Un estudio realizado por expertos de la Universidad Sorbona París Norte (Francia), concluye que el consumo de alimentos ultraprocesados se asocia al insomnio crónico. Los investigadores comentan que la ingesta de este tipo de alimentos se está incrementando año tras año en todo el mundo, y como sabemos, se relacionan con diferentes problemas de salud física y mental.
El equipo de investigación explica que se han realizado pocos estudios que analicen el efecto del consumo de alimentos ultraprocesados en la salud del sueño y mucho menos en relación al insomnio crónico. Por ello decidieron poner en marcha este estudio a fin de determinar dicha asociación y, a diferencia de otros estudios donde la muestra poblacional suele ser pequeña, en este se trabajó con una gran muestra poblacional formada por 38.570 personas.
Los expertos consideran que vivimos en una época donde cada vez hay un mayor surtido de alimentos ultraprocesados y paralelamente aumentan los trastornos del sueño. Por ello era importante determinar si la inclusión de estos alimentos en la dieta podría influir en el sueño de forma negativa, ya que anteriores estudios han asociado la alimentación como un factor que contribuye en la salud del sueño.
Estudios anteriores han mostrado estadísticamente una asociación significativa entre una ingesta elevada de cualquier tipo de alimento ultraprocesado y una mala calidad del sueño. Los investigadores explican que los alimentos ultraprocesados contienen ingredientes que normalmente no se encuentran en la cocina diaria de un hogar, como los conservantes, los emulsionantes, los colorantes, los saborizantes artificiales y otros aditivos, elementos que podrían guardar relación con la mala calidad del sueño.
Para determinar el tipo de alimento consumido, los expertos utilizaron la clasificación NOVA diseñada por expertos de la Universidad de Sao Paulo (Brasil) y que actualmente es reconocida por la comunidad científica. Recordemos que en esta clasificación, aparece como primer grupo el de los alimentos no procesados o mínimamente procesados. Como segundo grupo aparecen productos que se han extraído a partir de alimentos procedentes de la naturaleza o de procesos industriales como, por ejemplo, la harina refinada.
El tercer y último grupo es el de los alimentos procesados que, a su vez, se dividen en dos subgrupos, procesados y ultraprocesados, siendo estos últimos los que pueden imitar la apariencia y las cualidades sensoriales de diferentes alimentos, pero que no son reconocibles de los alimentos originales. Estos alimentos tienen grasas, sal y azúcares, y han sido sometidos a procesos industriales como la hidrogenación, la extrusión, la hidrólisis, etc., e incluyen colorantes, emulsionantes, aromatizantes, humectantes y otros aditivos.
En este trabajo, los expertos evaluaron datos recopilados cada seis meses entre los años 2013 y 2015 sobre la dieta e información sobre síntomas de insomnio de la muestra de más de 39.000 personas. Una vez analizados los resultados, se descubrió que aquellas personas que padecían insomnio crónico, realizaban un mayor consumo de alimentos ultraprocesados, suponiendo entre el 16% y el 20% de la ingesta energética total. Esta asociación se observó tanto en hombres como en mujeres, aunque fue ligeramente mayor en los hombres, pero hay que aclarar que se trata de un estudio observacional y no establece causalidad.
A pesar de no establecer causalidad, se trata del primer estudio de su tipo que amplía información sobre los efectos y consecuencias del consumo de alimentos ultraprocesados en el sueño. Hay otras limitaciones a tener en cuenta, por ejemplo, los datos relativos al sueño y el insomnio se obtuvieron de los propios participantes y no a través de las correspondientes pruebas científicas para determinar insomnio, sonambulismo, hipersomnia diurna o sueño fragmentado entre otros.
Estadísticamente hay una asociación significativa entre el consumo de alimentos ultraprocesados y el insomnio crónico independientemente de otras variables, y estos primeros hallazgos sientan la base para llevar a cabo futuras investigaciones para recabar datos cualitativos y cuantitativos, así como para poner en marcha programas de prevención e intervención en la relación alimentación y sueño.
Podéis conocer todos los detalles del estudio a través de la página de la Universidad Sorbona París Norte (Francia), y en este otro de forma más detallada, publicado en la revista científica Journal of the Academy of Nutrition and Dietetics.
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