Expertos de la Universidad Tecnológica Chalmers (Suecia) han investigando hasta qué punto la deforestación que se sufre en los trópicos (países subtropicales y tropicales), está relacionada con la producción de alimentos y dónde se consumen éstos. Para ello, se han utilizado las estadísticas globales sobre el uso de la tierra, la tecnología satelital, y los datos de los patrones del comercio internacional. Según los resultados, una sexta parte de las emisiones de dióxido de carbono de la dieta de la UE se asocia a la deforestación de los trópicos.
Los expertos han utilizado la teledetección sobre la pérdida de bosques en los trópicos, analizando regiones tropicales y subtropicales que cubren aproximadamente unos 100 países de África, América del Sur, América Central y la región de Asia-Pacífico. Posteriormente se analizaron los datos de los lugares donde se está produciendo deforestación y donde las tierras de cultivo y los pastos se están expandiendo, a partir de ahí, se conectaron los resultados a los modelos de comercio global para determinar dónde se consumían los alimentos procedentes de las tierras deforestadas, pudiendo establecer una relación de la dieta europea con la huella de la deforestación de los trópicos.
La relación ya se conocía y es algo lógico, hay que recordar que según los resultados de un estudio sobre la globalización alimentaria, casi el 70% de los alimentos que produce y consume un país, tiene su origen en otro país, algo de lo que hablábamos aquí. Lo que han hecho los expertos es cuantificar el porcentaje de emisiones de dióxido de carbono procedente de la deforestación. Para los investigadores, las cifras asociadas a la Unión Europea como un gran importador de productos alimenticios, son de gran interés, apuntando que Europa es una de las regiones que “importa la mayor parte de la deforestación tropical”.
Comentan que los principales productos alimenticios que impulsan la deforestación de los trópicos a nivel global son la carne y la soja en América del Sur, y el aceite de palma en Indonesia y Malasia (Sudeste asiático), siendo también estos productos los más implicados en la huella de la deforestación asociada al consumo de la UE. El informe revela que las emisiones asociadas a las importaciones son muy elevadas en comparación con las que se emiten por las prácticas agrícolas nacionales, en algunos países comunitarios las emisiones relacionadas con la importación de alimentos equivalen a las originadas por la producción agrícola nacional.
La Unión Europea parece que es consciente de su contribución a la deforestación en las regiones productoras de carne de vacuno, soja y aceite de palma, de ahí que se abriera este año una consulta pública para aumentar las acciones comunitarias contra la deforestación y degradación de los bosques. Claro que, para algunos, esto puede ser una puesta en escena para que parezca que existe interés por el tema, ya que a la UE, y en especial a la CE, lo que más les interesa son las cuestiones económicas, que no se pierda competitividad en el mercado, que se aumente el volumen de negocio, etc.
Los investigadores reconocen el trabajo realizado hasta la fecha por la Comisión Europea para reducir este problema, pero consideran que es necesario llevar a cabo acciones más contundentes para implantar un verdadero cambio. Y no se trata de cumplir las regulaciones, sino de ir más allá para reducir al máximo la huella de la destrucción de bosques y selvas, procurar realizar un consumo de alimentos de producción local y nacional, buscar alternativas a materias primas asociadas a la deforestación, etc.
Recordemos que la soja tiene un enorme impacto medioambiental, a principios de año podíamos saber que varios grupos ambientalistas recordaban que se trataba de un producto asociado a la deforestación, siendo necesario que los fabricantes adquirieran únicamente soja que se hubiera producido de forma sostenible. De momento, las empresas europeas que se abastecen de soja de países como Paraguay y Argentina, no cuentan con la garantía de que la soja que adquieren no se ha producido a partir de la deforestación, esto es algo que se debería solucionar cuanto antes.
Los expertos comentan que las empresas alimentarias europeas han implementado iniciativas destinadas a limitar la deforestación y la degradación de los bosques en todo el mundo, existen compromisos para dejar de comprar productos que se hayan producido en tierras deforestadas, pero se trata de un mar de fondo de las promesas de la deforestación cero. A la hora de responsabilizar a la industria no ha habido mucha acción, muchos establecieron como fecha límite el año 2020 para acometer estos compromisos, pero hasta la fecha, apenas se han realizado acciones para implementarlos. Es necesario que se apliquen exigencias medioambientales más severas a quienes exportan alimentos a la UE si se desean alcanzar los objetivos climáticos, por otro lado, es necesario que los legisladores y las empresas colaboren para hacer frente a este problema, se obtendrán mejores resultados y se podrá frenar la deforestación que se está llevando a cabo.
En este estudio, que podéis leer aquí, han colaborado también expertos del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (Suecia), el Centro de Investigación de Biodiversidad y Clima de Senckenberg (Alemania) y la Universidad de Ciencia y Tecnología de Noruega.
Foto 1 | K-State
Foto 2 | oneVillage Initiative