Se ha presentado una innovadora técnica que permite detectar si la miel está adulterada sin abrir el tarro, se trata de una nueva herramienta que ayudará a la industria alimentaria a combatir el fraude. La técnica ha sido desarrollada por investigadores de la Universidad de Cranfield (Reino Unido) en colaboración con la FSA (Agencia de Estándares Alimentarios) y el Consejo de Instalaciones Científicas y Tecnológicas (STFC), fruto de la preocupación por la creciente adulteración de la miel a nivel mundial.
Los expertos comentan que cada vez es mayor la demanda de miel y por tanto, su valor también se incrementa, lo que convierte a este alimento en uno de los principales objetivos del fraude alimentario. Recordemos que el año pasado conocíamos los resultados de una investigación organizada por la Comisión Europea, en la que se concluía que casi un 50% de la miel que importa Europa podría ser falsa, esto nos da una idea del alcance del fraude de la miel.
Los responsables del desarrollo del nuevo método comentan que la mezcla de jarabes vegetales baratos con miel pura es una práctica cada vez más común que amenaza tanto a los consumidores como a los productores que trabajan correctamente. Recordemos que según la investigación de la Comisión Europea, hasta un 46% de las muestras de miel estaban adulteradas, principalmente miel diluida con jarabes de azúcar que se habían obtenido a partir de la remolacha azucarera, el trigo o el arroz.
La amenaza del fraude en la miel
El caso es que el fraude en la miel ha alcanzado unos niveles alarmantes, son varios los estudios recientes que se pueden citar y que revelan que un porcentaje considerable de las mieles que podemos encontrar en el mercado han sido adulteradas. Se trata de prácticas que como ya hemos comentado, no sólo engañan al consumidor, también perjudican seriamente a aquellos apicultores que se esfuerzan en producir miel de alta calidad.
Los investigadores comentan que en 2023, el Reino Unido importó miel por un valor de 89’8 millones de libras esterlinas, cifra que muestra la gran demanda del mercado y responde a por qué la miel es un objetivo atractivo para el fraude. Los defraudadores buscan maximizar sus ganancias y para ello realizan mezclas añadiendo jarabes de azúcar más baratos a la miel, lo que reduce la pureza del producto y hace que sea difícil de detectar sin métodos sofisticados. Hasta la fecha, los métodos de autenticación de la miel son lentos, caros y complicados debido a la gran variabilidad en la composición de la miel, que depende de diferentes factores como la fuente de néctar, la geografía, los factores climáticos o la temporada de cosecha, entre otros.
Nuevas tecnologías para detectar la adulteración de la miel
Ante esta problemática, los científicos de la Universidad de Cranfield han probado con éxito dos innovadoras técnicas para la detección de miel adulterada, la primera es la espectroscopia Raman de desplazamiento espacial (SORS), que analiza la miel sin necesidad de abrir el tarro. Se trata de una técnica avanzada de análisis óptico, que permite la identificación de materiales mediante la recolección de señales espectroscópicas desde diferentes profundidades dentro de una muestra. El método fue desarrollado originalmente para usos en la industria farmacéutica y la seguridad, pero ahora ha sido adaptado para identificar la “huella digital” de los jarabes de azúcar que se añaden a la miel.
La SORS funciona a través del análisis de luz, permitiendo distinguir los componentes de la miel mediante su espectro de vibración molecular. Los científicos han combinado esta técnica con algoritmos de aprendizaje automático, facilitando la detección con precisión de los jarabes de azúcar procedentes de diversas fuentes vegetales como, por ejemplo, el arroz y la remolacha. Los expertos comentan que resulta particularmente útil en la cadena de suministro, ya que es portátil y puede aplicarse en distintas etapas de la producción y distribución, a fin de identificar productos sospechosos antes de que puedan llegar al mercado.
La capacidad de detectar adulteración sin abrir el frasco supone un avance revolucionario, y el hecho de que la técnica SORS sea portable supone que puede ser utilizada in situ, facilitando inspecciones en aquellos puntos críticos de la cadena de suministro de la miel. Con este sistema se reducen los costes asociados a los tradicionales análisis de laboratorio y se agiliza significativamente el proceso de verificación de la miel.
La segunda técnica desarrollada es el uso de códigos de barras de ADN, técnica que ha sido utilizada previamente en la autenticación de otros alimentos. Este método permite analizar la composición genética de la miel y detectar la presencia de jarabes añadidos, incluso cuando representan sólo un pequeño porcentaje del producto total. En las pruebas, los expertos aplicaron esta técnica a 21 muestras de miel del Reino Unido que fueron obtenidas a través de apicultores locales y adquiridos en supermercados y tiendas online. Estas muestras fueron adulteradas intencionadamente con jarabes de arroz y maíz para poner a prueba la eficacia del método del código de barras de ADN. Los resultados demostraron que es extremadamente preciso y capaz de detectar niveles de adulteración de tan sólo un 1%.
Los dos métodos, el análisis SORS y los códigos de barras de ADN, tienen el potencial de transformar el modo en que la industria alimentaria combate el fraude en la miel. Si bien cada técnica tiene sus particulares ventajas, los expertos consideran que combinarlas sería lo ideal para ofrecer una defensa integral contra la adulteración de la miel. Los investigadores apuntan que la importancia de estas innovaciones no puede ser subestimada, especialmente en un contexto en el que las prácticas fraudulentas en la industria alimentaria aumentan día a día a nivel mundial.
Algo que es evidente es que con las nuevas técnicas se va más allá de la detección de fraude, ya que suponen un avance significativo en la capacidad de la industria para mantener estándares de calidad rigurosos, certificando que se ofrecen productos auténticos a los consumidores. De momento, estas tecnologías se podrían utilizar en breve en Reino Unido, y quizá a corto o medio plazo sean adoptadas por otros países, lo que supondrá un varapalo para la industria del fraude de la miel.
De todos modos, hay que decir que los expertos siguen trabajando y refinando estas técnicas en colaboración con apicultores locales para garantizar su eficacia en una variedad de contextos. Podéis conocer todos los detalles de este trabajo a través de este artículo publicado en la página de la Universidad de Cranfield, y en este otro publicado en la revista científica Food Control.
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