Tras una espera de varias semanas debido a la pandemia de COVID-19, la Unión Europea finalmente dio a conocer su Estrategia del Campo a la Mesa (Farm to Fork Strategy), con la que se pretende mejorar el sistema alimentario comunitario para que sea más efectivo, seguro y sostenible. Se trata de un programa integral del que ya os adelantábamos algo aquí, en el que se enumeran 27 medidas principales, aunque algunas todavía están sujetas a consultas, estudios y evaluaciones del impacto que podrían tener.
Una de las medidas que nos llama la atención es la propuesta para introducir un etiquetado nutricional obligatorio y armonizado, que se colocará en el frontal de los envases a fin de facilitar que los consumidores puedan tomar decisiones informadas a la hora de elegir los productos con los que llenar la cesta de la compra. Parece ser que la propuesta se presentaría a finales del 2022, eso siempre y cuando no se produzcan retrasos, pero lo que sorprende es el hecho de saber que la Comisión Europea no se compromete con la introducción de la etiqueta NutriScore, a pesar de que lo están adoptando varios países y empresas.
La Comisaria Europea de Salud y Seguridad Alimentaria, Stella Kyriakides, aclara que se propone una etiqueta nutricional obligatoria en el frontal del envase, pero que no se va a recomendar un sistema específico, se pondrá en marcha un estudio sobre el impacto de los diferentes tipos de etiquetado frontal que se podrían utilizar. Es decir, invertir tiempo, dinero y recursos, obviando la gran cantidad de estudios que se han realizado sobre este tema, por lo que da la impresión de que se intenta retrasar el mayor tiempo posible.
El argumento es que existe una gran variedad de enfoques para el etiquetado nutricional en toda la UE, de momento se reconoce la coexistencia de todos ellos, pero el objetivo es crear un único sistema armonizado, por lo que se pide a los países miembros que eviten la aparición de nuevos esquemas nacionales. Curiosamente, en la documentación sobre este tema que podéis consultar aquí (en las fichas informativas), se habla de una etiqueta armonizada voluntaria, lo que parece contradecir el carácter obligatorio anunciado, aunque quizá sea un error.
Recordemos que cada vez más compañías se suman al uso del etiquetado NutriScore, algunas incluso han solicitado a la UE que este etiquetado sea obligatorio, como Nestlé, Danone o McCain Foods. Claro, que también hay países y expertos que no creen que la etiqueta NutriScore sea la mejor alternativa, ya que se considera que discrimina y juega en contra de alimentos que “aparentemente” son saludables y que tienen un alto contenido en grasas saturadas, como el pescado enlatado o el aceite de oliva, entre otros, así lo explica Frederic Leroy, un investigador y profesor de la Universidad Libre de Bruselas que celebra que se haya desestimado el uso del etiquetado.
El experto cree que una información nutricional compleja no se puede reducir a un simple esquema por letras y colores, considera que el etiquetado puede inducir a confusión y que está basado básicamente en un par de criterios. En su lugar, apuesta por una etiqueta nutricional sólida y capaz de reflejar el verdadero valor nutricional de los alimentos. Frederic Leroy cree que NutriScore puede servir como herramienta para un lavado de cara para las compañías multinacionales ¿lo adoptarán por ello las empresas antes mencionadas? Comenta que algunos alimentos ultraprocesados se benefician con el etiquetado cuando utilizan alternativas al azúcar o las grasas, pero siguen siendo ultraprocesados.
Por otro lado, la Organización Europea de Consumidores (BEUC) comenta, haciendo alusión al etiquetado, que es un gran paso el que se ha dado, pero se pregunta por qué hay que esperar hasta finales de 2022 para empezar a plantear su introducción en toda la UE. Esta organización es firme defensora de NutriScore y explica que son muchos los estudios que la avalan y que ya son seis países los que la han respaldado, por lo que no entiende y lamenta la decisión de la CE.
En fin, seguiremos hablando de las medidas que se pretenden adoptar y que están reflejadas en la ‘Estrategia del Campo a la Mesa’, ya que se obvian algunas cuestiones, otras no parecen tan efectivas como debieran…