Carnismo es un término acuñado en el año 2001 por la escritora y psicóloga social Melanie Joy, hace referencia a un “sistema de creencias o condicionamientos que empujan a comer carne”. Se puede decir que se trata de una base filosófica que se encuentra tras la defensa y justificación del consumo de carne, y adquiere especial relevancia en esta época en la que se promueve la reducción del consumo de carne, la sustitución de la proteína de origen animal por la proteína vegetal, etc.
El término ha evolucionado desde su creación y se han añadido atributos, para quienes promueven el carnismo, los seres humanos deben comer carne porque es algo natural, normal y muy necesario, y también se destaca que es agradable porque es un alimento que forma parte de los placeres gustativos. Además, otros investigadores y psicólogos han atribuido al consumo de carne otras justificaciones más filosóficas, todo un conjunto de aseveraciones que se mantienen a pesar del auge de los alimentos alternativos a la carne.
En libros como ‘Should we eat meat?: Evolution and consequences of modern carnivory‘ (¿Deberíamos comer carne?: Evolución y consecuencias del carnívoro moderno) del científico y profesor emérito de la Facultad de Medio Ambiente en la Universidad de Manitoba (Canadá), se explica que el consumo de carne contribuyó a la evolución humana, que la caza de animales condujo a la colaboración, algo que se puede establecer como precursor de la civilización y la humanidad moderna. Otros investigadores argumentan que existe una conexión fundamental entre nuestros cerebros de gran tamaño, nuestro particular sistema digestivo y la ingesta frecuente de proteínas animales.
Estos expertos destacan que nuestro sistema digestivo es muy distinto al de los herbívoros y no ha evolucionado para digerir únicamente ingredientes de origen vegetal, sin embargo, investigaciones más recientes como la del paleontólogo Andrew Barr, sugieren que existen muchas evidencias de que la aseveración de que al inicio de nuestra evolución los seres humanos eran ávidos cazadores, se basa en un sesgo de muestreo, ya que se ha tendido a buscar evidencias prehistóricas sobre la caza en lugar de lo contrario, evidencias sobre la recolección y consumo de alimentos vegetales.
La realidad es que muchas personas comen alimentos vegetales casi en exclusiva, se puede citar por ejemplo la India, uno de los países más poblados del mundo donde comer carne es algo más raro que en el continente europeo, y es que un 20% de la población de ese país es estrictamente vegetariana, sea por necesidad, motivos religiosos, etc. Otro país que se puede citar es Etiopía, su tasa de consumo de carne es muy baja, a pesar de tener una de las poblaciones de ganado más grandes del mundo (quién lo diría). Esto es debido a las prácticas religiosas que han facilitado que la población se adapte a una cultura alimentaria 100% vegana y vegetariana.
Se puede vivir y estar saludable sin consumir carne, pero, ¿existe algún nutriente que sólo nos lo aporte la carne? Hemos hablado en otras ocasiones de la vitamina B12, pero es una vitamina que también se puede obtener a través de los huevos, y si se es vegano, en el mercado hay un creciente mercado de suplementos para satisfacer esa falta de nutrientes, por ejemplo, las lentejas de agua. Pero no es sólo la vitamina B12, se puede citar la carnosina, elemento que únicamente se encuentra en el tejido animal, por lo que resulta difícil para veganos y vegetarianos obtener la cantidad necesaria para el buen funcionamiento del organismo. Por cierto, aquí podéis conocer más sobre sus propiedades y beneficios. Pero, de nuevo entra en el escenario la industria de los suplementos, que puede proveer de todo tipo de nutrientes facilitando que se pueda seguir una dieta libre completamente de carne.
En definitiva, el carnismo es un término que se aleja poco a poco de la actual realidad, quizá alguna vez fue necesario consumir carne para obtener ciertos nutrientes, pero como explican aquí, hoy en día ya no es ni relevante ni necesario gracias al mercado de los suplementos. Además, el trabajo que realiza la industria de los alimentos alternativos a la carne se acerca cada vez más a la creación de alimentos vegetales que ofrecen las mismas características organolépticas y equiparables nutricionalmente.