Como hemos comentado anteriormente los microplásticos y nanoplásticos están presentes en prácticamente todos los alimentos marinos, se trata de partículas plásticas que algunos estudios han demostrado que no sólo se alojan en los intestinos de pescados y mariscos, también están presentes en músculos y órganos. Hay expertos que apuntan que estas partículas de plástico pueden contener aditivos peligrosos, sea por ser parte integrante o porque se han adherido a estas partículas, por lo que existe la posibilidad de que se acumulen en la cadena alimentaria y, por tanto, aumente el riesgo de intoxicación animal y humana.
Pues bien, una nueva investigación realizada por expertos de la Universidad de Bayreuth (Alemania) concluye que las especies de mejillones más consumidas en el mundo contienen microplásticos. Los investigadores comentan que esto ya se sabía anteriormente, pero de forma limitada y en relación a mejillones de ciertas regiones oceánicas, ahora se determina que los microplásticos están presentes en todas las especies de mejillones procedentes de cualquier región del mundo, por ello, afirman que si comemos mejillones comemos microplásticos.
Los expertos explican que cuatro de las especies de mejillones que se comercializan con especial frecuencia como alimento en los supermercados de doce países del mundo, contienen hasta nueve tipos diferentes de microplásticos y nanoplásticos, destacando especialmente la presencia de polipropileno y tereftalato de polietileno, plásticos que están omnipresentes en la vida cotidiana de las personas de todo el mundo. Para poder equiparar los análisis realizados en especies de mejillones de diferente tipo y tamaño, los expertos se acogieron a una referencia fija, el análisis de un gramo de carne de mejillón.
Los resultados muestran que un gramo de la carne de este molusco bivalvo contiene entre 0,13 y 2,45 partículas de microplásticos y nanoplásticos con un tamaño que varía entre 3 y 5.000 micrómetros. Se destaca que las muestras de mejillón del Atlántico Norte y el Pacífico Sur eran las más contaminadas. Se trata de resultados interesantes, ya que no sólo permite determinar en qué zonas los mejillones acumulan más plástico en su organismo, también el nivel de contaminación plástica de sus respectivas áreas geográficas.
Las especies que se analizaron fueron el mejillón azul europeo, el mejillón de concha verde, la almeja venus ondulado y la almeja venus del Pacífico, que fueron adquiridas en tiendas de alimentación de 12 países del mundo. Algunos ejemplares procedían de la cría en bateas y otros eran salvajes, fueron capturados en el Mar del Norte, el Mar Mediterráneo, el Océano Atlántico, el Océano Pacífico Sur, el Mar de China Meridional y el Golfo de Tailandia.
Los investigadores explican en este artículo de la publicación científica Environmental Pollution las técnicas empleadas, una purificación enzimática especial, un análisis químico utilizando la espectroscopia infrarroja por transformada de Fourier (FTI-R), y la espectroscopía Raman. Para el análisis de los diferentes tipos de partículas plásticas se utilizaron algoritmos de bosque aleatorio, método de clasificación que funciona creando una multitud de árboles de decisión, es decir, el desglosamiento de los datos para poder agruparlos según la similitud de sus datos.
Los expertos dicen que anteriormente se ha investigado la contaminación de diferentes organismos con microplásticos, pero los resultados obtenidos hasta la fecha sólo se podían comparar entre sí, en un grado muy limitado porque en la mayoría de casos se habían utilizado métodos analíticos diferentes, por lo que esta investigación aporta nuevos datos fiables y una metodología para poder medir la presencia de microplásticos en otras especies marinas de diferentes regiones del mundo, además de evaluar correctamente los riesgos potenciales derivados de la propagación de microplásticos en el medio ambiente.
Por cierto, merece la pena retomar la lectura de este post en el que hablábamos de una investigación realizada por expertos del Centro Médico de la Universidad de Utrecht (Países Bajos) en la que se concluía que los microplásticos y nanoplásticos podrían afectar a la salud humana. Según los datos, las células inmunes de nuestro organismo que reconocían y atacaban a las partículas plásticas, morían rápidamente después de entrar en contacto con ellas.
Foto 2 | Jlastras