Una hidratación deficiente puede incrementar el riesgo de sufrir enfermedades crónicas y, además, reduce la esperanza de vida, así se ha concluido en una investigación realizada por expertos del NIH (Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos), inspirada en un estudio anterior que analizaba los efectos de la restricción del agua a largo plazo en roedores de laboratorio.
En este trabajo se ha realizado un seguimiento a 11.255 personas adultas a lo largo de 30 años, analizando diferentes parámetros, como los niveles de sodio en sangre (método para determinar la hidratación del organismo), la presión arterial, los niveles de glucosa en sangre, así como otros biomarcadores inmunitarios, un conjunto de datos que ayudaban a relacionar hidratación y salud.
En el estudio realizado con roedores de laboratorio, los expertos constataron que la esperanza de vida de los animales por la restricción de agua se redujo en seis meses, más o menos el equivalente a 15 años en la vida de un ser humano. Este estudio sentó las bases para realizar el estudio en seres humanos y determinar si un nivel óptimo de hidratación influye en la salud y el envejecimiento.
Los expertos explican que algunas personas envejecen más rápido que otras, unas alcanzan la vejez sin padecer enfermedades, otras desarrollan enfermedades crónicas que están asociadas a la edad. Por tanto, determinar medidas preventivas que puedan ralentizar el proceso de envejecimiento así como el riesgo de sufrir enfermedades crónicas, es un desafío para la investigación biomédica y la salud pública. Se recopilaron datos del grupo de adultos del estudio a lo largo de 30 años, analizando los niveles séricos de sodio en relación a diferentes indicadores de salud. Como decíamos, el nivel sérico de sodio es una medida indirecta de la hidratación y su valor normal es de entre 135 a 145 miliequivalentes por litro (mEq/L).
Según los resultados obtenidos, las personas adultas cuyos niveles séricos de sonido se encuentran en el extremo superior, tenían mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, además de mostrar signos de un envejecimiento biológico más avanzado que el de las personas que tenían un nivel sérico de sodio en un rango medio. Del mismo modo, el riesgo de muerte prematura aumentaba, algo lógico teniendo en cuenta el mayor riesgo de padecimiento de diferentes enfermedades.
Las personas con un nivel por encima de 142 mEq/L tenían un aumento asociado del 10 al 15% en las probabilidades de ser biológicamente mayores a su edad cronológica, en comparación con las personas con niveles de entre 137 y 142 mEq/L. Por otro lado, un nivel por encima de 144 mEq/L, se asoció a un incremento de hasta el 50% en el riesgo de ser biológicamente mayor a la edad cronológica, además de aumentar hasta en un 21% el riesgo de sufrir una muerte prematura en comparación con quienes tenían un nivel de entre 137-142 mEq/L.
Los investigadores comentan que las personas con niveles séricos de sodio que superan los 142 mEq/L, tenían hasta un 64% más de riesgo asociado de desarrollar enfermedades crónicas como, por ejemplo, un accidente cerebrovascular, diabetes, insuficiencia cardíaca etc., y si el nivel sérico se situaba entre 138 y 140 mEq/L, el riesgo se reducía considerablemente.
Los expertos explican que alrededor del 50% de la población mundial no cumple con las recomendaciones del consumo diario de agua (entre 2 y 2’5 litros), lo que tiene un gran impacto en la calidad de vida, en la aceleración del proceso de envejecimiento, etc. Esto sugiere que es necesario trabajar en la mayor concienciación de la necesidad de seguir una hidratación correcta. Dicho sea de paso que abusar de la ingesta hídrica tampoco es bueno, al respecto recomendamos retomar la lectura de este post sobre la hiperhidratación o intoxicación por consumo de agua.
Aunque los datos parecen apuntar a la relación mencionada entre correcta hidratación y mejor esperanza de vida, los resultados no prueban causalidad por lo que es necesario realizar nuevas investigaciones y ensayos controlados que permitan determinar que una hidratación óptima favorece la prevención de enfermedades, un envejecimiento más saludable y una mejor esperanza de vida.
El estudio es interesante y merece atención, podéis conocer todos los detalles a través de este artículo publicado en la página de los NIH, y en este otro de la revista científica eBioMedicine.
Foto 1 | Erich Ferdinand