El uso y el abuso de los antibióticos en los seres humanos y en los animales de granja ha contribuido a la proliferación de bacterias resistentes a estos fármacos, poniendo en riesgo una de las herramientas médicas más importantes para combatir enfermedades causadas por estos microorganismos. En el contexto de los animales de granja, los antibióticos se suelen utilizar principalmente con fines no terapéuticos, generalmente se han administrado para evitar que enfermen y se generen pérdidas económicas, y como contrapartida, esta práctica provoca que los patógenos terminen generando resistencia y poniendo en peligro la seguridad alimentaria, algo que se ha constatado a través de varios estudios.
Pues bien, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) pide no utilizar los antibióticos para promover el crecimiento de los animales de granja, que sólo se utilicen en caso de necesidad real, para curar enfermedades y aliviar sufrimientos innecesarios, y sólo en determinadas circunstancias estrictas que sean utilizados para la prevención ante una amenaza real e inminente de infección. La FAO apunta concretamente al uso de los antibióticos en la ganadería y la acuicultura, considerando que es necesario acabar de inmediato con estas prácticas.
Recordemos que no sólo en Estados Unidos se lleva a cabo un uso irresponsable de los antibióticos, podemos citar como ejemplo la India, donde la avicultura está creando superbacterias resistentes a los antibióticos. A principios de año, Una investigación ponía al descubierto que se estaba utilizando en las granjas de pollos de forma no terapéutica, un antibiótico denominado colistina, que se considera de último recurso y que se utiliza contra las bacterias polirresistentes, algo que parece que también se podría estar produciendo en países como Vietnam, Corea del Sur o Rusia por la gran cantidad que reciben de este fármaco.
El uso de este tipo de fármacos para promover el crecimiento de los animales, incrementa significativamente el riesgo de que las bacterias generen resistencia y terminen siendo ineficaces contra las enfermedades para las que habitualmente están destinados. La OMS (Organización Mundial de la Salud) pidió hace tiempo que este tipo de antibióticos, que son considerados de importancia crítica, fueran restringidos en los animales y que se prohibiera su uso como promotor del crecimiento, pero parece que existen ciertos intereses, falta de voluntad política, regulaciones ineficientes (sobre todo en países en vías de desarrollo) y otras cuestiones que parecen impedir la prohibición del uso de los fármacos para la promoción del crecimiento animal.
La FAO advierte que ya no se trata sólo de la producción animal, se utilizan fármacos como biocidas en los cultivos, lo que provoca que determinados hongos que aparecen en las cosechas estén generando resistencia, haciendo ineficaces los tratamientos. Lo mismo ocurre en la acuicultura, véase el caso de Chile, donde las empresas de la salmonicultura utilizan estos fármacos superando en 21 veces lo que se utiliza en la producción de carne de vacuno, y en 5.700 veces el uso del fármaco por la industria noruega del salmón, cifras aberrantes que muestran que no se tiene en cuenta el problema. Hablando de alimentos marinos, merece la pena recordar que se han encontrado genes de resistencia a los antibióticos en la harina de pescado, un hecho que incrementa significativamente el riesgo de que estos genes sean transferidos a los microorganismos que afectan a los seres humanos a través de la cadena alimentaria.
La resistencia de los microorganismos a los antibióticos es una amenaza creciente de la que se habla desde hace años, pero se hace poco al respeto y en unas décadas podría derivar en millones de muertes anuales y cuantiosas pérdidas económicas, además de suponer un riesgo para la salud pública, la seguridad alimentaria y el bienestar económico de millones de personas que se dedican a la agricultura. La FAO comenta que, hasta el momento, sólo 89 países tienen un sistema para recopilar datos sobre el uso de los fármacos en los animales de granja, pero lo cierto es que esto sirve de poco, es necesario poner en marcha una legislación que prohíba el uso de estos fármacos en los países que se utilizan con fines no terapéuticos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura advierte que es necesario un trabajo conjunto para abordar el problema y los desafíos que plantea para el desarrollo sostenible la resistencia a los antibióticos. Desde hace tiempo, esta organización está trabajando con la OMS y la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal) en algunos países donde se ha lanzado un plan de acción nacional y una política de resistencia a los fármacos, por ejemplo, en Ghana. Pero en nuestra opinión, son pequeñas incursiones, siendo necesaria una mayor concienciación por parte de los gobiernos del mundo.
Podéis conocer más detalles de la petición realizada por la FAO a través de este artículo publicado en su página oficial.