Según una investigación realizada por expertos de la Universidad de Edimburgo (Escocia), unos 116 millones de toneladas de productos lácteos se desperdician cada año en el mundo, de este volumen (16% de toda la producción), unos 60 millones de toneladas son desperdiciadas por minoristas, distribuidores y consumidores, es decir, algo más de la mitad de lo que se desecha. El resto, alrededor de 55 millones de toneladas, se desperdician antes de que los productos lleguen a manos de los minoristas durante su producción y distribución.
Sin embargo, otros analistas consideran que el desperdicio es mucho mayor y llega al 30% de toda la producción, si se tiene en cuenta el uso de la leche como alimento para animales, la saturación de los mercados internacionales o el consumo excesivo. Los investigadores consideran que es necesario poner en marcha sistemas más eficientes que permitan reducir el impacto ambiental en la producción alimentaria, pero para ello es necesario considerar todas esas fuentes que provocan pérdidas.
Si se realiza un análisis por países, el desperdicio de lácteos generado en el trayecto de la granja a las tiendas es mucho mayor en los países en vía de desarrollo que en los países desarrollados, la razón es que los países con economías deprimidas tienen más problemas para almacenar, conservar y transportar los productos lácteos. Un ejemplo que se cita es la producción de Omán, un país del occidente asiático que tiene un desperdicio de leche cuantificado en un 15%, en el otro extremo encontramos países como Suecia, cuyo desperdicio es de un 0% según datos proporcionados por la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).
Dado que el estudio se ha realizado en el Reino Unido, se habla de la pérdida de leche y productos lácteos de este país, apuntando que el mayor desperdicio lo realizan el canal minorista y los consumidores. Según organismos gubernamentales como el Wrap (Waste & Resources Action Programme), organización sin ánimo de lucro que trabaja para reducir el desperdicio alimentario y alcanzar una economía circular, una quinta parte de todo el desperdicio alimentario que se genera en el país son productos lácteos. Lo cierto es que Reino Unido y a nivel de consumidor, es el país donde más alimentos se tiran a la basura, así se reflejaba en un estudio publicado en la revista científica Environmental Research Letters sobre el desperdicio alimentario de todos los países de la Unión Europea. Podemos poner otros ejemplos sobre desperdicio que son muy llamativos de este país, como que se desperdician unos 178 millones de bolsas de ensalada al año, o que se tiran diariamente unos 1’4 millones de bananas, entre otros ejemplos.
La producción lechera no deja de crecer año tras año, destacando que en los últimos cuatro años ha crecido rápidamente en todo el mundo debido a la mayor demanda. Se apunta que los países que más han aumentado la producción son los Países Bajos, Canadá, Irlanda y la India, en el caso de este último país, hay que recordar que a pesar del aumento en la producción, la adulteración de la leche y los productos lácteos está a la orden del día, nada menos que el 68’7% son adulterados con todo tipo de productos, detergente, pintura blanca, glucosa, aceites, etc. En el caso de Europa, la producción aumentó significativamente a partir del año 2015 a raíz del fin de una cuota lechera que se había mantenido durante 30 años, a partir de ese momento los ganaderos aumentaron la producción a fin de poder maximizar los beneficios, pero se produjo una caída de la demanda de productos lácteos en Asia y Rusia, lo que provocó una saturación del mercado europeo y, por tanto, una crisis en los precios de la leche.
Según organizaciones como Dairy UK, cuya principal misión es promover el consumo de productos lácteos británicos en el mercado nacional e internacional, los productos lácteos son uno de los grupos de alimentos con menos desperdicio en todo el mundo. Recordemos que, en el caso de frutas y verduras, en la Unión Europea estos alimentos representan casi el 50% del desperdicio alimentario que los consumidores generan, en este sentido merece la pena retomar la lectura del estudio, también de la Universidad de Edimburgo, en el que se cuantificaba el desperdicio de estos alimentos en más de 50 millones de toneladas anuales sólo en Europa.
Pero volviendo al estudio del desperdicio de la leche y los productos lácteos solicitado por The Guardian a la mencionada Universidad, producir más leche de la que se puede consumir en el país de origen ha favorecido que se exporten productos lácteos a otros países, especialmente leche en polvo para los países en vías de desarrollo, leche que ahora se comercializa por debajo de su coste en África, compitiendo directamente con la leche producida por los ganaderos locales. Para hacerse una idea, el precio de un litro de leche en Burkina Faso es de unos 0’91 euros, mientras que la leche en polvo importada se comercializa a 0’34 euros. Los legisladores occidentales modifican las regulaciones facilitando la exportación de productos lácteos a todo el mundo a fin de evitar perjudicar la sobreproducción, esta no es una buena política, ya que se traduce en precios por debajo del coste de producción y supone una competencia desleal y una pesada carga financiera para los productores de los países que reciben la leche.
Unos 82 millones de toneladas son empleados en alimentar a los animales en todo el mundo, algo que algunos analistas consideran un despilfarro, una forma ineficiente e inútil de alimentar al ganado, ya que no contiene los nutrientes adecuados. Otros 53 millones de toneladas de leche se desperdician por el sobreconsumo, según los expertos, se consumen un 10% más lácteos de lo que realmente se necesita, se argumenta que es tan o más perjudicial este sobreconsumo que el desperdicio alimentario, ya que se produce un aumento del coste ambiental por la producción y no es un consumo positivo para la salud.
Dairy UK no está de acuerdo con la aseveración de que la leche destinada para la alimentación animal sea un desperdicio, tampoco con el hecho de que la sobreproducción de leche sea una fuente de desperdicio, debido a los beneficios nutricionales que proporciona este alimento. Es lógico que adopte esta postura debido a sus intereses, pero como han demostrado muchos estudios, es necesario reducir la producción de carne, leche y productos lácteos en benéfico de la salud medioambiental y humana, pero ya vemos cómo está la situación.
Foto 3 | Yaniv Ben-Arie