El año 2016 estuvo marcado por el impuesto del azúcar, han sido muchos los países y ciudades que han introducido el gravamen o han planteado introducirlo, en todos los casos siempre con la justificación de luchar contra el sobrepeso y la obesidad. En algunos casos puede que sea así, pero en otros, la implantación de este tipo de impuestos tiene un fin recaudatorio, pero lo cierto es que la medida se extiende a una gran velocidad y en poco tiempo el gravamen podría estar instaurado en la mayoría de países del mundo.
Hablando del gravamen en otros países, el próximo 1 de abril entrará en vigor el impuesto del azúcar en Sudáfrica, su introducción en un país del continente africano ha sido una noticia muy bien recibida por expertos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), ya que se considera que otros países africanos podrían secundar la iniciativa y frenar el incremento del sobrepeso y la obesidad. Sudáfrica gravará con un 20% las bebidas que contengan azúcares añadidos como el jarabe de maíz de alta fructosa, la sacarosa, la fructosa, etc. La medida afectará a refrescos, zumos de fruta, bebidas energéticas, concentrados de frutas y bebidas deportivas.
El Gobierno del país espera que esto sirva para desalentar el consumo de bebidas azucaradas, a las que relacionan con el aumento del sobrepeso y la obesidad, así como las patologías que se derivan de estos problemas, como por ejemplo las enfermedades cardíacas o la diabetes. Temo Waqanivalu, Coordinador del Departamento de Enfermedades no Transmisibles y Promoción de la Salud de la OMS, cree que otros países africanos estarán atentos para ver si funciona el impuesto en Sudáfrica y ayuda a reducir el nivel de obesidad.
Sin embargo, apunta que esta medida por sí sola no bastará, siendo necesario que se lleven a cabo otras reformas que ya están establecidas para su puesta en marcha, como por ejemplo la inclusión del etiquetado nutricional y la restricción de la publicidad y comercialización de algunos alimentos y bebidas. Como ha ocurrido en otros países donde se ha implantado el gravamen o se habla de implantarlo, la medida ha sido cuestionada, en este caso por la Asociación de Bebidas de Sudáfrica (Bevsa). Esta asociación ha emitido esta nota de prensa en la que manifiesta su decepción, considerando que se trata de un impuesto discriminatorio, que no existen datos que demuestren que este tipo de impuestos contribuya a reducir de forma significativa el consumo de azúcar y el nivel obesidad.
La asociación cuestiona los resultados obtenidos en México con el impuesto del azúcar, destacando que se aprecia una reducción mínima del consumo calórico real, siendo el mayor aporte en azúcar el de los alimentos. En cierto modo tiene razón, se habla continuamente de las bebidas, pero son muchísimos productos alimentarios los que tienen azúcares ocultos, recordemos que no hace mucho hablábamos de esta investigación en la que se concluía que el 56% de los productos alimentarios de un supermercado contienen azúcares añadidos, en algunos casos en cantidades excesivas y en productos de los que no se sospecharía, como por ejemplo los alimentos vegetales enlatados.
Los refrescos han sido señalados y asociados al exceso de azúcar, existiendo razones de peso para ello, pero la lucha contra el azúcar debería extenderse a todo tipo de alimentos o bebidas que contenga este ingrediente en cantidades que no se ajustan a los estándares saludables. El año pasado la OMS alertó sobre el elevado índice de sobrepeso y obesidad infantil existente en Europa, considerando que unos 41 millones de niños menores de cinco años sufren el problema, pero también advirtió que en los países en vías de desarrollo estas cifras estaban creciendo a un ritmo alarmante, de ahí que aplaudan el paquete de medidas que introduce Sudáfrica, esperando que sea secundado por otros países del continente.
Según leemos aquí, en el caso de Sudáfrica, muchas mujeres aspiran a tener peso, ya que es sinónimo de riqueza, salud y felicidad, según las cifras, hasta el 70% de las mujeres de este país tienen sobrepeso u obesidad. Merece la pena recordar que en las culturas de la antigüedad donde escaseaban los alimentos, ser obeso era considerado un símbolo asociado al estatus social y a la riqueza, esto ocurría también a principios de la era moderna en Europa. Quizá el impuesto, la información nutricional u otras medidas no sean efectivas en este país, siendo necesario trabajar sobre todo en ese pensamiento cultural tan arraigado para reducir el nivel de obesidad.
El país tiene la tasa más elevada del continente en lo que a sobrepeso y obesidad se refiere, sin embargo, se espera reducirla para el año 2020 en un 10%, el objetivo es excesivamente ambicioso, sobre todo porque apenas hay tiempo. De lo que no se habla, como ha ocurrido en otros países, es sobre qué se hará con el dinero recaudado, ¿se subvencionarán los alimentos saludables?, ¿se destinará una partida presupuestaria a la educación de la población sobre los problemas y riesgos asociados a la obesidad?, ¿se creará una asignatura de nutrición en las escuelas?, lo que es seguro es que se engordarán las arcas del Estado y ya veremos si ese dinero revierte en alguna mejora para la población.
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