La Carta Internacional de Comercio Justo es una iniciativa de Fairtrade International, organización que coordina a nivel internacional la certificación de productos de Comercio Justo y la Organización Mundial del Comercio Justo, entidad que aglutina a un gran número de organizaciones y empresas que promueven el comercio justo. En dicha carta se establecen los valores fundamentales del Comercio Justo, definiendo una visión común para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La carta se centra especialmente en declarar que los beneficios del comercio mundial deben ser compartidos de forma equitativa entre los agricultores, los trabajadores, las empresas y los consumidores. Dado que los mercados están dominados por unas pocas compañías internacionales, empresas que tienen el poder de fijar los términos y acuerdos con sus proveedores, obligándoles a comercializar sus productos en ocasiones por debajo del coste de producción, esto deja a los pequeños productores en una situación de vulnerabilidad a la explotación.
Según la carta, la solución no radica en las políticas que tienen como cometido reforzar el proteccionismo y restringir el comercio internacional, sino en la mejor gestión del comercio. En el documento se insta a los políticos, a las empresas y a los consumidores a adoptar una visión diferente mediante el aprovisionamiento, fabricación, compra y apoyo a los productos de comercio justo. Se puede decir que la carta es una actualización de la que fue presentada en el año 2009 sobre los Principios del Comercio Justo que, hasta la fecha, se ha utilizado como documento de referencia.
Los responsables del documento esperan que la carta tenga un impacto significativo en la industria alimentaria, aclarando cuál es la visión y misión que se encuentra detrás del movimiento del Comercio Justo, alentando a fabricantes y proveedores a que abracen los valores que lo sostienen. Los firmantes de la carta comentan que su objetivo no es que se sumen más productos alimentarios que porten su logotipo, sino todo lo contrario, que el comercio sea tan justo que ya no sean necesario identificar los productos con el logotipo, sinceramente, creemos que se trata de algo prácticamente imposible de conseguir.
La carta se describe como un documento de visión política, no es un medio por el cual los productores y agricultores sepan cómo certificarse con el logotipo, se trata de un punto de partida, un punto de referencia que inspire a otros a seguir su ejemplo. Sergi Corbalan, director ejecutivo de Fairtrade Advogacy, explica que el comercio, puede y debe ser utilizado como una herramienta que ayude a cerrar brechas en la sociedad, algo en lo que el movimiento Comercio Justo ha sido pionero al realizar enfoques que tienen la capacidad de transformar la economía global.
Al apoyar a los productores y negocios que trabajan en el marco del Comercio Justo, se aboga por transformar las reglas del comercio global, de este modo se puede hacer realidad un desarrollo sostenible y equitativo, dándole al mundo la oportunidad de alcanzar los ODS. La carta que podéis leer en este documento (Pdf) es interesante, ya que a través de su lectura podemos tener una visión más completa de lo que es el Comercio Justo, de sus objetivos, de los logros que ha obtenido este movimiento, etc.
Como hemos comentado, no creemos que la carta consiga remover muchas conciencias en la industria alimentaria, cierto es que algunos consumidores quieren comprar productos con esta certificación, pero muchos otros los declinan y la razón es el precio. Los productos de Comercio Justo terminan siendo más caros que los que ofrecen las grandes compañías y, al final, el consumidor que suele mirar mucho los precios, obvia las certificaciones, la calidad y otras cuestiones en favor de un precio más económico. Esto lo hemos visto en otros productos que no son de Comercio Justo, por ejemplo, con las lentejas.
Merece la pena retomar la lectura de este post en el que hablábamos del documental «Piñas: el precio oculto de la fruta tropical”, en él podíamos ver que un productor de piñas ecológicas que trabaja en el marco del Comercio Justo, recibe un precio mínimo por sus piñas, con ese dinero puede alimentarse y educar a sus hijos. Este productor cultiva de forma sostenible y conciencia sobre el uso de los productos agroquímicos y sus fatales consecuencias. Pero, claro, no existe suficiente demanda de piñas de Comercio Justo debido a su mayor precio, lo que obligaba al productor a comercializar sus piñas como convencionales o de producción industrial para poder salir adelante.
Lo que se persigue es, hoy por hoy, una utopía, las grandes multinacionales de la alimentación controlan el mercado y su principal objetivo son los beneficios económicos, no los intereses de los trabajadores ni los consumidores. A través de la página web de Fair Trade podréis conocer más detalles sobre la presentación de la carta, las organizaciones que han brindado su apoyo, etc.