En varias ocasiones hemos hablado sobre el fraude de los productos pesqueros, un tema que organizaciones como Oceana consideran un grave problema mundial, ya que pone en riesgo la salud de los consumidores, los ecosistemas marinos y socaba la confianza de las empresas que cumplen la legislación. Especies mal etiquetadas y la sustitución de especies de gran valor comercial por otras de menor valor son los fraudes más habituales, el más reciente del que hablábamos se detectaba el pasado verano en Brasil, donde una investigación mostraba que más del 17% del pescado estaba mal etiquetado.
Hasta la fecha hemos conocido varios casos de este tipo de fraudes, pero ninguno tan escandaloso como el que se ha descubierto en un país industrializado. Oceana ha dado a conocer un informe en el que se denuncia un alarmante caso de fraude con el pescado en Canadá , y una de las razones que se barajan es que hasta el 80% del pescado consumido en el país es importado. El pescado y marisco debe seguir un largo y complejo camino desde que es capturado en los barcos pesqueros, hasta que llega a la mesa de los consumidores, camino que propicia el etiquetado incorrecto o la sustitución deliberada de especies.
El informe presentado por esta organización se titula El fraude pesquero en Canadá y cómo detenerlo, en él se destaca que de un análisis de 98 muestras, 45 estaban etiquetadas incorrectamente, además se detectó que 33 muestras estaban relacionadas con la sustitución de las especies. Oceana considera que el fraude y el etiquetado incorrecto de los productos marinos es endémico en la capital del país, aunque la verdad, no se entiende cómo se ha tardado tanto en descubrir, ya que no se trata de algo que se haga de un día para otro.
Oceana realizó el estudio con el pescado que se comercializa en los principales restaurantes y tiendas de comestibles de Ottawa, capital de Canadá y la cuarta ciudad más grande del país. Se eligió esta ciudad por ser el centro de la política, por estar las sedes de los medios de comunicación y las oficinas gubernamentales, prácticamente se puede decir que por los mismos motivos que eligió a Bruselas, principal sede administrativa de la Unión Europea donde una investigación de esta organización detectó que hasta el 30% del pescado que se servía en restaurantes de Bruselas no se correspondía con las especies solicitadas por los comensales.
De la investigación se han obtenido otras conclusiones, se ha determinado que 14 de los 19 tipos de peces que se evaluaron estaban mal etiquetados, que el porcentaje más elevado de sustitución de especies y etiquetado incorrecto se registró en los restaurantes. Un 68% de las muestras de los restaurantes de sushi estaban sujetas a fraude, un 51% se detectó en el resto de restaurantes analizados. En el caso de las tiendas y pescaderías, el fraude se reduce hasta el 18% siendo el etiquetado incorrecto lo más destacado.
Oceana comenta que se encontró pez escolar, conocido como ‘el sushi que da diarrea’ y que se puede presentar camuflado como pez mantequilla, esta especie cuya ingesta puede provocar además de diarrea, náuseas y vómitos, se detectó como sustituta común para el atún blanco y el pez mantequilla. En anteriores estudios se ha demostrado que la sustitución de especies es un negocio muy lucrativo, la diferencia de precio entre una especie de gran valor comercial y la otra que la sustituye puede alcanzar hasta el 244%.
La organización explica que otro incentivo importante para el fraude de pescado y marisco es la capacidad de permitir que el pescado capturado ilegalmente se introduzca en el mercado dándole una nueva identidad «legal». Las estimaciones actuales muestran que hasta un 30% de las capturas mundiales se enmarcan en la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR), algo que amenaza a los puestos de trabajo del sector pesquero regulado, al bolsillo y la salud de los consumidores, al medio ambiente, a los países en vías de desarrollo que carecen de recursos para la pesca efectiva y su gestión, por lo que se llevan la peor parte de este negocio ilegal.
El informe “Mystery Fish: Seafood Fraud in Canada y How to Stop It” es muy completo y desgrana qué especies son susceptibles de fraude, cuáles son los mecanismos y canales para que se puedan llevar a cabo los engaños, explica por qué la política canadiense es inadecuada en esta materia, considerando que está muy rezagada con respecto a la de otros países y que las medidas que se adoptan serán poco efectivas si no se adopta una reglamentación adecuada. También brinda consejos a los consumidores para que se puedan proteger de este tipo de fraudes, comprar el pescado entero, que se muestre toda la información relacionada con el método de pesca, donde se capturó y si se trata de un pescado sostenible, no fiarse de las ofertas y precios bajos de especies que generalmente son caras, conocer la estacionalidad de las especies, denunciar cuando se encuentren con un caso de fraude, etc.
Para frenar la pesca ilegal es necesario prohibir el transbordo de capturas en el mar, con ello se logrará frenar la pesca ilegal y parte de las actividades fraudulentas como la sustitución de especies o el etiquetado engañoso, se podría acabar con el trabajo esclavo y mejorar la seguridad alimentaria mundial. Os recomendamos leer el informe de Oceana a través de este enlace (Pdf), ahora veremos si el Gobierno toma cartas en el asunto o sigue con su precaria legislación sobre la regulación de la pesca y comercialización de productos pesqueros.
1 comentarios
Muchas Gracias por la excelente informacion.