2016 fue el año en el que el impuesto del azúcar tuvo un especial protagonismo, los expertos pronosticaron que en el año 2017 se intensificaría la lucha contra el endulzante y que otros países se sumarían a la iniciativa de gravar las bebidas y alimentos que lo contuvieran en exceso, algo que se ha cumplido a juzgar por las cifras y datos sobre el impuesto del azúcar en 2017.
Como sabemos, este gravamen se ha introducido sobre todo en las bebidas azucaradas, quienes están a favor consideran que es una herramienta importante para frenar el sobrepeso y la obesidad, quienes están en contra (generalmente la industria) consideran que se trata de un impuesto inútil, ya que existe poca evidencia de que la medida pueda ser efectiva. Por otro lado, creen que hay que centrar la atención en otros productos que contienen mucho azúcar y evitar demonizar a los refrescos azucarados.
La hoja de ruta sigue su curso, este año el impuesto se ha introducido en algunos países como Portugal, los Emiratos Árabes Unidos y Sri Lnka, en otros se ha anunciado su introducción para el año 2018, por ejemplo, Sudáfrica, Irlanda y Reino Unido, por lo que el próximo año el gravamen seguirá siendo noticia por su puesta en marcha en algunos países, y probablemente por el anuncio de otros que querrán aplicarlo.
En Estados Unidos el impuesto se ha introducido en Boulder, Albany, Berkeley, Oakland, San Francisco, Navajo Nation y Filadelfia, y se espera que entre en vigor el próximo año en Seattle. Pero la situación es complicada y no se introduce como esperaban quienes abogan por su implantación como medida para mejorar la salud de la población, se ha rechazado el impuesto en algunos condados y ciudades, en otros casos están pendientes de la decisión que adopten las comisiones correspondientes.
En algunos Estados como Michigan se ha aprobado un Proyecto de Ley para evitar que los gobiernos locales puedan aplicar impuestos especiales a alimentos y bebidas, en otros como Pensilvania planean poner en marcha una legislación que invalide el impuesto, por lo que afectaría al gravamen de la ciudad de Filadelfia. La industria de los refrescos tiene un gran peso en el país y, por supuesto, rechazan el gravamen, además de argumentar que la medida es ineficaz, consideran que se trata de un impuesto injusto que afecta a las poblaciones económicamente más deprimidas y que busca solamente ingresos para las arcas del estado, en este caso, lo cierto es que no les falta razón.
Al margen de este dato, se ha demostrado que el impuesto es efectivo y logra reducir el consumo de refrescos, se puede citar como ejemplo el caso de Berkeley, primera ciudad estadounidense en aprobar el impuesto de los refrescos y bebidas azucaradas en 2014. Según datos del año pasado, el consumo de refrescos se redujo en un 21% y se incrementó el consumo de agua en un 63% en los barrios donde los habitantes tienen un poder adquisitivo bajo, lo que favorece a la salud de la población más deprimida económicamente.
En México se introdujo el impuesto de los refrescos en el año 2014 y según los estudios realizados en 2015 y en 2017, el gravamen ha logrado provocar una caída del 5’5% del consumo de refrescos el primer año y un 9’7% en el segundo año. En Colombia se propuso introducir un impuesto del 20% en las bebidas azucaradas (cifra propuesta en la mayoría de países), pero al final no prosperó provocando una feroz batalla política en la que la industria estaba implicada. Chile fue otro país que introdujo el gravamen en el año 2014, también aplicaron un gravamen del 10% las Islas Barbados y Dominica en el año 2015, aunque probablemente, al ser una tasa pequeña, la efectividad es nula en favor de la salud, pero beneficiosa para las arcas públicas.
En el año 2016, en Reino Unido se anunció la introducción del impuesto para el 2018 segmentado en dos niveles, un gravamen para las bebidas que superen los 5 gramos de azúcar por cada 100 ml, y otro para las que superen los 8 gramos de azúcar por cada 100 ml. Pero esto no acaba aquí, quizá se considere la petición de la organización Action on Sugar (AoS), para que el impuesto también grave a los chocolates y productos de confitería, por lo que seguramente tendremos nuevas noticias sobre el impuesto del azúcar en ete país.
En Irlanda, en octubre del presente año se anunció la puesta en marcha del gravamen para el 2018, en la misma fecha que se ponga en marcha en el Reino Unido (mes de abril). Anteriormente, en el 2016 se había considerado su introducción, pero se tardó más de un año en valorar su puesta en marcha. El gravamen se aplicará de forma similar al del Reino Unido, la tasa se aplicará a todas las bebidas alcohólicas que contengan más de 5 gramos de azúcar por cada 100 mililitros de bebida en dos niveles, un gravamen de 20 céntimos por litro para las bebidas que contengan entre 5 y 8 gramos de azúcar añadido por cada 100 mililitros, y 30 céntimos para las bebidas que superen los 8 gramos de azúcar por la misma cantidad de líquido.
Portugal introdujo el impuesto en febrero del presente año, pero parece que no ha hecho más que empezar, ya que el pasado mes de octubre anunció el denominado ‘impuesto de las patatas fritas’, gravamen destinado sobre todo a las patatas chips, las galletas y los alimentos con base de cereales, que gravará con 0’80 euros cada kilo de alimento que contenga más de 10 gramos de sal. Lo peor es que se reconoce que estos impuestos se utilizan para reducir el déficit presupuestario del país, por lo que el tema de la salud queda relegado a un segundo plano. Esto es peligroso, ya que se puede producir un efecto dominó y con la excusa de mejorar la salud, otros países empiecen a aplicar impuestos en todo aquello que supuestamente la perjudique y así cumplir con el objetivo real de aumentar los ingresos en las arcas del Estado.
Francia aprobó hace unos años el impuesto de los refrescos y parece que el gravamen ha funcionado bien, al menos a nivel recaudatorio, pero por lo visto hay necesidad de más dinero y ahora ha planteado subirlo en 2018 con la excusa de intentar reducir los niveles de obesidad que están en constante crecimiento. Actualmente, una de cada 10 personas es obesa y cuatro de cada 10 tienen sobrepeso, lo que demuestra que el impuesto inicial no funcionó, pero durante estos años no han dicho nada. Lo lógico sería olvidarse de los impuestos y obligar a las empresas a que reformularan sus productos (alimentos y bebidas) para que fueran más saludables, eso sí tendría un efecto beneficioso en la salud.
En Sudáfrica se planteó el gravamen en 2016 y se anunció la entrada en vigor del impuesto en abril de este año, aunque después se pospuso para el 2018. Se pretende gravar con un 20% las bebidas que contengan azúcares añadidos como el jarabe de maíz de alta fructosa, la sacarosa, la fructosa, etc. La medida afectará a refrescos, zumos de fruta, bebidas energéticas, concentrados de frutas y bebidas deportivas. La OMS (Organización Mundial de la Salud) aplaudió la medida considerando que esta podría ser secundada por otros países africanos y así frenar el incremento del sobrepeso y la obesidad. Hay que decir que en ese país muchas mujeres aspiran aumentar de peso, ya que es sinónimo de riqueza, salud y felicidad, según las cifras, hasta el 70% de las mujeres de tienen sobrepeso u obesidad.
En Canadá, varias organizaciones de salud propusieron este año al Gobierno que pusiera el impuesto, una investigación desarrollada por expertos de la Universidad de Waterloo (UW) proporcionó datos sobre los beneficios de introducir el gravamen asegurando que permitiría salvar 63.000 vidas en los próximos 25 años y ahorrar 50.000 millones de dólares en gastos sanitarios. De momento no se sabe nada de la propuesta, aunque es posible que termine materializándose, ya que es la dinámica en la mayoría de países donde se propone.
En Australia a finales de 2016 el Instituto Grattan propuso un impuesto del 40% en los refrescos y bebidas azucaradas, asegurando que de este modo se podría sufragar parte del gasto sanitario que provoca la obesidad y reducir en un 15% el consumo de bebidas y refrescos azucarados. Posteriormente se propuso la introducción de un gravamen del 20%, pero el Primer Ministro del país rechazó recientemente su introducción al considerar que los consumidores ya pagaban demasiados impuestos. Quizá ahora no, pero en un futuro próximo esto podría cambiar, ya que Australia sufre un grave problema con el sobrepeso y la obesidad.
El Gobierno de la India en 2015 anunció que estaba estudiando introducir un impuesto del 40% en los refrescos azucarados, equiparando el azúcar a los artículos que son incensarios como, por ejemplo, los coches, el tabaco y los artículos de lujo que están gravados con esta tasa. El caso es que para evitar tal impuesto y según leemos aquí, muchos fabricantes del país han empezado a agregar zumo de frutas a sus bebidas a fin de poder reducir el gravamen que deberían pagar a sólo el 12%.
Las autoridades de Hong Kong han optado por una solución, en nuestra opinión, más coherente, en vez de introducir el impuesto, ha decidido hablar con las empresas para que reduzcan el contenido de azúcar de sus bebidas. Quizá en este caso lo lógico sería obligar a las empresas a realizar la reformulación, pero parece que primero optan por el diálogo.
En los Emiratos Árabes Unidos, secundando el ejemplo de Arabia Saudita, este año se ha introducido un gravamen del 50% en los refrescos azucarados y un 100% las bebidas energéticas, asegurando que los nuevos impuestos ayudarán a construir una sociedad más sana y segura, es decir, lo mismo que dicen los demás países. Pero parece que en realidad se pretende compensar una disminución de ingresos relacionados con la exportación de petróleo y gas, siendo la mejora de la salud de la población una razón secundaria, de ello hablábamos aquí.
La lista de países donde se ha propuesto el impuesto de los refrescos es extensa, Vietnam, Tailandia, Filipinas, Sri Lanka, Singapur, Nueva Zelanda, Estonia… muchos sopesan la introducción de la medida, son pocos los que la rechazan, es una tónica generalizada la introducción del gravamen antes o después. En un mundo en el que prácticamente todos los gobiernos se enfrentan al desafío de equilibrar sus finanzas y donde los impuestos sobre los productos considerados nocivos o perjudiciales para la salud y el medio ambiente son un medio atractivo para generar ingresos, es inevitable que cada vez sean más los procesados y ultraprocesados que reciban el gravamen, el próximo será la carne.