Uno de los planes de la estrategia NAOS era que la industria panadera hiciera pan con menos sal. Para ello ha sido necesario un periodo de cuatro años, la intención era reducir un gramo de sal cada año para que los consumidores no lo apreciaran, ya sabemos que nuestro paladar enseguida percibe la falta o el exceso de sal. Finalmente se han superado las expectativas, actualmente el pan contiene aproximadamente un 26% menos de sodio que hace cuatro años.
El acuerdo firmado en 2005 entre el Ministerio de Sanidad, la Confederación Española de Organizaciones de Panadería (CEOPAN) y la Asociación de Fabricantes de Masas Congeladas, ha dado como resultado un pan con un contenido más reducido en sal al alcance de los consumidores, una pequeña solución para reducir la cantidad de sodio de la dieta diaria de la población con la intención de que disminuyan los riesgos de sobrepeso, obesidad y enfermedades derivadas, así como la hipertensión o problemas cardiovasculares.
Los datos en cifras son, que en 2005, por cada kilo de harina se incluían 22 gramos de sal en la elaboración de pan, en 2007 ya se habían reducido 2 gramos y ahora nos indican cada kilo de harina incorpora 16 gramos de pan. El pan continúa siendo sabroso para los consumidores, según CEOPAN lo que han hecho es hidratar más la harina, añadir malta y aumentar los tiempos de fermentación.
De estas cifras tomamos nota para disminuir también la sal que añadimos a la harina al hacer nuestro pan casero. Una de las masas de pan que más hacemos en casa es la masa de pan de Richard Bertinet, que incluye 10 gramos de sal por medio kilo de harina, así que a partir de ahora pondremos 8 gramos de sal.
En fin, una vez lograda la elaboración de pan con menos sal con la aceptación de los consumidores, se trabaja en reducir el sodio de otros alimentos, siendo los embutidos los que mayor proporción de sal aportan a la alimentación. ¿Será igual de sencillo que lo ha sido con el pan? Imaginamos que tendrán en cuenta el riesgo al reducir la sal en los alimentos, esperamos que esto no lleve a incorporar aditivos artificiales a los embutidos, mejor opción será conocer finalmente las algas que pueden sustituir a la sal sin variar el sabor ni la vida útil de los alimentos.
Vía | La Vanguardia