No es un crustáceo decápodo muy conocido, pero la Cigala real (Scyllarides latus) habita nuestras aguas (y otras más alejadas), aunque no se encuentra en abundancia. La culpa, como podéis imaginar, es de la humanidad, de la sobrepesca. Y aunque no se ha catalogado como especie amenazada de extinción, se recomienda, entre otras cosas, que por sus características y peculiaridades se incluya como una especie ‘Vulnerable’ en los catálogos de especies amenazadas.
La Cigala real se conoce también como Cigala de Mediterráneo, Cigala de fuerza, Cigarra de mar, Zapatilla o Langosta real, entre otros nombres. Habita fondos rocosos sublitorales, normalmente entre 3 y 50 metros de profundidad, aunque puede llegar a los 100-200 metros, en aguas del mar Mediterráneo y del Océano Atlántico Oriental. Su aspecto es el de una cigala, pero de gran tamaño, pudiendo medir unos 30-45 centímetros de largo.
Es un crustáceo nocturno, durante el día permanece oculto en los refugios de fondos rocosos para protegerse de los depredadores. No dispone de espinas ni estructuras morfológicas o estrategias defensivas, lo único con lo que cuenta es con un caparazón duro, una coloración que le permite pasar desapercibido en su hábitat, y la agrupación de tipo ‘roseta defensiva’ con otros ejemplares, aunque esto no se ha demostrado que sea efectivo. Sobre su alimentación, sale de noche, como ya hemos comentado, y principalmente se alimenta de moluscos bivalvos.
La cigala real se considera una especie relativamente rara, pues se ha estudiado poco y se desconoce parte de su ciclo biológico y de su comportamiento. Si queréis saber más sobre este crustáceo os recomendamos leer este documento (Pdf) publicado por el MAPAMA, es una ficha que forma parte de la publicación ‘Bases ecológicas preliminares para la conservación de las especies de interés comunitario en España: invertebrados’, promovida por la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural.
En cuanto al aspecto gastronómico, la cigala real es una especie muy apreciada como alimento. Debido a su escasez, no es un crustáceo que se considere de consumo habitual, dentro de la asiduidad con la que cada cual consuma este tipo de alimentos, pero sí que se pruebe alguna vez, al menos así lo vimos en la marisquería en la que nosotros lo adquirimos. En Mariscos O Grove han tenido para estas fiestas navideñas algunos ejemplares con un peso aproximado de 500 gramos.
En su web explican que la captura de la cigala real está permitida durante todo el año, y suele llegar de aguas portuguesas, donde se alimenta de pequeños crustáceos, algas y peces muertos. La obtienen mediante el uso de nasas, con lo que consiguen capturarla viva, y así llegó a nuestro domicilio.
Dada la calidad de su carne y de su sabor, recomiendan consumirla cocida o en arroz, siendo necesaria una unidad por comensal en el primer caso, y media por comensal en el segundo caso. Nosotros optamos por preparar la cigala real cocida, igual que hicimos con el buey de mar, y el proceso de cocción es igual, aunque el tiempo se reduce a unos siete minutos.
Así que, resumiendo, la preparación de la cigala real cocida es la siguiente: Poner una olla con unos 70 gramos de sal por cada litro de agua dulce, y debe haber agua en cantidad suficiente para cubrir el o los crustáceos. Cómo no, el agua se puede aromatizar con laurel, pero nosotros no lo incluimos. Una vez que el agua rompe a hervir, se introduce en ella la cigala real. Entonces se frenará el hervor, así que hay que esperar a que hierva de nuevo, y entonces contar siete minutos y retirar inmediatamente. Para frenar la cocción, si no se va a comer enseguida, es necesario introducir la cigala real en agua con hielo.
Lo cierto es que nos encantó su sabor, más pronunciado a mar que el que ofrecen otros crustáceos, además tiene una carne tersa, pero algo más seca que la de otras especies como la langosta. Si vosotros también la habéis probado, comentadnos, cómo la habéis preparado y qué os ha parecido. ¿Repetiríais?