el animal.
A pesar de que puede ser una mejora interesante, es evidente que mejorar los estándares de bienestar animal a un nivel elevado, no va a resultar nada barato. Por ello la ANSES sugiere que todas las partes interesadas asuman los costes para evaluar y mejorar los estándares de bienestar animal, y probablemente esto repercutirá en el precio de venta de los alimentos. De hecho, según esta encuesta realizada por la Organización Europea de Consumidores (BEUC), 7 de cada 10 consumidores afirmaban que les gustaría que se implementaran estándares más altos de bienestar animal en toda la Unión Europea y pagarían más por ello, pero hay que puntualizar que la mitad de los encuestados pagarían sólo hasta un 5% más. Los participantes de este estudio consideraban que la UE debería proporcionar fondos a los agricultores para ayudar a cubrir esos costes más elevados, quizá olvidan que esos fondos procederían de los impuestos que pagan los consumidores.
Implementar un etiquetado de este tipo además de caro será muy complicado, y ya veremos si la UE tiene disposición de trabajar en ello. Recordemos que en el año 2020, la Comisión Europea se comprometió a establecer un indicador armonizado de bienestar animal para finales de 2023, pero parece que este compromiso, de momento, se ha abandonado y dudamos que se retome a corto o medio plazo. Podéis conocer todos los detalles de la propuesta de la ANSES, a través de este artículo publicado en su página web.