Según los resultados de una investigación desarrollada por científicos del Departamento de Ciencias de la Nutrición de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), la inseguridad alimentaria puede ser un factor de riesgo para sufrir diferentes trastornos mentales comunes, como por ejemplo la ansiedad, la depresión o los trastornos de síntomas somáticos, es decir, ansiedad extrema causada por síntomas físicos.
Se considera que la incertidumbre de la próxima comida es un factor de peso suficiente para provocar cambios a largo plazo en la salud mental, al menos así se determina en el análisis realizado en este estudio a nivel global en el que se han recogido datos de 149 países. Los expertos consideran que las condiciones pueden ser agravadas por la asequibilidad y disponibilidad de los alimentos, el uso que se da a los productos, las normas sociales, etc., todo ello impacta en la nutrición y el bienestar de las personas.
Los expertos explican que la ansiedad provocada por la capacidad de poder adquirir alimentos suficientes para el futuro, se puede generar incluso en situaciones de inseguridad alimentaria leve, y que aumenta a medida que la inseguridad es moderada o grave. Algunas personas pueden recurrir a adquirir alimentos a través de formas que son socialmente inaceptables como una estrategia para afrontar el problema, pero esto provoca sentimientos de vergüenza y culpabilidad, lo que incrementa el nivel de ansiedad y empeora la salud mental.
Es lamentable que, a pesar de que en el mundo se esté incrementando la producción de alimentos, casi 800 millones de personas sigan viviendo en situación de inseguridad alimentaria. El nivel del despilfarro de alimentos es muy elevado, si se solucionara esta cuestión, ya veríamos si contribuiría a reducir significativamente la inseguridad alimentaria que sufren muchas personas. Por cierto, se habla mucho en Europa sobre la necesidad de reducir el desperdicio de alimentos desde hace unos años, sin embargo, poco se hace para solucionar el tema, de ello hablábamos aquí.
El tema de la inseguridad alimentaria se puso al descubierto a través de una encuesta realizada en Reino Unido en el año 2012, se determinó que el 4% de los niños vivían con familias que no podían permitirse el lujo de alimentarles de forma adecuada. Se pudo relacionar las dietas limitadas por la disponibilidad alimentaria con problemas en el desarrollo, problemas de salud, bajo rendimiento escolar, obesidad, etc., a esto hay que sumar los problemas de salud mental que provoca esta situación. Los investigadores comentan que el estudio realizado pone de relieve que los problemas de salud mental entre estas personas que sufren inseguridad alimentaria, no están necesariamente vinculados a las deficiencias nutricionales o a los excesos, algo que cada vez es más preocupante.
En la investigación se realizó una encuesta con ocho preguntas orientadas a conocer las experiencias de quienes sufrían inseguridad, el estado mental se determinó utilizando el Negative Experience Index (NEI), se trata de un índice que mide el estrés, la tristeza, el dolor físico, la preocupación, la ira, etc. Los participantes tuvieron que realizar una encuesta adicional utilizando el índice Positive Experience Index (PEI), con él se evaluaron las emociones positivas a pesar de sufrir inseguridad alimentaria y otros problemas.
Participaron 152.696 personas, se constató que el PEI fue más elevado en América Latina y el Caribe, el más bajo se identificó en Rusia y el Cáucaso. El NEI fue más bajo en Asia central y más alto en el Norte de áfrica y Oriente Medio. A nivel general, el grado de inseguridad alimentaria varió entre el 18’3% de Asia Oriental y el 76’1% del África Subsahariana. Los resultados obtenidos muestran que la inseguridad alimentaria está asociada claramente a una peor salud mental y estrés psicosocial en diferentes regiones del mundo.
Es evidente que el tema de la seguridad alimentaria afecta mucho más que al simple hecho de no tener la certeza de contar con alimentos suficientes en un futuro a corto, medio y largo plazo, por ello se considera prioritario utilizar los medios y recursos disponibles para luchar con más eficacia contra la inseguridad alimentaria. Podéis conocer más detalles del estudio a través de este artículo publicado en la página web de la Universidad, y en este otro publicado en la revista científica American Journal of Preventive Medicine.
Foto 1 | Andy Roberts
Foto 2 | Indi Samarajiva