Continuamos nuestra Ruta del Vino Somontano haciendo una satisfactoria parada, ya muy entrada la tarde, en Bodega Pirineos, una bodega con 15 años de vida que cuenta con diferentes reconocimientos en calidad, modernidad y muestra un serio compromiso por potenciar y promover los vinos amparados bajo la D.O. Somontano. Actualmente la bodega pertenece a Bodegas Barbadillo. Esta bodega cuenta con uvas de la variedad Merlot, Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Syrah, Macabeo, Garnacha, Gewürztraminer, Chardonay y dos variedades autóctonas, Moristel y Parraleta. En total abastecen a la bodega más de 1.000 hectáreas de viñedos.
En el exterior de la bodega encontramos un tributo al vino en todos los rincones, muestra de ello es una antigua prensa móvil de madera o unas impresionantes tinajas que engalanan la entrada. Javier Fillat, uno de los responsables de comunicación de la bodega, hace de guía y comparte con pasión todos los secretos de la elaboración de sus vinos, Señorío de Lazán (el primer vino que los lanzó a la fama y recibió el reconocimiento enológico), Montesierra Tinto, blanco, rosado, Pirineos Crianza, Marboré… en fin, un amplio abanico de vinos con los que los aficionados y amantes del zumo de uva bien elaborado disfrutamos día a día. La bodega manipula nada menos que 6,5 millones de kilos de uva, el 70% del producto se comercializa en España y el resto se destina a la exportación, a veinte países de Europa, América y Asia..
Comenzamos nuestra visita a la Bodega Pirineos disfrutando con las reliquias que que visten el interior de la primera sala, se trata de un pequeño museo en el que se exponen algunas herramientas con las que antaño se elaboraba el vino, de ellas ya os hemos hablado en el post Historia de la enología, utensilios de antaño.
En una sala contigua se muestran las enormes cubas de acero inoxidable por las que pasa el zumo de uva en su primer proceso, cada cuba se destina a un tipo de vino, vinos de gama alta, clásica, vinos de autor y también vinos ecológicos. En esta estancia también hay unos depósitos de hormigón subterráneos que se han pintado con epoxi, un material con el que se aísla perfectamente cada uno de los habitáculos que encierran vino. La bodega está muy concienciada con la preservación del medio ambiente y por ello utiliza los materiales excedentes de la elaboración del vino, pieles, semillas, para fabricar abono orgánico.
A continuación pasamos a la sala de barricas, el 75% de las barricas son de roble francés y el resto de roble americano, cada una de ellas tiene una capacidad de 225 litros de vino. Cada año renuevan una parte de sus barricas y las que ya no van a utilizar son vendidas a particulares o reconvertidas para decoración. El periodo de vida de las barricas es de unos cuatro años, pasado este tiempo es necesaria la renovación de barricas, pues las usadas durante ese periodo terminan sufriendo un taponamiento de sus poros y son éstos los que permiten la microoxigenación del vino, proceso de gran importancia en la elaboración de vino. En esta cuestión nosotros le comentamos al responsable de la bodega que existía un procedimiento por el cual se podía alargar la vida de las barricas de vino con el correspondiente ahorro económico.
Las barricas son supervisadas concienzudamente y se rellenan a medida que la madera absorbe vino, el mimo con el que se trata al producto se constata en cómo nos hablan de él. La visita prosigue y accedemos a una sala en la que se encuentran todos los vinos tintos, un espacio con una humedad del 80% que encierra todos los vinos de gama alta, impresionantes vistas de cientos de barricas madurando los vinos. A continuación pasamos a los botelleros, muy distintos a los que hemos visto en otras bodegas, se han aprovechado unos depósitos de hormigón que logran albergar unos 160.000 botellas. Como veis en las fotos, los pasillos son estrechos y en las paredes están presenten los restos de bitartrato potásico, un producto que atestigua la historia de la elaboración del vino en el lugar y que los responsables de la bodega consideran como algo de gran valor.
Pasamos a la sala de catas de la Bodega Pirineos, muy bien preparada y con una decoración acorde, en ella se exponen algunos de los mejores vinos y los premios que la bodega ha recibido. Nos disponemos a catar tres grandes vinos, un Gewürztraminer blanco con unos matices aromáticos increíbles, moscatel, maracuyá, piña en almíbar, su paso en boca envolvente y suave, un vino muy agradable de beber.
El siguiente vino fue un Pirineos Rosado Merlot Cabernet 2007, resultó ser un vino muy afinado que ofrecía unos sabores frutales de los que destacamos la frambuesa y afinando bien, algo de plátano. Aunque no éramos muy amantes de los rosados, esta visita nos ha convencido de que son vinos a tener muy en cuenta.
Finalmente disfrutamos de un tinto Montesierra 2007 que en breve saldrá a la venta, un buen vino, muy correcto, ideal para disfrutar y en la línea de la calidad y el buen precio. En su carga aromática se desprendían aromas jugosos y frutales mezclados con matices de roble, en boca resultaba un poco carnoso y tenía un postgusto relativamente largo.
Después de la cata, tocaba cenar y nada mejor que contar con las instalaciones de la bodega para ello, nos ofrecieron un exquisito menú que proporcionó el Hostal Restaurante Pirineos y del que os hablaremos en un siguiente post.