En el año 2015 la OMS (Organización Mundial de la Salud) confirmó su consideración de que la carne procesada era un alimento cancerígeno y que la carne roja fresca era probablemente cancerígena. Dos años más tarde conocíamos esta investigación en la que se concluía que el gen CMAH era responsable de que la carne roja pudiera producir cáncer. A esto añadimos el descubrimiento de que existía un vínculo evidente entre los nitritos de los productos cárnicos procesados y el cáncer, de esto hablábamos en este post.
Lo cierto es que hay varias investigaciones que muestran la relación entre el consumo de carne y el cáncer, y ahora conocemos una nueva investigación en la que se han descubierto unos marcadores genéticos que asocian el consumo de carne con mayor riesgo de cáncer, concretamente de cáncer colorrectal, y aunque desde hace algunos años se conocía esta relación, no se había logrado identificar el mecanismo biológico.
El nuevo estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California, considerado uno de los mayores que se han realizado hasta la fecha para determinar la relación entre el cáncer de colon y el consumo de carne roja según la información genética, ha identificado los genes HAS2 y SMAD7 como responsables de alterar los niveles de riesgo de cáncer según el consumo de carne roja o procesada.
Los expertos concluyen que una parte de la población tiene mayor riesgo de sufrir la enfermedad si consume carne roja o carne procesada según su genética, pero, de todos modos hay que decir que aunque se han identificado dos marcadores genéticos, se trata de un estudio que no demuestra causalidad, ya que se trata de un estudio estadístico, por lo que sería interesante llevar a cabo una investigación que pudiera demostrar causalidad.
En este nuevo trabajo, los expertos analizaron los datos sobre el consumo de carne roja y carne procesada en 69.477 personas (29.842 diagnosticadas con cáncer colorrectal y 39.635 personas sin cáncer). Los datos obtenidos mostraron que los que consumían mayor cantidad de carne roja o procesada, tenían hasta un 40% más riesgo de padecer un cáncer colorrectal. Mediante una serie de métodos y procedimientos estándar para identificar las interacciones entre genoma y medio ambiente, además de utilizar un nuevo enfoque estadístico y software de última generación, se analizaron las interacciones entre los genes y el consumo de carne en siete millones de variantes genéticas.
En el análisis se incluyeron los datos de 27 estudios sobre el riesgo de cáncer colorrectal, se armonizaron los datos de los distintos estudios para crear unas medidas estándar para el consumo de carnes rojas y procesadas. Se calculó el consumo diario de carne, se ajustó el IMC (Índice de Masa Corporal) de las personas sujetas al estudio, y se dividió a los participantes en cuatro grupos según el volumen de carne que consumían.
Se concluyó que las personas con un mayor nivel de consumo de carne roja incrementaba en un 30% el riesgo de cáncer colorrectal, y las personas con un mayor consumo de carne procesada tenían hasta un 40% más riesgo de sufrir la enfermedad. Hay que decir que en estos resultados no se tuvo en cuenta la variabilidad genética que podría incrementar aún más el riesgo.
En un siguiente paso y en base a las muestras de ADN, se procedió a recopilar los datos de más de siete millones de variantes genéticas que abarcan el genoma de todos los participantes del estudio. Tras realizar un análisis de la interacción entre genética y consumo de carne, se concluyó que existían dos genes específicos (HAS2 y SMAD7) responsables de aumentar aún más el riesgo de sufrir cáncer colorrectal. El gen HAS2 interviene en la codificación de la modificación de proteínas dentro de las células, dicho gen ya se había relacionado con la enfermedad, pero nunca se asoció al consumo de carne roja.
En el análisis se determinó que las personas que tenían la variante del gen HAS2 (presente en el 66% de la población), tenían un 38% más riesgo de sufrir la enfermedad si su consumo de carne era elevado. Por el contrario, las personas con otra variante más rara del mismo gen, no tenían un mayor riesgo de cáncer con un consumo elevado de carne roja. El nuevo sistema de análisis marcó el polimorfismo de un solo nucleótido rs35352860 en el cromosoma 18, que forma parte del gen SMAD7 y que es responsable de regular la hepcidina, una proteína vinculada al metabolismo del hierro. Dado que las carnes rojas y procesadas contienen altos niveles de hierro hemo (que procede de los alimentos de origen animal), se planteó la hipótesis de que diferentes variantes de este gen podían aumentar el riesgo de cáncer colorrectal debido al modo en el que el organismo procesa el hierro.
Las personas que tenían dos copias de la variante más común del gen SMAD7 y que está presente en el 74% de la población, tenían un 18% más riesgo de sufrir cáncer colorrectal con un consumo elevado de carne roja. Quienes tenían una sola copia de la variante más común del gen, o dos copias de la variante menos común, tenían un 35% y un 46% más riesgo de sufrir cáncer respectivamente.
Los resultados sugieren que diferentes variantes genéticas son responsables de un mayor o menor riesgo de cáncer colorrectal por el consumo de carne roja. De todos modos y aunque los resultados obtenidos son prometedores, es necesario realizar nuevos estudios, ya que como hemos comentado antes, no se demuestra causalidad. Por ello ya se habla de llevar a cabo estudios experimentales que puedan ofrecer evidencias sólidas sobre el papel del metabolismo desregulado del hierro y cómo afecta al desarrollo del cáncer colorrectal.
Podéis conocer todos los detalles del estudio en este artículo de la página de la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California y en este artículo de la revista científica Cancer Epidemiology, Biomarkers & Prevention.