Desde el pasado 1 de julio, las grandes cadenas minoristas de Francia están obligadas a informar a sus clientes sobre los casos de «shrinkflation» o reduflación, una práctica que consiste en aumentar el precio por kilo o litro de un producto al reducir la cantidad contenida en el envase, sin que esta acción sea fácilmente perceptible para los consumidores. Pues bien, organizaciones de consumidores como UFC-Que Choisir comentan que la ley de la reduflación se respeta muy poco en Francia, así que la implementación de esta normativa ha dejado mucho que desear.
De acuerdo que no han pasado muchos días desde que entró en vigor de esta ley que tiene como cometido proporcionar transparencia al consumidor y restaurar la confianza perdida debido a estas prácticas que muchos consideran fraudulentas y engañosas. Según lo establecido por el ministro de Economía, Finanzas y Recuperación de Francia, la reduflación es una estafa que debe erradicarse, pero parece que será necesario adoptar nuevas medidas, como más controles y sanciones para que todos los minoristas cumplan con la legislación.
La organización de consumidores puso en marcha una investigación que abarcó 423 supermercados e hipermercados de toda Francia durante la primera semana de julio. Los resultados han sido decepcionantes, se ha descubierto que el 95% de los establecimientos no cumplen con la normativa, no informan sobre los casos de reduflación. Este dato es alarmante y muestra una notoria falta de compromiso por parte de la mayoría de los minoristas. Recordemos que deben señalar la reduflación a los consumidores mediante carteles, indicando que el precio de un determinado producto ha pasado de “x” a “y”, mientras que la cantidad aumentó en “X”, se mantuvo igual o disminuyo “X” porcentaje. No es algo que suponga una complicación logística.
Según informa la organización de consumidores, sólo tres cadenas, Coopérative U, E.Leclerc y Carrefour, parecen haber cumplido con la normativa, ya que se ha podido observar que han colocado carteles informativos en sus establecimientos. Sin embargo, incluso en estos casos en los que hay colaboración, la calidad y la precisión de la información presentada es cuestionable y deja mucho que desear. Parece ser que en muchos casos, los carteles carecen de detalles cruciales, como el cambio en el tamaño del paquete o el aumento exacto del precio por kilo, a esto hay que añadir errores evidentes, por ejemplo, un cartel que mencionaba incorrectamente un incremento del 192% en el precio del té Lipton.
UFC-Que Choisir explica que la calidad de la visualización es en muchos casos deficiente, los establecimientos colocan láminas impresas que se ponen cerca de los productos, a esto se añade la información incompleta, a veces falta destacar el cambio de embalaje o la cuantificación del aumento del precio por kilo. También se utilizan carteles informativos que señalan a los productos cuyo precio se ha mantenido estable, o que el embalaje es el mismo desde hace dos años. Otras cuestiones denunciables son que no hay un patrón o un sistema estandarizado de información y los carteles sobre la reduflación se superponen a diversas ofertas y promociones, lo que supone inducir a confusión a los consumidores.
La falta de cumplimiento de la normativa no sólo refleja una posible negligencia por parte de los minoristas, también una cierta resistencia a comunicar a los consumidores una información que les resulta desfavorable. Si bien los distribuidores son expertos a la hora de promocionar sus productos, parece que son mucho menos eficientes cuando se trata de informar sobre el aumento de precios o la reducción de la cantidad de producto. UFC-Que Choisir explica que esta situación genera una paradoja, y es que los minoristas que desarrollan estrategias sofisticadas de comunicación para sus promociones, no deberían encontrar tantas complicaciones a la hora de informar correctamente a los consumidores sobre la reduflación.
Recordemos que el gobierno galo introdujo esta legislación con el propósito de controlar la inflación de los productos de consumo, especialmente tras el fracaso de la denominada «cesta de la compra antiinflacionaria» que puso en marcha el año pasado. El caso es que la implementación de la ley depende en gran medida de su cumplimiento por parte de los minoristas, si no asumen su responsabilidad, el propósito de la mencionada ley se verá comprometido, por lo que los consumidores seguirán enfrentándose a prácticas engañosas y fraudulentas.
Por ello, se considera que es esencial que el gobierno y las organizaciones de consumidores mantengan la alerta y continúen supervisando su cumplimiento, ya que la presión será el único modo de que las cadenas minoristas cumplan con la ley de reduflación, garantizando que los consumidores están informados y protegidos contra prácticas comerciales desleales. Podéis conocer más detalles de la noticia a través de este artículo publicado en la página de la organización de consumidores.