Nunca sabremos todo sobre los alimentos, cada día se realizan nuevos estudios e investigaciones que ponen luz a los conocimientos hasta el momento adquirido, sean con base científica o no. Hablamos del huevo como un ejemplo claro y porque además es el protagonista de lo que os vamos a contar. Recordad que el huevo se había demonizado, y no hace muchos años que se demostró que este alimento no era el responsable del aumento del colesterol malo, entre otros problemas de salud.
De hecho, los estudios más recientes no dejan de otorgar al huevo múltiples beneficios para la salud, siendo uno de los alimentos más completos nutricionalmente hablando, además de ser muy accesibles para la población en general. Ahora sabemos mucho más sobre este alimento en cuanto a sus beneficios para la salud, cómo conservarlo, cómo cocinarlo, cómo reconocer un huevo fresco, qué significa el código de la cáscara, cuántos huevos se pueden comer a la semana… aún así, sigue habiendo información que se nos puede escapar o que no está de más recordar para tenerla más presente.
Y es que, aunque ahora se habla mucho del huevo por ser un excelente alimento, a menudo se cuenta siempre lo mismo, y hay otra información interesante que queda relegada o que se divulga menos, por eso hemos querido plasmar aquí parte de ella, y lo hacemos con 10 cosas sobre el huevo que quizá no sabías. Es una lectura breve y concisa, de la que siempre se puede buscar más información si interesa (ojalá sí), y esperamos que os resulte interesante.
El huevo es una de las fuentes más baratas de proteínas de alta calidad, con minerales esenciales y vitaminas. En la yema se localiza casi toda la grasa del huevo, tanto saturada como monoinsaturada y poliinsaturada, el colesterol, los ácidos grasos omega 3…), y además, las vitaminas liposolubles (A, D, E y K) y algunos minerales como el zinc, así como la colina, luteína y zeaxantina. También se encuentra una elevada proporción del contenido en vitamina B1, B6, folato, B12, ácido pantoténico, biotina, calcio, fósforo, hierro, cobre y selenio. La clara contiene más de la mitad de la proteína del huevo y es más rica que la yema en vitamina B2, niacina, yodo, magnesio y potasio. (Ver más)
El color de la cáscara del huevo no tiene relación con su calidad, sino con la raza de las gallinas ponedoras (o sus cruces). El color del huevo depende, concretamente, de la concentración de unos pigmentos denominados porfirinas u ovoporfirinas.
Los huevos, en casa, deben conservarse en el frigorífico, no a temperatura ambiente. En los supermercados y otros comercios de alimentación no están en frío para evitar los cambios bruscos de temperatura, ya que pueden provocar la condensación de agua en la cáscara y así aumenta el riesgo de contaminación, la humedad facilita la multiplicación de gérmenes.
En la Unión Europea, la fecha de consumo preferente de los huevos es de 28 días tras la puesta, pasados estos días ya no pueden considerarse huevos frescos. Pero se trata de una ‘fecha de consumo preferente’ y como tal, no indica que el huevo ya no se pueda comer porque esté en mal estado. Se pueden consumir si han estado en la nevera y bien conservados, si la cáscara está intacta, si huelen bien… pero mejor cocinados, no para hacer una mahonesa, por ejemplo.
La fecha de consumo preferente debe indicarse en el envase de los huevos, pero no es obligatorio que se indique en la cáscara, no obstante, algunos huevos la tienen marcada. Si los huevos que compras no tienen la fecha de consume preferente marcada en la cáscara, es recomendable guardarlos con su envase en el frigorífico, para saber el plazo de tiempo que hay para consumirlos.
La producción de huevos en la Unión Europea es la más exigente del mundo, cumple con lo que se denomina ‘El Modelo Europeo de Producción’, un conjunto de normas con las que se garantiza la seguridad alimentaria, el bienestar y la sanidad animal, (aunque se podría mejorar) y promueve la sostenibilidad de la producción y el respeto al medio ambiente. Esto implica una mayor inversión en personal cualificado y en el equipamiento de las granjas, entre otras cosas.
Hay cuatro sistemas de producción de huevos que garantizan el cumplimiento del Modelo Europeo de Producción, si los conocemos, podremos elegir los más afines a nuestras convicciones, y en consecuencia, conseguir una mayor producción pensando en el bienestar animal (o sea, si todos compramos huevos de gallinas camperas, habrá menos en jaulas). Los cuatro modelos se identifican con un número: 0 Huevo de producción ecológica; 1 Huevo de gallinas camperas; 2 Huevo de gallinas criadas en el suelo; 3 Huevo de gallinas criadas en jaula.
Los huevos no se deben lavar antes de guardarlos, como mucho, se pueden lavar justo antes de consumirlos. La cáscara del huevo contiene la protección necesaria para evitar que entren bacterias al interior. Si se lavan antes de guardarlos en el frigorífico, se está eliminando esa barrera protectora, es decir, se abre una puerta de entrada a los microorganismos.
Los servicios de hostelería sólo pueden utilizar huevos frescos si se someten a un tratamiento térmico no inferior a 75º C. Esto nos demuestra que hay un poco de manga ancha en algunos casos, y no es un secreto, pues todos conocemos la moda de los huevos cocinados a baja temperatura (60-60º C) de estos últimos años. Las salsas como la mahonesa, deben elaborarse con ovoproductos. En cualquier caso, el tiempo máximo de conservación de las preparaciones con huevo (fresco o pasteurizado) es de 24 horas desde su elaboración.
Los huevos se pueden congelar, hay distintos sistemas para hacerlo según lo que se vaya a hacer con ellos posteriormente. Para conocerlos, os recomendamos leer este post. También nos parece una lectura imprescindible para saber cómo manipular los huevos las Claves para la manipulación de huevos frescos.
Foto 1 | United Soybean Board