Un grupo de investigadores del instituto de investigación hortícola, agrícola, biotecnología y biología John Innes (Reino Unido), ha dado a conocer el desarrollo de unos nuevos tomates editados genéticamente para ser fuente de vitamina D. Los expertos explican que para conseguir que los tomates acumularan provitamina D3, analizaron el código genético de las plantas del tomate utilizando la técnica de edición genética CRISPR-Cas9, herramienta que permite “cortar y pegar” secuencias específicas de ADN.
Las plantas producen de forma natural vitamina D, elemento que a menudo se transforma en otras sustancias químicas que regulan el crecimiento de las propias plantas. Bloquear esta vía de conversión de la vitamina puede provocar una acumulación de la sustancia precursora de la vitamina D, pero también puede causar que las plantas terminen atrofiándose. Pero en el caso de las plantas solanáceas, como la planta del tomate, cuentan con una ruta bioquímica alternativa que facilita la conversión de la provitamina D3 en compuestos defensivos.
Con la técnica de edición genética se procedió a cerrar también esta vía, lo que conduce a la acumulación del precursor de la vitamina D y, además, sin que afecte al crecimiento de las plantas, al menos así se ha constatado en un entorno de laboratorio. De todos modos, aún queda mucho por investigar, aunque el bloqueo de la producción de compuestos defensivos ha sido efectivo, ahora hay que analizar si esto puede afectar a la capacidad de las frutas para soportar el estrés ambiental en un entorno fuera de laboratorio.
Hay que recordar que las herramientas moleculares CRISPR (Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats) son utilizadas para editar o corregir el genoma cortando y pegando secuencias específicas de ADN, pero de una misma especie, por lo que no se puede hablar de modificación genética o transgénicos donde se incluye la transferencia de genes de otras especies.
El siguiente paso es cultivar las plantas de tomate editadas genéticamente al aire libre para analizar su comportamiento y el de sus frutos, y determinar el impacto de la exposición a la luz ultravioleta para la conversión de provitamina D3 a vitamina D3. Los expertos comentan que en la actualidad, unos mil millones de personas no reciben la suficiente vitamina D, por lo que tienen mayor riesgo de sufrir pérdida de la densidad ósea, enfermedades como el raquitismo, osteomalacia, enfermedades autoinmunes, etc.
Normalmente se obtiene la vitamina D a través de la ingesta de alimentos animales, como la carne, los huevos y los lácteos, ya que las plantas no proporcionan cantidad suficiente de esta vitamina, pero esto podría cambiar si los resultados de las investigaciones son favorables. Desde hace años se estudia la fortificación de alimentos para mejorar la alimentación humana, según los expertos, es uno de los caminos que se debe seguir para garantizar una alimentación y nutrición óptima en el futuro. Recordemos que según algunos estudios, varios alimentos perderán su capacidad nutritiva a medida que aumenta el nivel de CO2, así lo determinaban expertos de la Universidad de Tokio en esta investigación.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página del Instituto John Innes, y a través de este otro publicado en la revista científica Nature Plants.