Algunos pesticidas prohibidos en suelo comunitario por ser muy tóxicos, se siguen produciendo en Europa para posteriormente exportarlos a terceros países, donde sí se utilizan habitualmente en la agricultura, el resultado es que, al final, pueden llegar a la UE a través de los alimentos que estos países producen y que son importados, por ejemplo frutas y verduras.
Esto es algo que se denuncia desde hace algunos años, no tiene sentido que algo que se ha demostrado que es perjudicial para la salud de los consumidores y para el medioambiente, se comercialice en terceros países por tener legislaciones más precarias, es una práctica deshonesta y nada ética. A estos productos fitosanitarios se les denomina de una forma bastante obvia “plaguicidas boomerang”, título de esta campaña que puso en marcha la organización de consumidores Foodwatch, solicitando a compañías como BASF o Bayer que acabaran con estas prácticas.
La campaña tuvo respuesta por parte de la Comisión Europea, que prometió poner fin a la exportación de plaguicidas peligrosos prohibidos en la UE, de hecho, en la Estrategia del Campo a la Mesa (Farm to Fork Strategy), cuya finalidad es mejorar el sistema alimentario de la Unión Europea para que sea más respetuoso y sostenible, se destaca el objetivo de reducir drásticamente el uso y el comercio de plaguicidas tóxicos. Sin embargo, la situación no ha cambiado, estos productos fitosanitarios se siguen produciendo en suelo comunitario y exportándose a terceros países.
Foodwatch comenta que las promesas no se han cumplido y que todo parece indicar que no se cumplirán debido a los acuerdos comerciales, las lagunas legislativas y otras cuestiones. Países como Francia son un modelo a seguir, el país galo adoptó una ley para prohibir la exportación de plaguicidas peligrosos a partir del año 2022, aunque todavía no impide la importación de alimentos que puedan contener residuos de estas sustancias tóxicas, algo que también debería haberse llevado a cabo.
Se pide a la Unión Europea que se tomen tres medidas urgentes, la primera es detener la producción y exportación de plaguicidas prohibidos por razones bastante obvias, la segunda es prohibir la importación de alimentos que contengan residuos tóxicos de estos plaguicidas, con esto se presiona para que se dejen de utilizar en esos países, y la tercera pide poner fin a las negociaciones de acuerdos de libre comercio que puedan perjudicar a los consumidores, a la salud humana y al medio ambiente, aunque este es un punto que resultará complicado.
Según la organización de consumidores, las grandes empresas como BASF, Bayer o Syngenta, ejercen una gran presión con el propósito de contrarrestar las iniciativas europeas antes mencionadas. Foodwatch dio a conocer cómo Bayer pedía a los responsables políticos europeos, que se abstuvieran de aplicar regulaciones más exigentes, especialmente sobre los pesticidas. Esto indignante, ya que se pone por delante de la salud humana y el medio ambiente, el negocio y los beneficios económicos sin importar las consecuencias.
Además de la presión de estas grandes compañías, se suma la presión de los acuerdos de libre comercio como el UE-Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay, Uruguay) y el CETA (UE-Canadá), acuerdos que permiten que se mantenga este comercio tóxico. En los países donde se reciben estos productos fitosanitarios se cuestiona el principio de precaución de la UE y cualquier medida que tenga la finalidad de proteger la salud y el medio ambiente, considerando que son obstáculos de comercio. El comercio sí, pero no a cualquier precio, la oposición de estas empresas y países es puramente por cuestiones económicas, no les importa en absoluto ni la salud ni el medioambiente y ante esto es necesario no dejar de presionar, hay que evitar que puedan salirse con la suya.
Por ello, Foodwatch recuerda a todos los ciudadanos comunitarios que la campaña “Plaguicidas boomerang” sigue vigente, y solicita que nos unamos a ella mediante la firma de esta petición que se envía a altos cargos directivos de Bayer, BASF y Syngenta, así como a Stella Kyariakides, comisaria europea de Salud y Seguridad Alimentaria.
Foto 2 | Chafer Machinery