Durante estos últimos meses la crisis de los alimentos ha sido la noticia protagonista en diversos medios informativos, se habla de la grave situación actual y de sus consecuencias a priori, sin embargo, aún se podría recrudecer mucho más. ¿Cómo podría ser el panorama de la alimentación mundial dentro de 40 años?
Algunos analistas muestran unos datos que son verdaderamente dramáticos, se calcula que para el año 2050, nuestro planeta tendrá una población estimada de 9.000 millones de habitantes, es decir, casi 2.300 millones más de personas de las que actualmente habitan la Tierra. Según el reloj de la población mundial que ofrece wikipedia, actualmente somos unos 6.671.679.034 millones de habitantes.
Evidentemente son millones de bocas más y por tanto, es necesario producir muchos más alimentos, de ahí que sea tan importante que se logren acordar las soluciones y la política a seguir en la cumbre que se está celebrando en la sede de la FAO bajo el lema Seguridad Alimentaria Mundial, los Retos del Cambio Climático.
Pero sin desviarnos del tema, será necesario producir más alimentos, pero los precios pueden provocar que no se encuentren al alcance de todos los habitantes que tendrá nuestro planeta y hay que tener en cuenta que actualmente son más de 800 millones de personas las que están sufriendo el hambre y la desnutrición, por cierto, uno de los objetivos del milenio de la ONU es erradicar la pobreza extrema y el hambre, algo que será bastante difícil que pueda cumplirse para el año 2015 teniendo en cuenta que el Banco Mundial indica que la crisis alimentaria mundial se mantendrá durante siete años, es decir hasta el 2015.
Los países industrializados son los que tienen mayor poder adquisitivo y son también los que más alimentos consumen, según los datos ofrecidos, en estos países se ha pasado de una media de consumo de 2.150 calorías en la década de los 70 a las actuales 2.800 calorías. Podríamos nombrar como una prueba el alto índice de sobrepeso y obesidad que se está sufriendo y que se cataloga como una epidemia mundial.
A todo esto hay que añadir la amenaza del cambio climático que provoca la desertización, nuevas enfermedades en los alimentos, plagas, escasez de agua y varios problemas más que están asociados y que irremediablemente afectarán a nuestra alimentación. Añadimos a este cóctel las catástrofes naturales que continuamente asolan alguna región del mundo. Podemos seguir agravando aún más la situación, alimentos que se destinan a elaborar biocombustibles, porque este combustible es actualmente mucho más barato que el petróleo, agotamiento de algunos recursos naturales, etc.
Es evidente que no basta con ayudar a quienes pasan hambre, la situación que se avecina es realmente dramática, realizar fuertes inversiones en los países más desfavorecidos para garantizar la producción y el autoabastecimiento es algo necesario y obligado en lo que la mayoría de analistas coinciden. Menuda herencia les podemos dejar a nuestros hijos…