En el año 2021 la EFSA (Agencia de Seguridad Alimentaria de la Unión Europea) llevó a cabo una nueva evaluación de los riesgos del bisfenol A y a partir de los resultados obtenidos propuso reducir la ingesta diaria tolerable de forma significativa. El año pasado la EFSA realizó una reevaluación del bisfenol A (BPA) o bisphenol A y los resultados obtenidos concluían que este compuesto suponía un problema de salud para los consumidores de todos los grupos de edad.
El pasado mes de junio, los Estados miembros de la Unión Europea dieron un paso decisivo en la mejora de la protección de la salud pública, al aprobar una propuesta de la Comisión Europea para prohibir la mayoría de los usos del bisfenol A y otros de bisfenoles en aquellos materiales que entran en contacto con los alimentos y las bebidas. Recordemos que este plastificante se utiliza en el recubrimiento de latas de conserva y para que los envases plásticos sean más flexibles.
El problema con este compuesto se origina ante la posibilidad de que puede migrar a líquidos o alimentos a través de un proceso denominado lixiviación, donde el contenido del envase (sean líquidos o alimentos) actúan como un disolvente, lo que facilita que algunos elementos químicos presentes en el envase se integren en el contenido. Lo cierto es que la lucha contra el BPA y otros bisfenoles ha sido un largo camino marcado por muchas investigaciones científicas que apuntaban a la peligrosidad de estos compuestos y que en varias ocasiones han sido ignoradas.
Desde la década de los 90 se han acumulado investigaciones científicas que evidencian sobre los efectos nocivos del BPA como, por ejemplo, que se trata de un disruptor endocrino que puede interferir con el sistema hormonal, siendo reconocido como un elemento tóxico que afecta al sistema reproductivo. Por sus diferentes posibles efectos perjudiciales para la salud, ha sido clasificado en la lista REACH de sustancias extremadamente preocupantes de la UE que se deben eliminar progresivamente, hay que tener en cuenta que es un compuesto químico omnipresente en la producción de plásticos y resinas.
La lista REACH de sustancias extremadamente preocupantes (SVHC) identifica sustancias químicas peligrosas que pueden causar, por ejemplo, cáncer, mutaciones genéticas, problemas reproductivos o ser sustancias persistentes y bioacumulativas. Estos compuestos están sujetos a estrictas regulaciones a fin de proteger la salud humana y el medio ambiente, una vez que se incluyen en la lista, las empresas deben informar sobre su presencia en productos, pueden necesitar autorización para su uso y deben buscar alternativas más seguras. El hecho de que se haya incluido el bisfenol A en esta lista, refleja su peligrosidad y la necesidad de reducir y eliminar su uso.
Lamentablemente y a pesar de la categorización, la acción regulatoria ha sido muy lenta, y durante años, los consumidores europeos hemos estado expuestos a niveles de BPA que exceden los límites de seguridad recomendados. La Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) ha señalado la necesidad de restringir el uso de más de 30 bifenoles debido a sus efectos negativos para la salud, y es cierto que algunas empresas optaron por buscar sustitutos, otros bisfenoles como el bisfenol S (BPS) y el bisfenol AF (BPAF), aunque se han realizado estudios que sugieren que también suponen un riesgo para la salud de los consumidores.
Los bisfenoles alternativos comparten propiedades disruptoras endocrinas y potenciales efectos tóxicos que son similares a los asociados al BPA. Ante la creciente evidencia científica, las autoridades empezaron a clasificar estos compuestos pero la regulación individual de cada sustancia demostró ser ineficaz. Hace un par de años en Alemania se intentó poner en marcha una restricción grupal de los bisfenoles bajo el reglamento REACH, pero la propuesta no prosperó, por ello tiene mucho valor una acción a nivel comunitario.
Ahora, esta propuesta de prohibición supone un avance significativo necesario desde hace mucho tiempo, la reglamentación prohíbe el uso del BPA y otros bisfenoles clasificados como carcinógenos, mutagénicos o tóxicos para la reproducción, así como disruptores endocrinos según el Reglamento 1272/2008. Los productos afectados incluyen envases de alimentos, plásticos de un solo uso, botellas reutilizables, dispensadores de agua y utensilios de cocina, como ya hemos comentado, estas sustancias están muy presentes en el ámbito alimentario. Se ha previsto un período de transición de 18 meses para la mayoría de los materiales, y de 36 meses para ciertos productos concretos, como el pescado, las frutas y verduras enlatadas, o el embalaje exterior de las latas de conserva.
Se puede decir que esta nueva regulación ha sido gracias a la última reevaluación realizada por la EFSA el año pasado, las conclusiones científicas han sido determinantes y atrás queda la reglamentación sobre el nivel seguro de exposición al BPA. La prohibición de BPA y de otros bisfenoles en materiales en contacto con alimentos es un paso vital para proteger la salud pública, pero aún no se puede cantar victoria, ya que como comentan aquí, la aprobación debe contar con el visto bueno del Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros para convertirse en una ley oficial de la UE. Podéis conocer más detalles de la noticia a través de esta página de noticias de la CE (cuarta noticia).
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