Un estudio a nivel global para determinar cómo afectará el cambio climático a la producción de vino, ha permitido configurar un mapa mundial en el que se muestra que una buena parte de las zonas vinícolas habrán desaparecido y se trasladarán a otras zonas que en principio son de gran valor para conservar la fauna y la flora silvestre. El estudio ha sido llevado a cabo en parte por el LINCGlobal (Laboratorio Internacional en Cambio Global), perteneciente al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), sus conclusiones son bastante lamentables, las consecuencias las sufrirán los productores y determinados hábitats. Esta investigación es la primera que se realiza a nivel global y que muestra el impacto y relación entre producción de vino, cambio climático y conservación.
Hablamos de hábitats y conservación de flora y fauna porque el estudio sugiere que el cambio climático provocaría la apertura de nuevas áreas de producción más favorables a la situación, lugares hasta el momento inusuales que contienen una biodiversidad específica, pero que en unas décadas serían ideales para el cultivo de uva y producción de vino. Los expertos advierten que el aumento de las temperaturas y la disminución de las lluvias son aspectos que afectan al equilibrio entre temperatura y humedad, dos cuestiones fundamentales que permiten el cultivo y la producción de uva de calidad. Por ello, es lógico que se trasladasen las zonas de producción y ello conllevaría consecuencias negativas para algunos ecosistemas. A continuación podréis ver una parte del Mapa mundial de la producción de vino en el año 2050, centrado especialmente en Europa.
El año pasado se estrenó un documental, en el Festival Internacional del Vino y el Cava Most, hablando de este tema, El vino y el clima: una relación amenazada. Investigadores, bodegueros, expertos, etc., participaban explicando cuál era la situación actual,como afectaba el cambio climático a los vinos, qué medidas adoptaban al respecto, etc. Se pretendía que tomásemos conciencia sobre el grave problema que representa el cambio climático en relación a la viña y al vino. Claro, que esta preocupación se tiene desde hace años, ya en el 2008 hablábamos en el post ¿Cómo afecta el cambio climático al vino?, sobre algunos de los efectos del calentamiento, la maduración acelerada, el mayor grado de acidez y concentración de azúcares, el incremento del pH, etc. A medida que pasan los años, los estudios e investigaciones son más profundos y complejos, dibujando un panorama bastante desolador.
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El estudio ha sido liderado por CI (Conservación Internacional) y en él han colaborado investigadores de diferentes países. Este organismo tiene como finalidad asegurar que nuestro planeta sea más saludable y productivo, algo complicado sabiendo que el desarrollo económico o de infraestructuras que son también necesarios para el bienestar humano, afectan seriamente a la naturaleza. El CI intenta armonizar esta relación y trabaja en todos los niveles y en todos los estratos, políticos, sociales, económicos… la finalidad es alcanzar un desarrollo más inteligente y sostenible.
La investigación realizada es el primer análisis global sobre los impactos del cambio climático en la producción y conservación del vino, fruto de este trabajo tenemos a nuestro abasto este peculiar mapa de la producción de vino en el año 2050. Actualmente algunos países ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático, un ejemplo es Chile, este país sufre un alto grado de estrés hídrico y se prevé que sea mucho más acusado con el paso de los años. Parece inevitable que las regiones vinícolas se muevan, de ahí que los investigadores apunten la necesidad imperiosa de llevar a cabo acciones que faciliten la conservación y reduzcan en la medida de lo posible el actual desplazamiento que se está produciendo.
Claro, estamos hablando sólo del cultivo de la vid, pero ocurrirá lo mismo con muchos otros cultivos globales, por lo que se puede decir que se dibuja un cambio significativo en la producción alimentaria, en la autosuficiencia y en la seguridad alimentaria. Volviendo al vino, los expertos pronostican que las zonas aptas actualmente para la viticultura, sufrirán una reducción de entre el 25% y el 73% de las regiones productoras de vino. Por otro lado, zonas hasta el momento inviables serán favorables, el norte de Europa o el Oeste de América del Norte serán zonas adecuadas y elegidas para que la industria del vino prosiga su actividad.
El cultivo de viñedos en zonas más elevadas puede derivar en la degradación de la vegetación natural y en consecuencia afectará a las especies nativas, se habla del impacto y riesgo de extinción de varios animales. Por último, para mantener en la medida de lo posible la productividad y reducir el impacto sobre los ecosistemas, los investigadores recomiendan planificar de forma conjunta y globalizada (ya que es un problema que afecta a nivel mundial) la expansión de viñedos a fin de evitar invadir zonas de gran importancia medioambiental, fomentar la conciencia entre los consumidores para que consuman vinos procedentes de viñedos que son compatibles con la biodiversidad, invertir en nuevas variedades de uvas capaces de ofrecer sabores y características similares a las tradicionales en la producción, pero con la diferencia de que son más resistentes a los cambios climáticos. Los consejos son buenos, el problema es que se lleven a cabo. Respecto a las nuevas variedades, recordemos que los investigadores tienen a su disposición el genoma de la uva, con el mapa genético se podrían desarrollar nuevas variedades capaces de producir en esas zonas que ya no serían viables en el año 2050.
A través de este enlace (Pdf) podéis acceder al estudio completo titulado Cambio climático, vino y conservación.
Más información | Conservation International
Foto | Depositphotos