Seguramente la soja sea una de las leguminosas más versátiles para la industria alimentaria, con ella se hace aceite, harina, bebida vegetal (‘leche’), salsas, miso, natto, tofu, tempeh… La cultura oriental ha sacado mucho rendimiento a este alimento que ahora es también muy popular en Occidente, sobre todo en cuanto a productos se refiere, más que como alimento o ingrediente fresco.
Las personas que llevan una dieta vegetariana son más conocedoras de este alimento y de las distintas formas en las que se encuentra en el mercado, siendo la leguminosa seca, quizá, la más consumida por tener mejor precio que otros productos procesados para obtener los que antes hemos mencionado, como el tofu o el tempeh. Pero no es de este tipo de productos alimentarios de los que queremos hablar, sino de una de las formas de consumo de soja en fresco que ya es muy popular en nuestro país, hablamos del edamame.
El edamame se introdujo en nuestro país a través de los restaurantes de cocina japonesa o de cocina fusión con influencia de la cocina asiática, sirviéndose como aperitivo. También llegó al mercado hace unos años de la mano de las tiendas de alimentación multicultural, sobre todo de alimentación china (donde se conoce como ‘maodou’, japonesa, etc. Y parece ser que ahora está también disponible en algunas cadenas de supermercados, pero no el edamame en sí, sino las vainas de soja con las que se elabora.
¿Qué es el edamame, entonces? Hay quien piensa que son las vainas verdes con los granos de soja son lo que se conoce como edamame, pero en realidad es el nombre de una elaboración muy sencilla que se hace con ellas. Consiste simplemente en la cocción de estas vainas en agua con sal, aunque hay algunas variantes a la hora de prepararlas, también se pueden cocinar al vapor, en el horno o en el microondas, por ejemplo.
Un detalle importante es que para hacer edamame se utiliza la vaina de soja verdes que no han madurado por completo, y sobre cómo se suele encontrar en los comercios de nuestro país, pues estas vainas verdes de soja se encuentran principalmente congeladas, ya que es la mejor forma de mantener su calidad y frescura tras la cosecha. Por lo tanto, están listas para cocerlas y condimentarlas al gusto, y no hay que ceñirse a cocinarlas y salarlas únicamente, pueden resultar sosas para muchas personas de este modo. Hay cantidad de salsas con las que se puede aderezar el edamame, por ejemplo, con salsa de ají amarillo, con vinagretas de salsa de soja, incluso horneadas con un poco de parmesano rallado y pimienta molida.
El edamame se come ‘como las pipas’, se mete con la cáscara (o vaina) por un extremo en la boca y se presiona por el otro extremo para que salgan los granos, por eso el sabor del condimento se disfruta también, si se desvainara con las manos, la degustación se quedaría a medias. En los restaurantes se suele servir el edamame caliente, recién hecho, pero tampoco se descarta su servicio y consumo en frío.
Como curiosidad sobre el origen o la historia del edamame (枝豆), según leemos aquí, el nombre se podría traducir como ‘tallo grano’, ‘eda’ es tallo o rama, y ‘mame’ es grano. La primera referencia documentada que se ha encontrado data del año 1275, en una nota del monje budista japonés Nichiren agradeciendo a un feligrés por el edamame que había dejado en el templo. En China fue en 1406, durante la dinastía Ming ya se consumían, pero con el nombre de Maodou que antes hemos comentado, y que se traduce como ‘grano peludo’, aparecieron mucho después, en el año 1620. En la fuente antes indicada podéis encontrar más referencias, destacando que el diccionario inglés de Oxford registró el término ‘edamame’ en el año 2003 y que en 2008 se cultivaron las primeras semillas de soja en Europa para consumo humano.
Foto | Jules