Según los resultados de una investigación conjunta de expertos de la Universidad Deakin, la Universidad Monash, la Universidad de Sidney, el Instituto de Investigación Infantil Murdoch (MCRI) y la Universidad James Cook, el consumo de alimentos ultraprocesados se asocia a un mayor riesgo de sufrir más de 30 problemas de salud física y mental. Para los investigadores, estos resultados muestran la necesidad de realizar nuevos estudios para una mayor comprensión del problema y buscar medidas para limitar el consumo de este tipo de alimentos.
Para este trabajo, los expertos realizaron un metaanálisis con 45 estudios publicados en los últimos tres años, que asociaban el consumo de alimentos ultraprocesados con problemas de salud, siendo la suma total de participantes en los estudios de alrededor de 10 millones de personas. Los expertos apuntan que ninguno de estos estudios fue financiado por las empresas que fabrican alimentos ultraprocesados, aunque no se aclara si existen vínculos con otros segmentos de la industria alimentaria.
Los trabajos se clasificaron según sus resultados, por evidencias convincentes, por evidencias altamente sugerentes, por evidencias sugerentes, por resultados poco sólidos o por no tener evidencia alguna. La mayoría de los estudios arrojaban como resultado que una mayor exposición a los alimentos ultraprocesados, se asociaban de forma consistente a un mayor riesgo para la salud, señalando un total de 32 problemas principales, de salud mental, problemas cardiovasculares, metabólicos, gastrointestinales, cáncer, etc.
Los resultados del metaánalisis ofrecieron resultados con evidencias convincentes como que el mayor consumo de alimentos ultraprocesados se asociaba con casi un 50% más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, entre un 48% y un 53% más riesgo de padecer ansiedad y trastornos comunes de salud mental, y un 12% más de riesgo de sufrir diabetes tipo 2. Por evidencias altamente sugerentes se obtuvieron resultados como que una mayor ingesta de alimentos ultraprocesados se asociaba con un 21% más riesgo de muerte por cualquier razón, entre un 40% y un 66% más riesgo de muerte relacionada con enfermedades cardíacas, con la obesidad, con la diabetes tipo 2 y con la falta de sueño.
Se obtuvieron evidencias limitadas en lo referente a la relación entre los alimentos ultraprocesados y el riesgo de asma, salud gastrointestinal, algunos tipos de cáncer y diferentes factores de riesgo cardiometabólicos como, por ejemplo, los niveles elevados de grasas en sangre o los niveles reducidos del denominado colesterol bueno.
Claro, que hay que destacar que los estudios analizados son observacionales y no demuestran causalidad, lo lógico sería poder realizar estudios de intervención que sí demuestran causalidad, pero los expertos comentan que no sería ético en absoluto, ya que un estudio de estas características debería contar con ensayos controlados aleatorios, duraría varios años y los participantes deberían tener un alto consumo de alimentos ultraprocesados, lo que conllevaría al riesgo de que enfermaran y murieran prematuramente.
Sin embargo, argumentan que el enfoque riguroso y sistemático de su trabajo para evaluar la credibilidad y la calidad de los análisis, sugiere que hay una gran probabilidad de asociar el consumo de alimentos ultraprocesados con los mayores riesgos para la salud. Los expertos explican que este estudio proporciona evidencias consistentes, pero es necesario considerar por qué algunas personas tienden a consumir alimentos ultraprocesados. Hay que recordar que ya hemos hablado en otras ocasiones sobre esta cuestión, y es que existen varios factores clave que favorecen el consumo de alimentos ultraprocesados, como la conveniencia, la influencia social, la publicidad, etc.
Según leemos aquí, los investigadores explican que los alimentos ultraprocesados dañan la salud y acortan la vida, y algo hay que hacer para abordar el problema y reducir el consumo de este tipo de alimentos. Recordemos que según un estudio de Ayana Bio, los consumidores están abiertos a alimentos ultraprocesados más saludables, pero los expertos comentan que la reformulación no elimina el daño que causan, y el hecho de que sean rentables para la industria alimentaria, disuade a los fabricantes a hacerlos más nutritivos, por lo que el único camino que queda es la puesta en marcha de políticas y regulaciones que velen por los intereses de la población.
Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la revista científica The BMJ.