Un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina Clínica de la Universidad de Cambridge concluye que el consumo de carne roja y procesada se asocia a un aumento del riesgo de diabetes, conclusión a la que también han llegado otros estudios científicos anteriores, pero con más limitaciones que el actual.
Para los investigadores, se trata de una realidad que plantea un desafío importante en el ámbito de la salud pública, ya que la producción y el consumo de carne han experimentado un notable crecimiento en los últimos años. En muchos países la ingesta de carne supera ampliamente las recomendaciones dietéticas y este dato incrementa la preocupación sobre las implicaciones de esta tendencia dietética para la salud a nivel mundial.
Desde hace años se han realizado estudios científicos que han explorado la relación entre el consumo de carne roja y procesada y el riesgo de desarrollar diferentes enfermedades crónicas, incluyendo la diabetes tipo 2. Aunque en estudios anteriores concluían que una mayor ingesta de los mencionados tipos de carne se vinculaba con un mayor riesgo de diabetes, los resultados no siempre han sido consistentes. Es por esta razón por la que se han llevado a cabo debates sobre si estos alimentos son verdaderamente seguros y, en caso afirmativo, en qué cantidades deberían consumirse.
Los expertos explican que la complejidad de estas investigaciones radica en que existen múltiples factores como el estilo de vida y los hábitos alimenticios que pueden influir en los resultados, lo que hace bastante difícil extraer conclusiones definitivas. Por ello, para intentar arrojar algo más de luz acerca de la asociación, el grupo de investigación de la Universidad de Cambridge llevó a cabo un análisis integral utilizando datos del proyecto global InterConnect (proyecto de investigación que busca comprender mejor los factores de riesgo relacionados con la obesidad, la diabetes tipo 2 y otras enfermedades metabólicas, mediante el análisis de datos a nivel global).
Dicho proyecto permitió a los científicos acceder a información de casi dos millones de personas que participaron en 31 cohortes de estudio distribuidas en 20 países, lo que supuso una muestra representativa, diversa y a nivel mundial. A diferencia de estudios anteriores que se basaban principalmente en resultados ya publicados, InterConnect ofreció la ventaja de tomar datos no publicados previamente, lo que aumentó la validez de las conclusiones al reducir el riesgo de diferentes sesgos que podrían alterar los resultados.
Los expertos explican que el análisis reveló que el consumo habitual de carne roja y procesada se asociaba de forma evidente a un mayor riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Por ejemplo, se descubrió que la ingesta diaria de 50 gramos de carne procesada (equivalente aproximado a dos lonchas de jamón), incrementaba el riesgo de desarrollar diabetes en un 15% en un período de diez años. Otro ejemplo, un consumo de 100 gramos de carne roja sin procesar (un filete pequeño), se asoció con un aumento del 10% en el riesgo de sufrir diabetes.
Hay que decir que el estudio no se limitó a estudiar la relación de la carne roja y procesada con la enfermedad, también se analizó el impacto del consumo de carne de pollo y pavo, que se consideran una alternativa más saludable a las carnes rojas y procesadas. En este caso, los resultados revelaron que el consumo regular de carne de estas aves de corral también podía tener efectos negativos en la salud de los consumidores. El estudio mostró una asociación entre el consumo regular de 100 gramos diarios de carne de ave de corral, y un incremento del 8% del riesgo de sufrir diabetes tipo 2. Hay que decir que cuando se aplicaron análisis más detallados y se tomaron en cuenta diferentes factores del estilo de vida, la relación entre el consumo de carne de pollo o pavo y la diabetes perdió solidez, lo que sugiere que el riesgo de desarrollar la enfermedad puede no ser tan pronunciado como el que se observa con el consumo de carne roja y procesada.
Uno de los autores principales del estudio señala que los resultados aportan la evidencia más completa hasta la fecha, y a raíz de los resultados obtenidos en el estudio, se considera crucial revisar y ajustar las pautas alimentarias para reducir la incidencia de la diabetes en la población. Por otro lado, aunque la relación entre el consumo de carne de ave y la diabetes tipo 2 es más débil, es necesario llevar a cabo más investigaciones, ya que no se puede descartar la posibilidad de que incluso estas carnes consideradas más saludables, puedan tener un impacto negativo en la salud si se realiza un alto consumo.
El análisis realizado por los expertos de Cambridge abordó una limitación común de los estudios anteriores, concretamente la falta de diversidad geográfica. La mayoría de las investigaciones sobre la relación entre el consumo de carne y la diabetes tipo 2 se habían centrado en las poblaciones de Europa y América del Norte, por lo que se limita la generalización de los resultados a otras regiones del mundo. El nuevo estudio amplió el enfoque al incluir datos de regiones menos o nada investigadas como, por ejemplo, Oriente Medio, América Latina y el sur de Asia, permitiendo obtener una visión mucho más completa y global de los riesgos asociados al consumo de carne en diferentes contextos culturales y dietéticos.
En los últimos años ha aumentado la evidencia de que el consumo excesivo de carne y en especial de carne procesada, se asocia con diferentes problemas graves de salud, como las enfermedades cardíacas, ciertos tipos de cáncer y un mayor riesgo de muerte prematura. Son varias las investigaciones realizadas cuyas conclusiones instan a la población a reducir el consumo de carne para prevenir las enfermedades crónicas, y también como medida para combatir la crisis climática, recordemos que la producción intensiva de ganado tiene un impacto significativo en el medio ambiente por la emisión de gases de efecto invernadero, la deforestación y la contaminación del agua, de ahí que la reducción del consumo de carne se haya convertido en una recomendación prioritaria tanto para la salud humana como para la sostenibilidad ambiental.
Algo que se debe tener en cuenta es el hecho de que la mayoría de las investigaciones realizadas sobre la relación entre el consumo de carne y los riesgos para la salud, son de carácter observacional. Esto significa que aunque se puede identificar una asociación entre la ingesta de carne y el desarrollo de enfermedades, muy pocas veces se puede demostrar causalidad. Es decir, aunque los estudios sugieren que reducir el consumo de carne roja y procesada podría disminuir el riesgo de diabetes tipo 2, no se puede afirmar con certeza que esta sea la única solución o la más efectiva en todos los casos. Por esta razón se necesitan más investigaciones y especialmente ensayos clínicos controlados, que permitan confirmar los resultados y diseñar las mejores estrategias de prevención.
La nueva investigación refuerza la necesidad de reconsiderar nuestras elecciones alimentarias, especialmente en relación a la carne roja y la carne procesada, pero todavía queda mucho por aprender sobre los mecanismos que vinculan el consumo de carne con la diabetes y otras enfermedades crónicas. Podéis conocer todos los detalles de la investigación a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Cambridge y en este otro publicado en la revista científica Diabetes & Endocrinology.
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