Hace unos meses hablábamos de la agricultura regenerativa, término del que todavía no existe una definición jurídica común a nivel comunitario, pero sí diferentes enfoques y definiciones, no obstante, en todas ellas se persigue proteger la salud del suelo, la biodiversidad, los recursos hídricos y promover el desarrollo de las empresas agrícolas, etc. Pues bien, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Wageningen (Países Bajos), la Universidad Agrícola de Bogor y el Centro Indonesio de Investigación y Desarrollo Animal de Indonesia, ahora la agricultura regenerativa se convierte en norma en el sector lácteo.
En la actualidad se calcula que el total de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero (un 14’5%) a nivel mundial proceden de la ganadería, concretando que el 30% de ese total corresponde a la industria láctea. Según el estudio, cada vez más productores y marcas de productos lácteos optan por la implementación de la agricultura regenerativa, un conjunto de prácticas que favorecen la salud del suelo, véase minimizar la alteración del suelo que causa la labranza, poner en marcha cultivos de cobertura perennes para prevenir la erosión eólica e hídrica a fin de mantener la materia orgánica y los microbios esenciales del suelo, o llevar a cabo las prácticas del barbecho y la rotación de cultivos, que favorece reducir plagas y enfermedades.
Los expertos explican que cuando el ganado pasta en suelos regenerativos, los nutrientes presentes en el estiércol vuelven al suelo, algo que beneficia a la tierra y a su fertilidad. Se trata de un estiércol rico en nutrientes que podría mejorar la productividad en general al utilizarse en otras áreas de las granjas. Cierto es que este tipo de acciones no son una novedad en el mundo de la agricultura, pero se está produciendo un cambio que pone de manifiesto una transición significativa y continua en la industria de la agricultura regenerativa, que se está convirtiendo en norma en el sector lácteo.
Por ejemplo, la empresa ganadera Maple Hill Creamery, una lechería ecológica que aglutina más de 130 pequeñas ganaderías ecológicas, cuyas vacas se alimentan con pasto, argumenta que estas prácticas van más allá de la obtención de leche y otros productos lácteos de forma respetuosa y sostenible, ya que además, no contienen hormonas, antibióticos u otros productos no deseados. Cada vaca dispone de un espacio medio de unos 4.000 metros cuadrados y tiene acceso a una variedad de especies de pastos procedentes de la agricultura regenerativa.
Hay algunos detalles que sorprenden, por ejemplo, Maple Hill Creamery comenta que sus vacas viven una media de entre 7 y 15 años, lo que supone tres veces más que la vida útil que tienen las vacas en el sector ganadero industrial, sólo este punto ya demuestra el notable compromiso que existe con el bienestar animal. La leche que se obtiene es de mejor calidad y con más nutrientes, recordemos que sobre este tema se han realizado varios estudios, como ejemplo se puede citar este estudio de 2008 en el que se determinaba que la calidad de vida de las vacas y su alimentación condicionaba la calidad de la leche, o este otro en el que se demostraba que si las vacas comen pastos verdes, se obtienen mejores productos lácteos.
El caso es que cuanto más crece la conciencia del consumidor, más se demandan productos lácteos de calidad, pero, como contrapartida, las certificaciones de sostenibilidad se agolpan en la industria alimentaria porque es lo que se valora y lo que supuestamente facilita la venta de productos. Por ello y en el caso de Estados Unidos, crece la denominada certificación EOV (Verificación de Resultados Ecológicos) del Savory Institute, organización sin ánimo de lucro cuya misión es facilitar la regeneración a gran escala de los pastos del mundo, así como los medios de vida de sus habitantes a través de la Gestión Holística.
Dicho programa mide la salud del suelo, la biodiversidad y las funciones ecológicas, y en base a los resultados se otorga la correspondiente certificación. Actualmente ya son más de 100 marcas y productos los que tienen la certificación, y como leemos aquí, cada vez se suman más empresas y no sólo pequeñas, grandes compañías como General Mills, fabricante multinacional de snacks y cereales para el desayuno, invirtió el año pasado tres millones de dólares en su programa de agricultura regenerativa. También Danone sigue su plan de agricultura regenerativa, con iniciativas que persiguen reducir un 60% la huella agrícola en la cadena de suministro.
De todos modos y aunque en el plan se incluye la reducción de las emisiones de metano que, como sabemos, es uno de los principales gases responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero, la solución todavía está lejos de aplicarse y ampliarse. Recordemos que se han realizado estudios para reducir el metano generado por las vacas, como incluir en la alimentación un tipo de alga roja (Asparagopsis taxiformis) que es capaz de interrumpir casi en su totalidad la acción de las enzimas utilizadas por las bacterias de la flora intestinal de las vacas, y que son responsables de la producción de metano. Pero en su lugar se utilizan otros inhibidores de metano, de los que algunos estudios no han abordado su seguridad.
En todo caso, es una gran noticia que la agricultura regenerativa sea norma en el sector lácteo, podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la revista científica Frontiers.